sábado, 19 de abril de 2025
Gaudium news > Revolución Tendencial soterrada (IV) o lo que no pudo destruir en las almas de los nuevos Adán

Revolución Tendencial soterrada (IV) o lo que no pudo destruir en las almas de los nuevos Adán

“Pensemos en Adán, en el Paraíso, conversando con Dios. Dios le presentaba todos los animales ‘para ver qué nombre les pondría’…”

3 2

Redacción (19/04/2025 09:51, Gaudium Press) En nota anterior tratamos de ejemplificar, sumergiéndonos en los rostros de los Santos, cuál es el Reino de la Templanza que vigora en un alma donde las pasiones están dominadas, Reino que es justamente lo que quiere destruir la Revolución Tendencial.

Leer también: Revolución Tendencial soterrada (III) o los rostros que no pudo ni destruir ni manchar el lodo

Hoy intentaremos mostrar, que lo que la Revolución Tendencial busca aniquilar de fondo, la adecuada relación del hombre con la Creación, que es la que le permite descubrir por esta vía la Huella de Dios en el Universo. Pues es en un relacionamiento con Templanza, donde podemos descubrir a Dios en un Ave, en la corona de un Rey, en la bendición de un Papa, en la humildad de un mendigo.

***

Pensemos en Adán, en el Paraíso, conversando con Dios.

Dios le presentaba todos los animales “para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo”, nos relata la Escritura. (Gen 2, 9-10)

El primer hombre, acabado de salir de las manos de Dios, era puesto por el propio Dios a darle un término a otras de sus maravillosas criaturas. El término, forzosamente tendría relación con la esencia que Dios le había dado a cada ser, y tendría relación con el simbolismo de ese ser, es decir, en qué por ejemplo una grulla simbolizaba a Dios, su Causa, ya que “Dios es causa del ser de todo”. (Summa contra Gentiles Cap. XV)

Pero este ejercicio que iba siendo hecho por Adán, esa relación de Adán con las criaturas, al mismo tiempo que buscaba descubrir la huella de Dios en cada ser, no era agitada, y no se quedaba en la mera delectación sensible de las cualidades de cada ser, sino que justamente procuraba el mensaje de Dios en todo el orden creado. Y esto con Templanza, una templanza que contemplaba, que degustaba la Creación, pero que trascendía la Creación.

De hecho, la Beata Emmerick resalta este dominio de Adán sobre sus pasiones, cuando afirma que, aunque “toda la creación servía a Adán antes del pecado”, él no perdía su señorío con “nada de lo que le rodeaba; paseaba entre los árboles y entre los animales como si estuviera acostumbrado” (Cfr. Ana Catalina Emmerick. Visiones Completas. Antiguo Testamento). Es decir, él podía incluso estar en éxtasis, admirado del reflejo de Dios en sus criaturas, contemplando esa escalera luminosa que son las huellas de Dios en los diversos niveles de la Creación, que nos lleva peldaño tras peldaño, desde la nada del hombre y de toda materia, hasta la infinitud del Absoluto. Pero ese éxtasis era hecho con Templanza, con absoluto dominio de sus pasiones, sin nada de orgullo loco y egoista por ser el rey de la creación material, ni nada de sensualidad desbocada que quisiera encharcarse en la mera delectación hiper intensa de los sentidos. Templanza de Adán, en la que “la pasión [no] empuja a algo contrario a la razón”. (S Th 1-2 q.61 a.2)

7 8

Adán, antes del pecado, era el Humano contemplativo perfecto, que como humano que era, hacía uso de la Creación, pero que era impoluto, incontaminado por la Revolución Tendencial, es decir, sin nada que le hiciese perder dominio sobre sus pasiones, pues tenía un relacionamiento adecuado con la Creación, sensible, degustativo, pero a la búsqueda del símbolo, metafísico, y finalmente religioso, pues el término final de este relacionamiento era Dios.

Considerando, pues, esta actitud de Adán cuando impoluto, se percibe mejor qué hace la Revolución Tendencial:

Ella, por exceso de contacto sensible con el orden creado, o por defecto —es decir por un contacto con lo que este orden creado tiene de carente—, suscita el orgullo marxista destructor de las desigualdades y la concupiscencia loca que ansía la anarquía y el amor libre. Con exceso o desorden de noticias sensibles —p. ej. vivir todos los días comiendo platos requintados y en excesiva abundancia, o con los sonidos cacofónicos del rock, o al ritmo frenético de la sociedad industrial— se suscita en el hombre la sensualidad desordenada; con la ausencia de noticias sensibles —p ej., como la de los ambientes comunistas, donde todo tiende a lo pardo o gris, o como el arte tipo minimalista o el loco abstracto— se impide que el hombre vuele hasta Dios por medio de la escalera de la Creación.

