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“¿Qué diría Nuestra Señora, María Santísima, a su pueblo, su nación?”, se pregunta el P. Morazzani.
Redacción (01/08/2024 15:54, Gaudium Press) El P. Santiago Morazzani Arráiz, doctor en teología y de los Heraldos del Evangelio, con ocasión de la fiesta de la Virgen de Coromoto, envió tiempo atrás un mensaje al pueblo venezolano, que es también su pueblo, pues aunque desde joven vive en el extranjero, siempre ha manifestado un especial afecto por su tierra de origen. Sus palabras cobran entera actualidad, con la actual situación que atraviesa Venezuela.
“¿Qué diría Nuestra Señora, María Santísima, a su pueblo, a su nación?”, se pregunta el sacerdote.
“Dice el Himno de Nuestra Señora de Coromoto: Salve Júbilo del Cielo, de una Patria soberana, / que te bendice y te aclama / con sus leyendas gloriosas”.
“Nuestra Señora diría al pueblo venezolano, en primer lugar, una palabra, esa palabra es Confianza. ¿Cuándo hay que tener confianza? Cuando alguna situación nos podría llevar al abatimiento, a la desconfianza o a la desesperación”, dice el sacerdote venezolano.
“Es en esos momentos que Nuestra Señora nos extiende los brazos como se los extendió al indio Coromoto. Nos sonríe con la misma maternalidad, yo diría con más maternalidad. Porque la situación de los venezolanos a veces, es más dramática que la situación del indio Coromoto”, expresa el P. Morazzani, como si el mensaje hubiese sido dictado ayer.
“Las palabras de Ella suenan en el corazón como una campana que toca. Y Ella diría: ‘Hijos míos, confianza. ¡Todo tiene solución desde que aceptéis entrar en mi Corazón! (…) Yo os extiendo mis brazos y os digo que todo tiene solución. La solución se encuentra en mí, que soy la Madre de cada uno. Una Madre amorosísima, una Madre que perdona todos los crímenes, todas las infidelidades, todos los abandonos”.
Cuando el fiel se vuelve hacia Ella, “su sonrisa se vuelve aún más maternal y aún más cariñosa, mientras más la situación de un venezolano, de una venezolana, pueda ser trágica”.
“Nosotros venezolanos le decimos a Ella, Madre mía, confiamos en Ti, jamás nos abandonarás, estamos en tus brazos; Madre mía, socorro…’”.
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