sábado, 23 de noviembre de 2024
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¿Qué sería de nosotros si internet dejara de funcionar?

Error 404: ¿Estás preparado para un mundo sin internet?” es el título de un libro de la periodista española Esther Paniagua, especializada en ciencia y tecnologías de la información.

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Redacción (13/12/2022 11:00, Gaudium Press) Si alguien te preguntara si eres dependiente de la web, los sistemas electrónicos y las redes sociales, probablemente responderías que no. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar cuál sería tu reacción si te despertaras una mañana y ya no hubiera internet?

Esta semana necesitaba ir a una oficina de correos para resolver un problema de trabajo y me sorprendí al ver el sector de cajas postales, ya que pensé que este ya ni existía. Hubo un tiempo en que tener un apartado de correos era un lujo; el servicio era muy buscado y, como había un número limitado de cajones para este fin, pocas personas podían pagar el privilegio.

Mientras esperaba en la fila para el servicio, dejé que mi mente viajara en el tiempo y volviera a los años de mi juventud, que no es que esté tan lejos, cuando la comunicación por carta era absolutamente común. Si el caso era urgente, se enviaba un telegrama, pero para conversaciones y asuntos ordinarios, las cartas personales o comerciales resolvían bien todas las situaciones.

Recibir una carta, a menos que fuera una carta de facturación, solía ser una gran alegría. Tener noticias de un ser querido, en palabras escritas de su puño y letra, era muy emocionante. Todavía tengo una caja con varias cartas guardadas, de personas que ya no están con nosotros, pero que, en cierto modo, se eternizaron en sus palabras enviadas en un sobre cerrado.

esclavos de internet

La primera modernización llegó con el télex, luego con el fax, pero ninguno consiguió desplazar a las cartas, que se seguían escribiendo y enviando, a veces extraviadas. Sin embargo, cuando llegó internet, todo cambió. Luego llegaron los correos electrónicos, una forma de comunicación mucho más rápida y eficiente; luego las redes sociales y, en muy poco tiempo, internet ocupó prácticamente todos los espacios de la comunicación humana, incluido el diálogo entre dos personas que están una frente a la otra, no pocas veces, personas que viven en la misma casa…

Juntas pero separadas por un abismo

Aparentemente, las personas están juntas, comen juntas, salen juntas, sin embargo, están separadas por un abismo contenido en un diminuto dispositivo llamado teléfono celular. En una mesa, con dos o más personas, cada uno con lo suyo, comunicándose con los que están lejos, con los que ni conoce, o bien fotografiando la comida, la ropa, el lugar, el evento y posteando para ser visto de inmediato, incluso en el otro lado del mundo.

Las cartas eran una excelente manera de enviar noticias y calmar las añoranzas, sin embargo, nunca nos convertimos en esclavos de ellas. No se puede decir lo mismo de internet. La gente se acuesta y despierta con el móvil junto a la cama y, a pesar de que los expertos advierten de los efectos nocivos de la luz azul antes de dormir, es a los móviles a los que ofrecemos nuestros últimos momentos de vigilia y la primeros momentos de la mañana, incluso antes de levantarse de la cama. Todo parece estar ahí, y se ha vuelto imposible vivir sin él.

Pero y si de una hora a otra hay un fallo importante en los sistemas y simplemente nos quedamos sin internet, ¿qué será de nosotros? ¿Cómo vamos a hablar con la gente si no podemos enviar y recibir mensajes? ¿A quién le diremos buenos días y buenas noches? ¿Cómo sabremos lo que está pasando en el mundo? Al fin y al cabo, aunque somos conscientes de que gran parte de lo que nos llega no son más que noticias falsas, desarrollamos una verdadera dependencia de estas noticias, de las consignas que guían nuestra vida y nos llevan a actuar de una forma u otra.

Error 404

Bueno, el riesgo de que Internet deje de funcionar existe, es posible, es real. Hasta ahora solo hemos hablado de lo que sucedería en nuestras vidas, en nuestro mundo privado, pero es bueno ampliar nuestros horizontes ante esta posibilidad y pensar seriamente en lo que podría suceder en el mundo si se detiene el internet.

Error 404: ¿Estás preparado para un mundo sin internet? es el título de un libro de la periodista española Esther Paniagua, especializada en ciencia y tecnologías de la información. El título aborda la posibilidad de que internet deje de funcionar, hipótesis que provocaría una situación caótica a nivel mundial, ya que, al igual que las personas, las empresas y los gobiernos no están preparados para la supervivencia fuera de la red.

La autora concedió una entrevista a la BBC News en la que menciona al filósofo y teórico de la conciencia Daniel Dennett, quien es un referente en el campo de las neurociencias, un especialista que cree que “internet se vendrá abajo y experimentaremos oleadas de pánico mundial”. Estas fueron las palabras de Dennett que estimularon la investigación del periodista para escribir el citado libro.

Más que estar impedidos de interactuar con miembros de los grupos a los que pertenecemos y no poder seguir las últimas noticias, debemos considerar que un eventual colapso de internet afectaría servicios públicos esenciales, como distribución de agua y electricidad, tráfico aéreo, hospitales, comercio y sistema financiero.

