Hoy la Iglesia celebra a San Bartolomé, que muchos autores identifican con Natanael. Recibió un elogio de Jesús como pocos en vida del Salvador.
Redacción (24/08/2022 07:06, Gaudium Press) Hoy celebramos a Bartolomé, uno de los doce apóstoles. También se le conoce como Natanael. Veamos por qué.
Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que fue añadido a su nombre originario que era Natanael. Resulta que San Juan en su evangelio coloca como compañero de Felipe a Natanael. Los otros evangelistas, los sinópticos, también lo colocan como compañero de Felipe. Entonces el Bartolomé de los sinópticos es muy probablemente el mismo Natanael, que significa “regalo de Dios”. Bartolomé significa el hijo del cultivador.
Encuentro de Bartolomé con Jesús
Narra el evangelio de San Juan que “Jesús se encontró a Felipe y le dijo: ‘Sígueme’. Felipe a su vez se encontró a Natanael y le reveló: ‘Hemos encontrado a Aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret’. Natanael le respondió: ‘¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?’ Felipe le dijo: ‘Ven y verás’. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: ‘Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño’. Natanael le preguntó: ‘¿Desde cuando me conoces?’ Le respondió Jesús: ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi’. Le respondió Natanael: ‘Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel’. Jesús le contestó: ‘Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre’.” (Jn 1, 43 ).
El bien y la verdadera alegría son difusivas. Cuando Felipe encontró a Jesús, quiso compartir esta dicha con su gran amigo.
Pero cuando Bartolomé objeta que del pequeño Nazaret no podía salir algo bueno, el apóstol Felipe no discute con él, sino que lo invita a ver la evidencia, al Maestro: “¡Ven y verás que gran profeta es!”
El Señor lo conocía desde toda la eternidad
Qué hombre tan recto, que recibió este elogio de la Divinidad: “Este sí que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño”. El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce, y Jesús añade algo que le llena de admiración: “Allá, debajo de un árbol, cuando estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas”.
Ese descubrirle el corazón lo llevó a una gran proclamación de fe, fruto de una gracia: “¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!”.
El redentor añade una profecía que lo llenará de gozo. Los israelitas conocían de memoria la historia de Jacob, que una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús le dice a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas. Es decir le confirma que sí es el Hijo de Dios, el descendiente perfecto de Jacob.
Se convierte entonces Barlomé en apóstol del Señor.
Cómo fue su martirio
En el Martirologio Romano, se dice que “San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza”; por eso se le representa a veces con la piel colgándole.
San Bartolomé, llevado por Felipe, pero realmente convocado por el Señor, hombre recto, es ciertamente un gran intercesor.
Con informaciones del Centro de Espiritualidad Santa María
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