San Francisco de Sales, Obispo de Ginebra, Doctor de la Iglesia y Fundador de la Orden de la Visitación, es honrado por el Papa con motivo del cuarto centenario de su muerte.
Redacción (28/12/2022 15:56, Gaudium Press) A través de una Carta Apostólica de una veintena de páginas, publicada este miércoles, el Papa Francisco rinde homenaje a San Francisco de Sales, fallecido el 28 de diciembre de 1622.
“Excelente intérprete” de su tiempo, que de una manera nueva tenía “sed de Dios”, y “extraordinario director de almas”, capaz de ayudar a las personas a buscar al Señor en el corazón y encontrarlo en la caridad.
El Papa nos hace conocer mejor el camino terrenal de este incansable pastor y predicador del “Gran Siglo”, marcado por graves crisis políticas en el Reino de Francia y por las guerras religiosas. Con numerosas citas de este Doctor de la Iglesia, el Papa explora más ampliamente su espiritualidad.
Su “estilo de vida lleno de Dios” enseña que la fe es “ante todo una actitud del corazón”, que “la experiencia de Dios es evidencia para el corazón humano”, subraya Francisco: “Si el hombre piensa con un poco de atención en la divinidad, inmediatamente siente una dulce emoción en su corazón, lo que prueba que Dios es el Dios del corazón humano”.
Para el Pontífice, esta es la síntesis de su pensamiento: “En el corazón y por el corazón que el hombre reconoce a Dios y al mismo tiempo a sí mismo, su origen y profundidad, su realización en la vocación al amor”.
Como escribe san Francisco de Sales, “es la caridad y el amor lo que da valor a nuestras obras”. El amor, que se manifiesta notablemente en la dulzura, es la piedra angular de la espiritualidad salesiana, y el Papa lo destaca en el título mismo de esta carta apostólica, Totum amoris est (Todo pertenece al amor). La “fuente de este amor que atrae el corazón es la vida de Jesucristo”, señala Francisco, especialmente en la cruz, vértice de la caridad de Cristo.
No es casualidad que San Juan Pablo II lo llamara “Doctor del Divino Amor”, recuerda Francisco, no sólo porque escribió “un Tratado sobre el mismo, sino sobre todo porque fue testigo de él”.
Francisco de Sales enseña también a “no rechazar ni desear nada”, no por quietismo o voluntarismo, sino viviendo el abandono “contemplando la vida misma del Hijo Encarnado”.
El Papa elogia la capacidad del obispo de Ginebra para conciliar “contemplación y acción”, superando así “toda rigidez inútil o retraimiento en sí mismo”, interrogándose “en cada momento, en cada elección, en cada circunstancia de la vida, donde encontrar el mayor amor”.
El llamado universal a la santidad
El fundador de la Orden de la Visitación -con Santa Juana de Chantal-, siempre deseó que cada fiel, cualquiera que sea su estado de vida, pudiera vivir plenamente su fe, mostrando también que “la santidad no es prerrogativa de una clase o otro” (San Pablo VI). “Atravesar la ciudad terrena conservando la vida interior, conjugando el deseo de perfección con cada estado de vida, encontrando un centro que no se separe del mundo, sino que aprenda a habitarlo, a apreciarlo, aprendiendo también a mantener su distancia. Esta fue su intención y sigue siendo una valiosa lección para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo”, dijo el Papa.
Su testimonio de virtud, optimismo y bondad fructificó durante su vida, pero aún más después de su nacimiento en el cielo. San Francisco de Sales es parte de la eternidad de aquellos que “nos instan a tomar el camino único y específico que el Señor nos ha trazado”, explicó Francisco.
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