Frases inspiradoras del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira sobre la cruz, el dolor, el sufrimiento y el sacrificio.
Redacción (17/11/2021 11:06, Gaudium Press) A un mundo que no entiende el papel del sufrimiento, el cual siempre está presente en la vida del hombre, tal vez le vengan bien algunos de los múltiples pensamientos expresados sobre esa materia por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Es claro, las generaciones de estos tiempos son más débiles, y necesitan pedir más el auxilio de la Providencia para aguantar la cruz. Pero la cruz siempre estará ahí, y es necesaria:
“El diamante es un carbón que, en las tinieblas y bajo la presión de los sufrimientos más atroces, admiró tanto la luz que se transformó en un rayo de sol”.
“El hombre concebido en el pecado original no puede tener una buena alegría sin tristeza: la buena alegría lo deteriora, si no contiene tristeza. Y por otro lado, no puede tener buena tristeza si no tuviese alegría”.
“Yo comprendí que sólo vale el alma que tiene amor al sufrimiento. ¿Por qué? Porque el sufrimiento es desagradable, pero en el contacto con él, en el contacto con la Cruz de Nuestro Señor, el alma se limpia, las blanduras huyen y la rectitud del jucio se restablece, la persona pasa a tener coraje y camina. La fuente de la energía es la cruz”.
“La vida humana trae necesariamente para todo el mundo grandes sufrimientos. Y en el fondo toda criatura es un gran sufridor, no es un gozador, no existe el gran gozador. El gran gozador es un sufridor que esconde su sufrimiento, que no solo lo silencia, sino que lo disfraza. La vida en el fondo es hecha de sufrimiento, y sufrimientos muy grandes”.
“Siempre que el hombre busca ansiosamente la alegría, nace la tristeza dentro de su alma”.
“Como sería bueno y como andaríamos mejor, si fijásemos bien que no debemos mirar para nuestro futuro ávidos y hasta golosos de las formas próximas de alegría, sino que debemos considerarlo con una mirada llena de fe varonil, preguntando: ‘Dolor, ¿dónde estás? Cruz, Cruz de mi amor, ¿dónde estás? ¡Voy a tu encuentro! Es por tu causa que yo recorro el camino. Ese camino sería una excursión banal y sin gracia, si tú no estuvieses presente, con tu tragedia, tu dolor, tu misterio. Ave Crux, spes unica. Oh Cruz, fantasma para los otros, ¡para mí tú eres esperanza”.
“El Hijo del Hombre puede ser tan bien representado por un cordero: Él es el Cordero de Dios; puede ser tan bien representado por un león: ¡Él es el León de Judá. Él podría se representado por mil otros símbolos. Entre estos, ¡cómo sería grato venerar el látigo con el cual Él expulso los mercaderes del Templo! Sin embargo, Nuestro Señor tiene un símbolo. Ese símbolo es la cruz. La Cruz de lo alto de la cual Él gimió ‘Eli, Eli, lamma sabacthani’”.
“Cuando el hombre camina en la vida, lo que él considera con más atención es la perspectiva de las alegrías y las victorias: eso lo alienta a ir hacia adelante. No obstante, cuando el hombre hace la retrospectiva de su vida, él no fija tanto la atención en las victorias que tuvo, sino en los dolores que padeció por amor a Nuestro Señor Jesucristo. El Cuerpo de Nuestro Señor resurrecto era tal que de todas sus llagas salía luz. Así también, cuando el hombre llega al extremo de la vida, los dolores que él sufrió por amor a Jesús y María, esos dolores son luminosos”.
“La respuesta para la tristeza general del mundo es la alegría del dolor”.
“El dolor es la puerta de la sabiduría”.
“¡El espíritu de sacrificio tiene que acompañar al católico en todos los días de su vida! Él debe hallar normal estar siendo probado, normal estar siendo odiado, normal ser perseguido, normal tener que combatir con duras penas el adversario. (…) Caminamos para la atmósfera aúrea y plateada del Reino de María. Pero no nos olvidemos: ¡En el centro de esa atmósfera está implantada la cruz! Y quien no fuere hombre de cruz, no es hombre de Jesús ni de María. ¡Y no es digno de entrar en el Reino de María!”.
La vida, mezcla de alegrías y sufrimientos
“No sea un ‘llorón’ con sus sufrimientos. ¿Usted está sufriendo? Esta bien, pero su vida no es hecha solo de sufrimientos. Ella tiene otras cosas buenas: tiene pan con mantequilla; trabaje, luche, ponga su ideal donde debe estar, o sea, en el servicio de la Santa Iglesia y en la derrota de satanás, enfrente las cosas, y vaya para adelante”.
“Inmerso en el infortunio, el hombre también debe deleitarse con los elementos de felicidad proporcionados por la Providencia Divina”.
“Si analizan bien la razón por la que aguanto tanta cosa, constatarán: es porque yo me contento con muy poco. Habitualmente estoy contento con casi nada. No soy exigente, no soy peleón. Cualquier cosita buena que se haga para mí, sobre todo para la causa de la Iglesia, yo la acojo de brazos abiertos y soy grato la vida entera. Estoy tan dispuesto a ver méritos en los otros (sin ser ingenuo: si hay una cosa que no soy, es ingenuo), que cualquier cosa me contenta. Por eso motivo me emocioné cuando vi aquel caballito viejo, mojado y zurrado, guiando esa carretica cerca del Cementerio de la Consolación. Porque me acordé, primero de mi madre, pero después me acordé de mi mismo. (…) Cabalgando con tanta naturalidad, con tanta holgura y – si es posible decirlo de un animal – con tanta alegría en medio de su sufrimiento”.
“Hay un choque de algunos de mis hijos conmigo. Porque están muy dispuestos a recibir consolación, pero en la hora del pedido: ‘Contentese con poco’, en la hora de la cruz: ‘Sufra’, él recusa. Ora, la gracia juega con nosotros – si podemos decir así – este juego: en la hora de la consolación, ella nos presenta un paraíso; cuando estamos inebriados, ella nos presenta la cruz: ‘¡El paraíso cuesta la cruz!’. Es entonces que debemos hacer una deliberación: ‘¡Voy a sufrir!’ ‘Ese sufrimiento es medicinal: me prepara para la unión con Cristo ya en esta tierra y después en el cielo’. Oh es así, o todas aquellas gracias de las consolaciones quedan revoloteando por el aire encima de un pantano inmundo y no avanzan”.
“Tenemos que besar la cruz con cariño, como Nuestro Señor tomó su Cruz: ‘¡Seguiré ese camino! Seré serio en ver la cruz, pagaré mi precio, pediré fuerzas a Nuestra Señora. Sin su mediación nada conseguiré, ¡pero con Ella haré mi deber!’ De lo contrario, nada, nada, nada adelanta”.
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