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Único e inagotable, el amor del Sagrado Corazón por nosotros alcanza extremos inimaginables. ¿Cómo no tener, en consecuencia, confianza absoluta en la misericordia divina, a pesar de nuestras miserias?
Redacción (16/06/2023 11:19, Gaudium Press) Al considerar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, corremos el riesgo de no alcanzar a medir en toda su dimensión el tesoro de bondad y misericordia que esta forma de piedad pone a disposición de los fieles, porque el Corazón de Jesús es el tabernáculo más auténtico y sustancial de las tres Personas de la Santísima Trinidad y, en consecuencia, no parece haber mejor manera de adorar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que a través de Él.
En efecto, el Sagrado Corazón de Jesús, invocado en las letanías dedicadas a Él como “sustancialmente unido al Verbo de Dios”, es abarcado de manera insondable y misteriosa por las dos naturalezas de Cristo: la divina y la humana.
Símbolo por excelencia del amor infinito de Dios por los pecadores y la manifestación más conmovedora de su capacidad de perdonar, el Sagrado Corazón constituye una fuente segura de salvación, porque, como subraya el Papa León XIII: “Como el Sagrado Corazón es el símbolo y la imagen expresa de la infinita caridad de Jesucristo, que nos mueve al amor recíproco, es del todo agradable consagrarse a su augusísimo Corazón; lo que no significa otra cosa que darse y unirse a Jesucristo, ya que cualquier honor, don, piedad que se rinde al divino Corazón, en realidad y propiamente, es tributado al mismo Cristo” [1].
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[1] León XIII. Anum Sacrum. 25 maio 1899 (ASS 31, 1898, 647-649). (Traducción no oficial).
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