Leer también: Revolución Tendencial soterrada (II) o cuando el rock desbocó los caballos del buen seminarista Juan

La gracia de Cristo, tiene como efecto restaurar ese equilibro en el contacto con la Creación, en el alma de los descendientes de Adán. Santa Gema Galgani, Dr. Plinio, Santa Teresita, son almas en las que la gracia restauró esa condición primigenia de Templanza y Contemplación del padre del género humano. El demonio es típicamente el ser en Estado de Revolución Tendencial, agitado, soberbio, ensimismado con su supuesta grandeza, que no contempla a Dios, no rinde tributo a Dios, envidioso. Jesucristo es por antonomasia el Nuevo Adán, el Cordero sereno, que siendo Dios se hace en su humanidad esclavo de Dios, que ve a Dios en un niño, en un lirio del campo, también en Salomón con todas sus grandezas.

10 2

***

Es normal que cuando en un contexto geográfico y de civilización se va alcanzando la verdadera paz, como fue ocurriendo en Europa a medida que avanzaba la Edad Media, se procure mejorar las condiciones de vida, como la comida, el vestido, las celebraciones, ciertos ‘lujos’, pues al final el hombre en su interior siempre desea llegar al cielo, y quiere que las cosas de esta tierra le vayan sabiendo a cielo, le reporten una mayor felicidad.

Sin embargo, es fácil también que el ser humano herido por las malas tendencias del pecado original, en un cierto ambiente de holgura de bienes materiales, quiera hacer de esas cosas y de los placeres de esta vida su término final.

Es normal, pues que cuando la Edad Media iniciaba su remontada hacia su brillo cenital, Dios suscitase una orden como la de Cluny, que buscaba hacer de sus abadías pedacitos de cielo, sirviendo así de inspiración a toda la cristiandad. Pero también es normal que cuando el peligro de la vanidad en el vestido, en las fiestas, un deseo de acomodamiento mole, o el riesgo de los excesos en el comer y en el uso de cualquier bien, amenazasen tal cristiandad, Dios suscitase figuras como un San Bernardo, u órdenes como las mendicantes, que recordaran a los hombres que la vida en esta tierra es solo un paso, importantísimo porque aquí se juega el destino eterno, pero un mero paso que es prueba, rumbo a la eternidad feliz. Dios quería preservar la Templanza en el orden social cristiano medieval.

Al final, como resume el prof. Plinio Corrêa de Oliveira en su glorioso ensayo Revolución y Contra Revolución (R – CR), “en el siglo XIV comienza a observarse, en la Europa cristiana, una transformación de mentalidad que a lo largo del siglo XV crece cada vez más en nitidez. El apetito de los placeres terrenos se va transformando en Asia. Las diversiones se van volviendo más frecuentes y suntuosas. (…) En los trajes, en las maneras, en el lenguaje, en la literatura y en el arte el anhelo creciente por una vida llena de deleites de la fantasía y de los sentidos va produciendo progresivas manifestaciones de sensualidad y molicie. Hay una paulatina mengua de la seriedad y de la austeridad de los antiguos tiempos”. El amor a la cruz va siendo olvidado, la Caballería se transforma en romántica y sentimental… Es la Revolución Tendencial, que iniciaba su triunfo, y rumbo a la utopía anárquica y sensual.

Pero ahora, que el mundo está llegando al extremo horror de esas pasiones desordenadas, no son pocos los que se preguntan: ¿Estará todo perdido?

A esos muchos, la misma respuesta que da el Dr. Plinio en R – CR: “Volvemos nuestros ojos hacia la Señora de Fátima, pidiéndole cuanto antes la contricción que nos obtenga los grandes perdones”, la fuerza para el combate y la abnegación en “las grandes victorias que traerán consigo la implantación del Reino de Ella”, un mundo esplendoroso pero austero, requintado pero sacral, anti igualitario y anti liberal, humilde, puro, anunciado en el 1917 cuando dijo “Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará”.

Por Saúl Castiblanco

12 1

 

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas