“Caminaba por la calle Rogelio, 19 años, celular en mano de última generación…”
Redacción (26/01/2025 19:43, Gaudium Press) Caminaba por la calle Rogelio, 19 años, celular en mano de última generación, no de la gama más alta, pero acercándose.
Iba Rogelio ocupado en las diez mil cosas en las que se puede ocupar un chico de su edad con su aparatito inteligente: los últimos mensajes de su whatsapp, las actualizaciones de su Facebook, uno que otro video, (ay, los videos del celular…). En cierto momento caviló en si tenía algo para postear en su instagram… Iba él, —como bien y mucho lo hemos visto— abstraído del mundo e ‘introído’ en su celular.
Pero no nos engañemos, eso que estamos contemplando no es solo eso: Rogelio está siendo víctima de un terrible proceso, profundo, que lo va narcotizando sin percibirlo, que es como si alguien le estuviera colocando dosis imperceptibles y crecientes de un sedante en su bebida diaria. Proceso que lo está idiotizando, que lo podrá convertir al final en un desdichado.
Rogelio ha parado a tomar un refresco en una cafetería de moda, acompañado de su ‘amigo fiel’; no, no es Tuffy su perrito, es su celular. Hace la corta fila y pide un chai, aún está de moda, que acompaña de un apetitoso Red Velvet, que ya está pasando de moda.
—Ya el profesor debió haber enviado el material del curso por email; vamos a revisar, piensa Rogelio.
Nada, falsa alarma, o mejor, falsa expectativa. Martínez, el de economía política, no ha mandado nada. Es domingo, de pronto lo hará más tarde, pero ¿cómo quiere que se haya leído el primer capítulo para el lunes si no lo envía con tiempo?
—Revisemos qué ha llegado por whatsapp, se dice. ¡Pero si lo acabó de revisar! No importa, hay que hacerlo. Sin embargo, nada especial. Pero tal vez sí en Facebook. No, tampoco, ningún like a los últimos post, ningún mensaje.
—Bien, por qué no darle una miradita a los últimos videos.
Error, si es que pensaba estudiar algo de econometría, pues ahí quedó enganchado Rogelio, por cerca de dos horas, en los videos de su celular. El tiempo fue deslizándose como la arena del reloj, sin ruido pero de forma continua, y cuando cayó en sí, ya eran las siete de la noche. Tuffy se debía estar muriendo de hambre.
Pero volvamos al proceso de idiotización.
Ocurre que a medida que intensifica su uso, Rogelio va dejando de interactuar con su celular, y se va volviendo un ente pasivo de lo que le llega vía celular: tal vez al inicio del proceso Rogelio podía entrar a una noticia que llamase su atención, y después de leerla y hacer comprensión de lectura, tomaría una posición propia con relación a lo que se le decía en esa información. Eso sería pensar, sería usar la parte más noble de su alma, su elemento racional. Sería seguirse desarrollando como hombre, en sus capacidades más específicamente humanas.
Pero sobre todo con los videos, los procesos cognoscitivos superiores de Rogelio se están acostumbrando al off, se van habituando al stand by; poco a poco él solo querrá vivir en la ‘diversión’, pero no como podría divertirse un lector que recorre las líneas del Dr. Jekyl and Mr. Hyde, donde debe usar su inteligencia para entender lo dicho, para seguir la secuencia lógica de la trama, donde también deberá utilizar su imaginación para recrear las escenas en su espíritu, pero de forma activa. No. Rogelio solo se divertirá sensiblemente, solo sentirá animalmente…. él no va a pensar, ni siquiera usará su propia imaginación, sino que será subyugado por las imágenes prestadas del video. Él simplemente dejará que su alma vibre con la repercusión acelerada que van produciendo imágenes más o menos impactantes, en velocidad excesiva tan excesiva que impide pensar. Su voluntad se irá volviendo cada vez menos libre, pues él solo querrá gozar y gozar, y vivir la vida funny, pero la vida animal.
Y no es que Rogelio haya visto algo especialmente ‘sucio’.
Simplemente comenzó entreteniéndose con un trecho de un stand up de ese comediante que está causando furor. Después pasó al video del anuncio del próximo álbum de Shakira y luego saltó al de “Los 5 trucos para que el profesor no perciba que has usado Inteligencia Artificial”… y así la arena del reloj fue corriendo hasta los aullidos de Tuffy, que aún sigue esperando su comida.
Si Rogelio no se da cuenta que está siendo idiotizado, pues menos aún percibe que está labrando la autopista recta y sin escalas para volverse un idiotizado infeliz.
Porque para ser feliz, el hombre no solo debe atender sus instintos animales, no debe solo procurar la conservación vital de su ser, sino que debe buscar el desarrollo pleno de su ser. Y como la parte más elevada de su naturaleza humana va quedando atrofiada, no se desarrolla, pues Rogelio no será feliz, por más que en el momento esté obnubilado y hasta satisfecho con el goce placentero de los videítos de internet. Después vendrá un vacío, un vacío existencial.
Pero si hay algo que ni por las curvas sospechará Rogelio, es que este proceso de idiotización es además ‘auxiliado’ por un feroz enemigo suyo, por el ‘bicho’.
Claro, porque el ‘bicho’, el maligno, el enemigo del alma, según la teología católica (la buena evidentemente, porque la hay malita) “no puede actuar directamente sobre nuestro entendimiento ni mover eficazmente [ndr. de forma absoluta] nuestra voluntad. (…) [Pero sí puede] conmover nuestros sentidos externos o inmutar nuestra imaginación con fantasmas o representaciones que puedan influir indirectamente sobre nuestro entendimiento y nuestra voluntad” (1).
Y ese bicho, conocedor del proceso de idiotización que está sufriendo Rogelio, buscará favorecerlo, porque es más fácil dominar a un hombre animalizado que a uno que conserva bien las luces de su entendimiento, y la libertad de su voluntad.
Pero ocurre que Rogelio no reza, y no se encuentra en gracia de Dios. Cuando era más joven siempre acompañaba a su abuelita Ermelinda a misa los domingos; pero no fue sino que el papá le diera las llaves de su casa a los 15 y cierta libertad, que la abuelita Ermelinda ya no tuvo más compañía para visitar al Señor que su gastado bastón. Y ahora el bicho puede más fácilmente hacer más atrayentes, impactantes y cautivantes las imágenes del stand up del comediante, el video de Shakira, las maravillas de las Inteligencia Artificial… Para que no sean solo 20 videos, sino 30. Para que no sean solo dos horas, sino tres.
¿Habrá alguien que le grite a Rogelio: “Pareee eso. Cuidadooo. Pida fuerzas al cielo. Que de promisor economista usted lo que va a quedar convertido es en un bobo”?
Pues como dice el dicho: Quien avisa, amigo es…
Por Saúl Castiblanco
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1 Royo Marín, A. Teología de la Salvación. 4ta Edición Revisada. BAC. 1997. p. 74.
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