miércoles, 22 de octubre de 2025
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¿Qué sabemos sobre el futuro del Opus Dei?

Existe un pedido de reforma, un intenso debate sobre la relación entre clérigos y laicos y la supervisión romana, y una serie de investigaciones y disputas legales que cubren el horizonte.

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Foto: Opus Dei

Redacción (22/10/2025 14:23, Gaudium Press) Recientemente, han surgido artículos que sugieren que el Opus Dei está a punto de ser desmembrado o, más dramáticamente, al borde de dejar de existir. Estas hipótesis se basan en rumores provenientes de Roma, filtraciones selectivas y un clima de incertidumbre en torno a la revisión de los estatutos de la prelatura, exigida por el documento Ad charisma tuendum de 2022. Pero ¿qué sabemos realmente? ¿Y qué es razonable esperar del proceso en curso, ahora bajo un nuevo pontificado? Para responder a estas preguntas, es necesario distinguir entre inferencia y especulación.

La historia comienza con el motu proprio Ad charisma tuendum, promulgado en julio de 2022, que rediseñó el marco canónico del Opus Dei, transfiriendo la prelatura del Dicasterio para los Obispos al Dicasterio para el Clero y eliminando la práctica de la ordenación episcopal de prelados. Presentada oficialmente como una medida para reforzar el carisma original de la institución, la reforma tenía un objetivo práctico: adaptar las normas del Opus Dei a la eclesiología y al ordenamiento jurídico posreforma de la Curia, establecidos por la Constitución Apostólica Predicate Evangelium del papa Bergoglio.

Esta interpretación “técnica”, sin embargo, coexistió desde el principio con interpretaciones más amplias, que veían el texto como un intento de frenar una autonomía que, durante décadas, había sido considerada excesiva por los críticos.

En 2025, mientras la prelatura se preparaba para votar sobre los nuevos estatutos propuestos en una asamblea general previamente convocada, la muerte de Francisco provocó la suspensión del punto central de la agenda y el aplazamiento formal de la adopción del nuevo texto, según informó la Catholic News Agency, que detalló que la revisión estatutaria se pospondría y que la reunión se limitaría a asuntos administrativos internos. La CNA también recordó los puntos principales del motu proprio: la subordinación al Dicasterio para el Clero y la supresión de la tradición de elevar al prelado del Opus Dei al episcopado.

En este contexto, algunos informes aludieron a una “reforma radical” o a un posible “fin” de la obra tal como la conocemos hoy.

Informes de la midia

A mediados de octubre de 2025, el Catholic Herald publicó un artículo que describía, basándose en fuentes anónimas, una propuesta de triple división: una estructura exclusivamente clerical para sacerdotes incardinados, una Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz renovada para el clero diocesano y, aparte, una asociación pública de fieles independiente para los laicos. Dicha reestructuración, de confirmarse, supondría una ruptura de la “unidad de espíritu y gobierno” que ha caracterizado al Opus Dei desde su fundación, restringiendo la jurisdicción directa del prelado sobre el clero. El artículo también recogía la reacción oficial del Opus Dei, que describía el texto original como una “opinión basada en fuentes anónimas” y afirmaba que no había novedades más allá de la presentación de una propuesta de reforma a la Santa Sede en junio. En resumen, por ahora, solo hay ruido, preocupación genuina y una respuesta contenida, sin ningún decreto público que confirme esta triple división.

Cabe destacar también que algunos medios de comunicación internacionales han enfatizado el daño a la reputación del Opus Dei, tanto por acusaciones antiguas como recientes. En abril de 2025, The Guardian publicó un informe sobre el caso de 43 mujeres en Argentina que afirman haber sido sometidas a explotación y servidumbre en labores apostólicas vinculadas a la prelatura; un dossier que llegó a la fiscalía federal y presionaba por responsabilidad penal.

Aunque el Opus Dei niega vehementemente las acusaciones, la narrativa judicial y su cobertura mediática añaden tensión a cualquier debate sobre los mecanismos de gobernanza y supervisión de la institución. Si bien las cuestiones locales no determinan por sí mismas la estructura canónica global, influyen en el debate y ofrecen pretextos a quienes abogan por reformas más rigurosas.

