jueves, 21 de noviembre de 2024
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Rector de la Universidad de Comillas: Estado no puede anular derecho a vivir la fe en sus dimensiones públicas

El Rector jesuíta hace una defensa de la “laicidad positiva”, en artículo en el que analiza una carta del Ministro de la cultura español a su partido.

Rector Comillas

Madrid (28/01/2021 16:22, Gaudium Press) En artículo publicado en la Revista Ecclesia, el P. Julio Martínez, SJ, quien es rector de la Universidad de Comillas, hace una defensa de la “laicidad positiva” en la que analiza una carta del Ministro de la cultura español a su partido, a título de Secretario de Laicidad del mismo.

En la carta al Psoe no hay señales de que la religión debe tener espacio en lo público

Expresa el sacerdote que no encuentra en esa misiva “señales de que la religión deba tener cabida en el espacio público. Su visión está en la línea de lo que yo llamo ‘neutralismo con desalojo público de lo religioso’: uno puede ser privadamente tan religioso como quiera siempre que no pretenda que sus creencias tengan repercusión social. En realidad, esa visión suele contener una visión negativa de la religión. El espacio de lo público debe estar a resguardo de cualquier convicción que provenga de la religión, pero no así de otros intereses de índole cultural encarnados, por ejemplo, en movimientos ‘emancipadores’. En nombre de la ‘neutralidad’ se silencia y se amputa una dimensión que lejos de ser perniciosa, puede aportar y aporta mucho a la formación de los corazones y a la convivencia social”.

Expresa el sacerdote que ejemplo de esa concepción de la laicidad son los casos de prohibiciones o retiros de símbolos religiosos en el espacio público, o incluso movimientos que buscan prohibir manifestaciones de la Semana Santa.

El ministro Uribes pone como ejemplo de laicidad el ‘Acto civil, solemne y de Estado’ en memoria de las víctimas de la pandemia. Me pregunto si no hubiera sido también constructivo para la sociedad que el presidente del Gobierno se hubiera dignado a participar en el funeral celebrado en la Almudena y al que sí acudieron los reyes. También me pregunto si en el otro ejemplo que pone —la toma de posesión del Gobierno— cree que nunca debiera haber un símbolo religioso, aun cuando algún ministro sea creyente y lo valore en su juramento”.

No se puede negar el hecho religioso – El Estado no puede pretender que la sociedad sea laica

Confundir el concepto de ‘laicidad del estado’ con el de ‘sociedad laica’ “perjudica la pluralidad que expresa riqueza y vitalidad social. No se puede ignorar que la laicidad del Estado está al servicio de una sociedad plural en el ámbito religioso, donde hay creyentes y no creyentes. El Estado laico se sitúa como garante de la libertad, mientras que, por el contrario, una sociedad ‘laica’ implicaría la negación social del hecho religioso o, al menos, del derecho a vivir la fe en sus dimensiones públicas”.

El Estado no puede “pretender que la sociedad sea laica”, expresa el P. Martínez.

Aplica su doctrina el sacerdote, a la nueva ley de educación, impulsada por el partido de gobierno: Sus objetivos “dirigidos a quitarle valor real a la asignatura de religión o a poner más dificultades para que colegios concertados católicos puedan ofrecer su modelo educativo, al ministro le parecen avances en la laicidad y a mí me parecen graves retrocesos laicistas”.

También nota el jesuita la ausencia en la carta del ministro, “es una referencia explícita al artículo 16 de nuestra Constitución y a las sentencias del Tribunal Constitucional que han utilizado la expresión «laicidad positiva» para interpretar el artículo 16.3 de la Constitución: «En su dimensión objetiva, la libertad religiosa comporta una doble exigencia: primero, la de neutralidad de los poderes públicos, ínsita en la aconfesionalidad del Estado; segundo, el mantenimiento de relaciones de cooperación de los poderes públicos con las diversas iglesias» (STC 101/2004)”.

“En efecto, nuestra Constitución no postula, ni en el espíritu ni en la letra, la exclusión del hecho religioso en la vida social y pública o su reducción al ámbito exclusivo de las conciencias o los templos, sino que, como todo lo que afecta a las personas, las convicciones y los valores tienen repercusión en la esfera social. Y, a tenor de la significación histórica del catolicismo, reconociendo que es la religión mayoritaria que profesan los ciudadanos españoles, declara una especial colaboración del Estado con la Iglesia católica a favor de los ciudadanos. Esta afirmación constitucional no va —ni debe ir— en detrimento de nada ni contra nadie. Sobre ese marco habrá que seguir haciendo los desarrollos y modulaciones requeridos por la evolución del paisaje religioso, pero sería una gravísima irresponsabilidad echarlo por tierra”, concluye el Rector.

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