Decía un día el profesor Plinio Corrêa de Oliveira que realmente hay en el hombre solo dos ‘Tendencias madre’, la Tendencia hacia su egoísmo, y la Tendencia a lo Maravilloso.
Redacción (24/03/2022 22:05, Gaudium Press) Decía un día el profesor Plinio Corrêa de Oliveira que realmente hay en el hombre solo dos ‘Tendencias madre’, la Tendencia hacia su egoísmo, y la Tendencia a lo Maravilloso.
La Tendencia al egoísmo degenera luego en el vicio, particularmente el orgullo y la sensualidad, mientras que la Tendencia a lo Maravilloso se manifiesta en ese deseo innato de lo perfecto, de la virtud, de lo sublime, en el fondo es la tendencia hacia Dios. Esta tendencia es más manifiesta en la infancia, cuando aún no se ha perdido la inocencia, cuando el niño continuamente construye lo que el Dr. Plinio llamaba “modelos maravillosos”, ‘mundos perfectos’ a partir por ejemplo de una pompa de jabón que mira encantado, de las bolas doradas o rojas del árbol de navidad que contempla, de un ciervo que ve en el zoológico, de su perrillo, seres a partir de los cuáles él vuela encantado hacia mundos más perfectos.
Se entiende más fácil así lo que el Dr. Plinio llamaba los ‘vectores’ del proceso humano, del proceso del hombre:
El pecado original y el demonio buscan fomentar la Tendencia al egoísmo, mientras que la gracia, los ángeles, la Virgen, buscan fortalecer la Tendencia a lo Maravilloso, la Tendencia al Creador.
Luego otro día trataba el Dr. Plinio de la tentación contra la Tendencia a lo maravilloso, la cual sería la gran tentación, la tentación fundamental del hombre:
“¿Cuál es la gran tentación? [Es cuando surge la pregunta:] ¿Ese maravilloso existe? ¿No será solo un sueño? ¿Vale la pena correr detrás de él? ¿Que es lo que él nos aporta?”
“Cuando resistimos a esa tentación nuestra vista se clarifica, se ordena, una cosa llamada ‘juicio’ toma fuerza – afirma el Dr. Plinio. Y entonces comprendemos la locura de esa tentación y ¡cómo fue bueno escoger ese ideal! En lugar de decir: ‘Sentido del ser, sentido de lo maravilloso, no fuiste sino un sueño’, nosotros exclamamos: ‘Sentido del ser, sentido de lo maravilloso, fe, ¡solo tú me dices la verdad! Yo pasé, vi todas las cosas, las analicé bien y comprendí: ¡solo tú no me mentiste!”
Es claro, con los años comúnmente viene lo que algunos llaman la “venalidad de la edad madura”, ese desencanto con las ‘ilusiones’ de la juventud, con esos ‘sueños tontos’ de los años mozos, de la infancia: no es ese sino el lamento de desesperación fría de quien dejó sumergir en el lago del escepticismo y sus flaquezas su propia Tendencia a lo Maravilloso.
Eso es algo peor que el propio vicio, pues corta de tajo el impulso a la virtud, que es el impulso a lo maravilloso, la Tendencia a lo maravilloso. Lamentablemente, es lo que ocurre con la mayoría de los hombres.
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Pero en este valle de exilio siempre hay buenas noticias para quien tiene Fe: lo maravilloso sí existe, y siempre podremos retomar el camino hacia él. Siempre podemos salir de ese terrible estado de no creer en lo maravilloso, siempre podremos rechazar y cortar de raíz la tentación de lo banal o pútrido anti-maravilloso.
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Los castillos y las catedrales nos proclaman que lo maravilloso existe. Bárbaros que en sus inicios comían carne cruda – como los animales – , construyeron luego un Chambord, una Sainte-Chapelle, una catedral de Chartres. De un violento Clovis, surgió luego un cisne de la civilización como María Antonieta, o un lirio de virtud como San Luis Rey de Francia.
¿Que medió entre una cosa y otra? Algo muy simple: la gracia, la unión de esas gentes bárbaras con la Iglesia fortaleció su Tendencia a lo Maravilloso y anuló el impulso al egoísmo. Y de ambulantes tiendas de pieles salvajes surgió la maravilla que fue la Cristiandad medieval.
Pero lo que viene es más maravilloso.
Será más maravilloso, porque el Reino del Inmaculado Corazón de María anunciado por la Virgen en Fátima será construido con un favorecimiento más consciente de esa Tendencia a lo Maravilloso. Es decir, los hombres darán un impulso sistemático, continuo, creciente, con la gracia y los ángeles, a su sed de perfección, a su sed de sublime que es sed de Dios.
Y así, los hombres sabrán más que cuando oran, están también pidiendo fuerzas para construir una tierra parecida al cielo, una especie de Jerusalén celestial pero aquí en la Tierra. Que cuando reciben a Jesús Sacramentado y adoran a Jesús Hostia, fortalecen también su deseo de las maneras arquetípicas, del relacionamiento humano arquetípico, de las construcciones arquetípicas, de las artes arquetípicas, la literatura arquetípica, de las liturgias arquetípicas, de la Vida Arquetípica, sublime, la vida maravillosa.
El Reino del Inmaculado Corazón de María será más perfecto, porque los hombres van – de forma consciente, explícita y continua – a querer hacer un mundo donde en todo lugar pueda hacerse presente y habitar la Virgen, la Obra Maravillosa del Creador.
En ese Reino también estará presente la Cruz, porque la Cruz es maravillosa, porque el Sacrificio redentor fue maravilloso, porque la Virgen maravillosa también cargó maravillosamente la cruz. Pero por la Cruz, también se irá a la luz maravillosa del Reino del Inmaculado Corazón de María.
Por Saúl Castiblanco
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