Otro aspecto relevante del debate proviene de análisis investigativos y de opinión. Gareth Gore, periodista que ha cubierto el tema en los últimos años, ha publicado una serie de textos, entrevistas y publicaciones muy críticas sobre la historia y la cultura institucional del Opus Dei. Su trabajo, que circula en plataformas como Substrack y el National Catholic Reporter (NCR), argumenta que la reforma requerida en 2022 se ha estancado, que los borradores de los nuevos estatutos han sido rechazados y que, hasta la fecha, no ha habido una implementación efectiva. El mismo artículo recuerda que el nuevo Papa recibió al prelado del Opus Dei en una de sus primeras audiencias, un gesto interpretado por algunos como una exigencia y por otros como una cercanía. Estos datos, documentados y más verificables, ofrecen mayor solidez, pero no justifican afirmaciones de un “fin” inminente del Opus Dei.

Cabe destacar que tanto la prelatura como escritores y medios de comunicación católicos han respondido a las críticas de Gore, señalando inexactitudes o sesgos en el material; incluso existen comprobaciones de datos y notas aclaratorias publicadas por canales oficiales del Opus Dei y replicadas por medios afines. Esto demuestra que, dentro del debate público, existe una disputa abierta sobre interpretaciones y credibilidad, algo típico en procesos eclesiales delicados.

Aun así, los datos fácticos relevantes para nuestra pregunta —el estado de la reforma— no dependen del acuerdo con el diagnóstico de una u otra parte. Están condicionados a la aprobación, por parte de la Santa Sede, de un posible texto estatutario y su contenido. Hasta que esto ocurra, nos encontramos en el ámbito de lo probable y plausible, no en el de lo definitivo.

Elementos consolidados

¿Qué parece, entonces, consolidado? En primer lugar, el Opus Dei se encuentra, de hecho, en proceso de revisión estatutaria solicitada por la Santa Sede, y esta revisión contiene dos puntos críticos: la transferencia de la prelatura a la jurisdicción del Dicasterio para el Clero y la supresión de la práctica de la ordenación episcopal de prelados. En segundo lugar, la adopción del nuevo texto se retrasó y pospuso formalmente tras la muerte de Francisco, y la asamblea de 2025 se centró en la renovación de cargos y pospuso la revisión de los estatutos. En tercer lugar, existen rumores constantes —pero solo rumores— sobre una reconfiguración de las relaciones entre el clero y los laicos en la prelatura, posiblemente con diferentes reconocimientos legales. En cuarto lugar, las disputas legales y mediáticas en algunos países están configurando el clima y las expectativas en torno a la reforma. Estos cuatro puntos pueden crear un panorama de incertidumbre, pero no indican un colapso institucional.

Por esta razón, los titulares que predicen el “fin” del Opus Dei suenan como un tiro de mera pólvora.

El Catholic Herald informó sobre la posibilidad de una división tripartita, pero el propio artículo señalaba la negativa del Opus Dei de que se hubiera aprobado cualquier novedad y, lo más importante, no existe ningún decreto publicado que detalle dicha división.

El NCR, por su parte, deja claro que el verdadero problema no es “existencial”, sino político-eclesiástico: ¿cuál será el alcance de la reforma? ¿Qué grado de autonomía tendrá el prelado? ¿Qué unidad —de gobierno y de espíritu— es posible cuando se distinguen legalmente el camino de los laicos y del clero? Y, además, ¿hasta qué punto pretende la Santa Sede proteger, corregir o “incorporar” prácticas y una cultura organizativa que ha madurado durante casi un siglo? Estas preguntas son, sin duda, interesantes, y vale la pena observar cuál será el resultado del impasse.

También es importante destacar lo que no ha cambiado: la inspiración fundacional de San Josemaría: la santificación del trabajo y la vida cotidiana. Lo que se está debatiendo es la forma jurídica más adecuada para garantizar que esta inspiración viva en comunión efectiva con la Iglesia local y la Santa Sede, bajo mecanismos de rendición de cuentas acordes con la escala y el alcance de la prelatura. Una reforma que, por ejemplo, delimite con precisión la esfera de autoridad del prelado sobre el clero y los laicos, y que pueda interpretarse menos como un “castigo” y más como una aclaración, siempre que vaya acompañada de salvaguardas para la unidad pastoral. El propio Ad charisma tuendum hablaba de “proteger el carisma”, un lenguaje que apunta a la continuidad a través de la purificación, no de la deconstrucción. Que esta retórica se traduzca o no en disposiciones equilibradas dependerá del texto final de los estatutos, que, repetimos, no se ha hecho público.

