El caso se plantea por la aparición del libro ‘Je vous pardonne tous vos péchés’ donde supuestamente se narran algunas confesiones sin revelar a penitentes.
París (17/03/2021 12:45, Gaudium Press) ¿Sacerdotes que contaron a un periodista secretos de confesión podrían haber incurrido en alguna falta canónica?
Es la cuestión que se plantea a raíz del reciente libro Je vous pardonne tous vos péchés (Yo te perdono todos tus pecados), en el que Vincent Mongaillard – periodista de Le Parisien – supuestamente recoge declaraciones de 40 sacerdotes que desvelan lo que han escuchado en confesión en los últimos años, sin revelar identidades de los penitentes.
Aunque la editorial y la publicidad que se le hace al libro enfatiza en que las identidades de los penitentes han sido ocultadas, la cuestión evidentemente no para ahí.
El tema canónico
Efectivamente, el Código de Derecho Canónico trata del peligro que se descubra al penitente por cualquier modo; de la prohibición del confesor de hacer uso, con perjuicio del penitente, de conocimientos adquiridos en la confesión; y de la prohibición de hacer algún uso para el gobierno exterior, de tales conocimientos adquiridos de esa forma, y no sería difícil que aunque el sacerdote entrevistado no revelase la identidad del penitente, cayera sin embargo en alguno de los casos de arriba. (Cfr. Cn 983)
“Las palabras susurradas en la pequeña recámara de un confesionario…”: Quienes están reseñando el libro no dejan de usar los recursos que dan las técnicas de publicidad para atraer la atención hacia el tema. Y el resto lo hará el contenido y la curiosidad no siempre sana de aquellos que desean conocer pecados ajenos, en lugar de penitenciarse por los propios.
Es cierto que Montgaillard, quien tampoco revela el nombre completo de los presbíteros entrevistados, parece mostrar respeto y admiración por la labor en este dignísimo ministerio: “Es muy duro para ellos porque portan sobre sus espaldas todos los vicios, toda la miseria de nuestra sociedad”, declaró a Europe 1.
Pero es claro que el periodista quiere también vender y para ello no para en mientes para contar cuáles son los pecados más confesados, o relatar con detalle ciertas confesiones más hollywoodescas, entre otros recursos.
Diversas voces ya han apuntado que aunque no se haya constituido una falta canónica en las entrevistas a Mongaillard, la confianza de los fieles en el sigilo sacramental puede sufrir serio menoscabo, por la sensación perturbadora de la posibilidad de que lo que cuenten pueda terminar de público. Un problema más a los no pocos contra este necesario y salvífico sacramento, ya amenazado por diversos Estados en el momento. En todo caso, el asunto ya es polémico, y ciertamente las autoridades competentes ya habrán iniciado una investigación.
Asimismo, el hecho de que los supuestos 40 presbíteros que hablaron con el periodista no hayan dado su nombre por entero, tiende la duda sobre el origen a un conjunto mucho más amplio de sacerdotes, lo que ya parece comportar una injusticia.
Tal vez el caso, inédito por lo que parece, suscite una revisión y actualización de la ley de la Iglesia.
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