Fue escogido por Dios para acompañar la gran misión de su hermano, de enfrentar el poder del Faraón de Egipto, liberar al pueblo elegido, de traerle la ley eterna escrita en tablas de la ley, y de llevar a los judíos hasta la Tierra de promisión.
Redacción (01/07/2024, Gaudium Press) La Iglesia celebra hoy la memoria de San Aarón, el hermano de Moisés.
La figura de Moisés es tan grande, que puede opacar un tanto la de su gran hermano Aarón. Pero cada Santo tiene sus méritos, sus reflejos específicos de Dios, que solo podremos admirar en cada uno. Aarón significa “iluminado”, y las Sagradas Escrituras son ricas en detalles de su vida.
Fue escogido por Dios para acompañar la gran misión de su hermano, de enfrentar el poder del Faraón de Egipto, liberar al pueblo elegido, de traerle la ley eterna escrita en tablas de la ley, y de llevar a los judíos hasta la Tierra de promisión.
Dios dice a Moisés que Aarón habla bien. Era el portavoz de Moisés, el Gran Profeta.
Hablando Moisés con el Señor, se lamenta de no poseer la capacidad oratoria para cumplir la misión que él le había encomendado, a lo que Dios responde, airado: “¿No tienes a tu hermano Aarón el levita? Sé que él habla bien; he aquí que justamente ahora sale a tu encuentro y al verte se alegrará su corazón (Ex 4, 14).
No era Aarón sólo el ‘verbo’ de Moisés, era también el cayado de Moisés, el apoyo de Moisés, y Dios quiso que fuera ungido sacerdote por Moisés, con óleo sagrado. Es el primer sacerdote de Israel y además genera un linaje sacerdotal, pues es sucedido por su hijo Eleazar.
Narra el Capítulo 32 del Éxodo que al ver que Moisés demoraba en bajar de la montaña, el pueblo fue hasta donde Aarón y le pidió fabricar un dios “que vaya al frente de nosotros”. Lamentablemente Aarón no enfrentó el bajo y ruin deseo idolátrico de los israelitas, sino que con las joyas de oro que había fabricó él mismo un ternero de metal fundido. (Puede ser este un aviso inicial de Dios a todos los presbíteros, de que se cuiden de usar su ministerio para las muchas idolatrías. Solo Dios debe ser el objeto de su ministerio).
Al ver esto, se encendió la ira del Señor contra los israelitas (“mi ira arderá contra ellos y los exterminaré”), pero en ese momento Moisés aplacó la justa cólera del Señor, y consiguió que el pueblo se arrepintiese y se pusiese de duelo. Sin embargo Dios no dejó de castigar ese pecado de su pueblo.
El sacerdote Aarón, arrepentido de haber cedido a la idolatría, ve que se renueva en sí la confianza de Moisés, quien le prescribe de parte de Dios qué vestiduras sagradas usará para los ritos.
Auxilio del profeta Moisés, Aarón sostiene los brazos de Moisés mientras los israelitas luchaban contra los Amalecitas: cuando Moisés tenía los brazos levantados prevalecían los israelitas, y para que los brazos cansados de Moisés no decayeran, eran sostenidos por su hermano mayor el sacerdote Aarón. Un ejemplo de cómo acudir al auxilio sacerdotal como condición necesaria para el triunfo.
Murió Aarón en el monte Hor, viendo la Tierra Prometida pero sin entrar en ella, pues junto con Moisés había dudado del poder de Dios, que había mandado a Moisés a golpear una roca para que brotara el agua.
No vio la Tierra Prometida, pero Dios le abrió las puertas de la ‘Tierra’ Celestial.
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