Entró a la Compañía de 34 años. La mayor parte de su vida religiosa, la pasó en el colegio de Lecce de Apulia.
Redacción (02/07/2021 07:59, Gaudium Press) San Bernardino Realino, es un santo jesuita no tan conocido, cuya vida no deja de ser sublime.
Nace en Carpi, Italia, en 1530.
Bueno en el estudio, le gustaba profundizar en los humanistas. Primero estudió leyes, pero en un momento determinado se dio cuenta que su vocación era ser religioso. Entró a la Compañía de Jesús a los 34 años de edad.
Los primeros 10 años trabajó en Nápoles, predicando, catequizando, en atención a enfermos, pobres, prisioneros.
Luego pasó al colegio de Lecce de Apulia, del que fue rector y allí murió a los 86 años.
Las gentes fueron apreciando la virtud de este santo. Además, se corrió la voz que hacía milagros, algo que fue más que comprobado.
Ya antes de morir, el pueblo guardó su sangre, cuando en una caída se había hecho dos heridas que resultaron incurables. En uno de los frascos, esa sangre se conservó líquida por más de 100 años, y esa sangre burbujeaba, aumentaba de volumen.
Cuando en 1634 se abrió su tumba, se encontró una parte de su cuerpo incorrupto. Los pedazos incorruptos se guardaron en dos receptáculos de cristal.
La tumba se volvió a abrir en 1711, y uno de los receptáculos se había roto, mientras que en el otro los restos se conservaban perfectamente, flotando en un líquido rojo oscuro, sangre, que despedía un suave olor. Esa sangre seguía entrando en ebullición.
Con información de El Testigo Fiel
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