Paniagua admite que no hay forma de predecir cómo o cuándo sucederá esto, podría suceder mañana, dentro de cinco años, dentro de diez años o incluso nunca llegar a concretarse, aunque cree que “nunca” es la posibilidad menos probable y advierte:

“Ponemos todo en las computadoras, desde la infraestructura crítica de los hospitales hasta las administraciones públicas, las universidades, las empresas, nuestros cuerpos, nuestra ropa, nuestros electrodomésticos y la electricidad. Por lo tanto, si se cayera internet, todo dejaría de funcionar y se produciría un efecto cascada, un efecto dominó, porque afectaría incluso a servicios que no están conectados a la red. Expertos de los servicios de inteligencia garantizan que, pasadas 48 horas, empezaría a surgir el pánico y la gente empezaría a temer por su supervivencia”.

Uno de los aspectos que trata es nuestra absoluta dependencia de sistemas anclados en la red. Explica que, “entre todo lo que dejaría de funcionar, estarían los mercados y los supermercados. Sin internet no podían facturar, solo podían cobrar en efectivo, pero no podíamos sacar dinero del banco. Entonces los productos estarían ahí, pero no los podríamos comprar”, y cuestiona qué pasaría si no pudiéramos tener acceso a alimentos o medicinas porque no teníamos dinero, dado que “ni siquiera los expertos en seguridad nacional saben hasta dónde llegaría este efecto cascada”.

Esto tiene mucho sentido, porque rara vez vemos el dinero en estos días. Casi nadie posee billetes o incluso monedas. No importa cuánto dinero tengamos, es virtual, es como si fuera solo un concepto, una idea. Y si ya no tenemos acceso a los bancos, si nuestras tarjetas dejan de funcionar debido a la caída de Internet, ¿qué diferencia habrá si tenemos demasiado o muy poco dinero? De hecho, no tendremos nada.

“Antes, cuando sucedía algo grave, la gente se reunía en las iglesias y allí se organizaba. ¿A dónde vamos hoy? ¿al ayuntamiento? ¿A la biblioteca? La sociedad está cada vez más fragmentada, polarizada e individualizada. Y, debido a que estamos separados unos de otros, las consecuencias de un evento como la caída de Internet podrían ser aún peores”. Esta es una de las preguntas que plantea la periodista y que demuestra muy claramente nuestra fragilidad y nuestra segregación.

Causas de un apagón

El libro explica que entre las hipótesis probables de un gran apagón en internet están las catástrofes naturales, que pueden golpear a los satélites, por ejemplo, problemas con los cables submarinos y una falla en el sistema DNS (Domain Name System, que contiene el registro de todos los dominios), actualmente protegido por 14 guardianes, que son personas físicas que poseen contraseñas y son responsables de una capa de seguridad digital protegida, creada en 2010. Según el autor, “los guardianes se reúnen cada seis meses para actualizar el sistema DNS y renovar claves digitales. Cada uno tiene una clave física asociada a las capas de protección digital y debe llevarla consigo cuando se reúnan”.

Otra hipótesis muy considerada es la vulnerabilidad de los sistemas frente a ataques de hackers, los cuales se vuelven cada vez más eficientes en sus acciones. El autor menciona el caso de un ciberataque ocurrido en 2021 contra el principal proveedor de telecomunicaciones de Bélgica, que duró unas horas y cerró la mayoría de los servicios gubernamentales, incluidos importantes servicios hospitalarios, Parlamento, universidades, etc., provocando un verdadero caos en ese país. Y otro hecho relativamente reciente, que muchos recordarán, ocurrió el 4 de octubre de 2021, cuando la actualización de un protocolo básico provocó la caída generalizada de Facebook, WhatsApp e Instagram.

Valorando lo real y no lo virtual

Lo que nos debe preocupar no es si esto sucederá o cuándo sucederá, sino qué provocará esto en la vida de cada uno de nosotros, porque, poco a poco, nos vamos olvidando de la dimensión real de las interacciones humanas e incluso de nuestra relación con Dios.

Es evidente que la caída de Internet podría causar caos en el mundo y muchas personas podrían incluso morir como resultado de ello. Sin embargo, incluso si eso no sucede, incluso si las empresas y los gobiernos logran crear estructuras de seguridad que sean lo suficientemente efectivas para preservar Internet, ¿qué nos sucedería a cada uno de nosotros si nos priváramos del acceso a la red?

Voy a presentar una situación que hasta puede parecer ridícula y exagerada: pensemos cómo quedan las personas en la transición entre la vida y la muerte, dirigiéndose al mundo espiritual, a la eternidad, y viéndose, definitivamente, sin acceso al celular y a sus redes sociales. redes ¿Cuántos aún logran comunicarse con Dios, entre ellos y cada uno consigo mismo sin el recurso artificial del internet, una computadora, una tableta o un celular?

Con o sin la caída de Internet, debemos estar preparados para volver a ser dueños de nuestra propia vida y darnos cuenta de cuántas personas reales y cosas realmente buenas existen cerca de nosotros que, por una pantalla mágica, no logramos percibir, ver y valorar.

Por Alfonso Pessoa

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