La Hermana Gloria Narváez ha escrito 11 líneas a su hermano, a las que ha tenido acceso la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre.
Redacción (09/07/2021 11:25, Gaudium Press) La Hna. Gloria Narváez Argoti, religiosa colombiana secuestrada en Malí desde el 2017 mientras desarrollaba labores apostólicas, ha dado señales de vida, después de un largo silencio que hacía temer lo peor.
Es un mensaje enviado por medio la Cruz Roja Internacional a su hermano Edgar Narváez Argoti, de once líneas, a la que ha tenido acceso la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre – ACN, y que está fechado el 3 de febrero de este año y redactado de su puño y letra con tinta de bolígrafo azul y en mayúsculas. La familia recibió la carta en el mes de mayo, pero solo ahora la hacen pública.
“Reciban mis saludos fraternales. Que el buen Dios los bendiga y les dé salud. Yo estoy cuatro años secuestrada y ahora estoy en un nuevo grupo”, escribe la Hermana Gloria, la cual identifica al grupo terrorista que la mantiene cautiva como el GSIM (Groupe de soutien à l’islam et aux musulmans).
Ese “Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes” es una alianza yihadista del Sahel vinculada a Al Qaeda. En la nota, la hermana Narváez pide las oraciones de todos para obtener su libertad. “Oren mucho por mí. Que Dios los bendiga. Espero que Dios me ayude a conseguir la libertad. Fraternalmente, Gloria”, concluye la religiosa secuestrada.
El destinatario de la nota es su hermano, Édgar Narváez, maestro de escuela en Pasto, la ciudad natal de la religiosa colombiana. En entrevista con la Fundación Pontificia ACN, el maestro recordó que en su primera carta le comunicó a su hermana que su madre, Rosita Argoty de Narváez, había fallecido en septiembre de 2020 a los 87 años, incapaz de “soportar más la tristeza y la desesperación”. Su hermana respondió meses después: “Envió saludos a la familia, dijo que estaba bien de salud y que, por favor, pidiésemos a las autoridades, aquí en Colombia, que tomaran medidas para que pudiera ser liberada y regresar a su país”.
La salud de la religiosa
Sobre el estado de salud de su hermana, Édgar Narváez dice que su hermana se encuentra bien, aunque la liberación en octubre de la doctora francesa Sophie Petronin, otra rehén con la que compartía cautiverio, le afectara mucho: “Esa separación le hizo psicológica y mentalmente daño a mi hermana, porque fueron cuatro años de amistad. Congeniaban mucho y se hicieron muy buenas amigas”.
Tras la liberación de Petronin, “la trasladaron a un grupo llamado ‘Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes’ a un lugar más remoto. Pero, poco a poco, se recuperó mentalmente y ahora está bien”, añade Édgar Narváez. “Está acabada físicamente, muy delgada, su rostro está curtido por el sol, por el clima de la región de Mali, pero gracias a Dios está sana. Es muy fuerte”.
Lo que él más espera es la liberación de su hermana: “Eso es lo que todos deseamos. Eso es lo que quería mi madre: verla libre y morir en paz. No ha sido posible…”.
Con información de la Oficina de Prensa de Ayuda a la Iglesia Necesitada
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