lunes, 25 de noviembre de 2024
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Sacerdote misionero: La Eucaristía es tan necesaria como el pan material

14 años de misión en la isla de Mindanao, Filipinas, comprueban que la vida de fe sin Eucaristía no es igual.

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«¡Qué milagro hace la Eucaristía en el corazón del hombre y en la sociedad!», comentó el P. Mosca. Foto: AsiaNews.

Mindanao (07/05/2020 11:46:44, Gaudium Press) El P. Stefano Mosca, sacerdote misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME), redactó un artículo sobre la necesidad de acceso a los sacramentos durante las medidas de aislamiento. Su experiencia de 17 años de misión en Filipinas y más concretamente de 14 años en la isla de Mindanao le permite comprobar una cosa. La Eucaristía es tan necesaria como el pan material. Además, este sacramento combate la desesperanza, uno de los más graves riesgos de la pandemia.

El artículo, publicado en la agencia AsiaNews, busca ofrecer un aporte al debate en Italia. En ese país se presenta un dilema entre las necesidades espirituales de los creyentes y el derecho a la libertad religiosa y la promulgación de medidas de prevención de contagio que prohíben la celebración de Eucaristías públicas. Si bien las diferentes opiniones tienen parte de razón, el presbítero ofreció su reflexión, producto de su experiencia concreta.

«No es lo mismo una vida cristiana sin Eucaristía»

«Puedo afirmar con certeza que no es lo mismo una vida cristiana sin Eucaristía que una vida cristiana que se alimenta regularmente de la Eucaristía», recordó el P. Mosca. «De la misma manera, no es lo mismo un cuerpo bien alimentado que puede trabajar, pensar, proyectar, que un cuerpo mal alimentado que apenas trata de sobrevivir y, muy a su pesar, se ve muy limitado en la acción y en el pensamiento, por falta de fuerzas».

Las circunstancias de su territorio de misión demuestran esa realidad. Por ausencia de alimentos variados, los jóvenes no logran buenos resultados académicos. Al beneficiarse de un comedor caritativo, su desempeño mejora. «Así sucede con la Eucaristía», indicó el sacerdote.

«Hace ya dos meses que mi gente no ve al sacerdote en las capillas y tampoco participa en la Misa. Ya hace dos meses que mi gente no se alimenta con la Eucaristía», se lamentó el presbítero. «A decir verdad, ya se ven muchas señales de derrumbe en mis cristianos: crece más y más la queja, la furia hacia los funcionarios, la envidia y los celos; las riñas familiares están a la orden de día, en parte debido a este encierro forzoso, y lo mismo sucede con las disputas con los vecinos». La grave situación ha degenerado en violencia y en graves abusos de poder contra la población.

El verdadero bienestar de la población

Si bien el Estado se ha preocupado de enviar algunas ayudas que alivian parcialmente las necesidades alimenticias, no sucede lo mismo con la necesidad espiritual. «¿Quién se preocupa de distribuir la Eucaristía en las calles de las aldeas, de modo que también el alma sea alimentada, y no solo el cuerpo?», cuestionó. «Mi colega misionero, un dehoniano filipino de la parroquia vecina a la mía, ha visitado todas sus aldeas, distribuyendo la Eucaristía a los católicos que esperan que pase por la puerta de sus casas, luego de seguir la Misa transmitida en la televisión».

«Aquí reside el error más garrafal de todos los gobiernos del mundo en este período de cuarentena: se han dedicado a llenar la barriga de la gente, pero se han olvidado de que el hombre no es solo estómago; no somos como los cerdos, que no importa que estén siempre en una jaula mientras coman y engorden», alertó el P. Mosca. Una prueba de esto son los suicidios registrados en Italia durante el aislamiento. «Sin duda que a ellos no les faltaba la comida, pero todos escribieron: ‘No soporto más'».

Los daños de la ausencia de Eucaristía

En un abordaje distinto, el P. Mosca convenció a las autoridades locales de las condiciones de su templo, de gran tamaño y buena ventilación. De esta manera obtuvo permiso para celebrar tres Eucaristías públicas cada Domingo con espacio para 120 personas debidamente distanciadas en cada una. «Pero la verdad es que muy pocos participaron. Ni siquiera vino la gente que vive en el centro, pese a que se encuentra muy cerca de la iglesia». En la ausencia de Eucaristía, los fieles menos practicantes se alejaron aún más.

La situación es preocupante. En el pasado, el P. Mosca consiguió reducir la violencia de dos poblaciones convenciendo a las familias de asistir a la Eucaristía y rehabilitar la Capilla que permanecía cerrada por falta de fieles. Los fieles consiguieron librarse de dirigentes corruptos y violentos, superaron las masacres cometidas bajo efectos del alcohol y disminuyeron los hurtos. «¡Qué milagro hace la Eucaristía en el corazón del hombre y en la sociedad!», expresó el sacerdote.

«Es por eso que reafirmo que si bien es razonable interrumpir la comunión de los fieles en este largo período de cuarentena, también afirmo enérgicamente que de todos modos, no es lo mismo comer la Eucaristía cada domingo que no comerla», concluyó el misionero. » Lo normal debe ser recibir la Eucaristía para ser fuertes en la vida de la fe, en la caridad y en la esperanza, que de otros modo se debilitarían por los golpes del demonio. Para mí, esta es la verdadera crisis de hoy: un vida cristiana que por varias circunstancias ha entrado en un estado de reserva, esperando que no se apague del todo».

Con información de AsiaNews.

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