Factores influyentes

A corto plazo, lo único sensato es observar dos factores muy influyentes. El primero es el litigio social y legal, especialmente en países donde las denuncias están cobrando fuerza. El caso argentino de las 43 mujeres generó fuertes titulares y una considerable presión política. El segundo factor es la política curial: tras la reorganización de 2022, cualquier gesto de la Santa Sede hacia el Opus Dei se considera una señal. Y, en este sentido, la decisión del nuevo Pontífice de recibir al prelado al inicio de su pontificado fue un gesto cargado de significado, aunque ambiguo por definición: podría haber sido tanto una señal de confianza como un llamado a la responsabilidad dentro de los plazos. Es esta sutileza la que alimenta análisis divergentes en las columnas y los pasillos.

Si alguien pregunta hoy, sin rodeos, si el Opus Dei se “dividirá en tres” o “dejará de existir”, la respuesta honesta es: no existe ningún acto normativo que lo determine, ni ninguna comunicación oficial de la Santa Sede al respecto. Sin embargo, existe una reforma solicitada, un intenso debate sobre la relación clero-laicos y la supervisión romana, y una serie de investigaciones y disputas legales que cargan el horizonte.

Para usar una metáfora, al dejar de lado las exageraciones y observar las piezas ya sobre la mesa, lo que se ve es un tablero en movimiento, no un jaque mate. El artículo del Catholic Herald, basado en una filtración, muestra hasta dónde algunos quieren llevar la interpretación. Los análisis de Gareth Gore, en prensa y en línea, revelan la lectura más escéptica sobre la capacidad del Opus Dei para autorreformarse. Cada pieza apunta en una dirección; ninguna, por sí sola, decide el resultado.

El futuro del Opus Dei

¿Y qué hay del futuro? La novedad del actual pontificado es la centralidad del “test Opus Dei” en sus primeros meses. El National Catholic Reporter señaló que, en la audiencia del nuevo Papa con el prelado, según lecturas internas, el tema central fue el progreso de los estatutos. Si bien es cierto que Francisco quería ver la reforma completada, también lo es que la sorpresa de su muerte interrumpió una coreografía jurídica en curso. Ahora, con León XIV, un canonista de profesión, el tema vuelve a estar sobre la mesa, con nuevas variables y sin los mismos plazos. Es plausible que, antes de cualquier firma, el Papa solicite aún más estudios y consultas, no solo por prudencia, sino para calibrar la señal que pretende enviar a la Iglesia y, quizás, incluso a otros institutos de vida consagrada. Esto cobra aún más importancia si recordamos que la cuestión del equilibrio entre carismas y estructuras es uno de los hilos conductores de las recientes reformas en Roma.

En resumen, lo que sabemos sobre el futuro del Opus Dei es menos de lo que prometen algunos titulares, y más de lo que sugiere la narrativa de que “nada cambiará”. Sabemos, reiterémoslo, que la reforma es real, que se está trabajando en el texto, que ha habido algunos retrasos y que el entorno externo se ha vuelto más difícil en 2025. También sabemos que hay grupos dentro y fuera de la Iglesia que desearían una delimitación jurídica más clara entre clero y laicos, mientras que otros temen que esto distorsione la unidad carismática original. Lo que desconocemos —y nadie fuera de la Santa Sede puede saber— es el diseño final que surgirá de la pluma del Papa. El destino del Opus Dei requiere ahora un discernimiento que no se mide en los titulares diarios, sino en la sobriedad de un texto que perdurará durante décadas.

El Papa León, circunspecto, se toma el asunto muy en serio. Todo indica que, por ahora, lo único verdaderamente cierto es que necesita tiempo para decidir si sigue el camino deseado por su predecesor o propone un nuevo camino de reforma y por el bien de la obra fundada por San Josemaría Escrivá.

Por Rafael Tavares

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