San Canuto fue un verdadero hombre de Dios, contribuyendo a la evangelización de su pueblo.
Redacción (10/07/2023 07:50, Gaudium Press) Hoy la Iglesia celebra, entre otros santos, a San Canuto, rey de Dinamarca. Nacido en el año 1040, era el sucesor natural del reino de Dinamarca, sin embargo, por su ejemplo de vida, su testimonio, caridad y justicia, terminó perdiendo el trono a favor de su hermano injustamente, asumiéndolo solo después de la muerte del hermano.
San Canuto fue un verdadero hombre de Dios, contribuyendo a la evangelización de su pueblo. Con su buen ejemplo educó a aquella nación, siendo padre y esposo santo. Su hijo Carlos, conde de Flandes, apodado el Bueno, también se convirtió en santo.
San Canuto fue perseguido por hacer el bien
Era hijo natural de Svend II, y nieto de Canuto el Grande, que subyugó a Inglaterra.
Cuando su padre, por apostolado de San Guillermo obispo de Rotschild, se convirtió a la fe católica, quiso que sus hijos naturales, que eran todos, recibieran la mejor educación. San Canuto rápidamente se destacó en las artes del cuerpo y del espíritu.
Siendo ya jefe militar bajo la tutela de su padre, limpió las costas de su nación de piratas, venció a los estonianos que eran un tanto bandidos contra los vecinos, y sometió a la corona de Dinamarca los pueblos de Sembia.
Pero temiendo que los hechos heroicos de los que daba gala, los exponieran a represalias, a la muerte de Svend los habitantes prefirieron como sucesor a Harold, que no tenía las capacidades de Canuto.
Entonces Canuto se fue a la corte del rey Halstan, quien lo trató como merecía. Seguía Canuto entre tanto prestando servicios a Dinamarca, combatiendo contra sus enemigos.
Pero Harold era un tanto inepto, y viéndose desbordado por los problemas del reino, mandó llamar a su hermano al que le ofreció la mitad del reino. Sin embargo era esta una estratagema para prender a su hermano, a quien el pueblo estaba reclamando. San Canuto no cayó en la trampa, y continuó su servicio a Dinamarca.
Pero el tiempo pasa (más exactamente dos años desde su elevación al trono), y un día muere Harold, reclamando el pueblo ahora sí a Canuto.
Se dedica entonces a terminar la tarea que había emprendido de joven, y a limpiar su territorio de los enemigos del Estado, de acuerdo a las órdenes de su padre fallecido Svend. Somete así Curlandia, Samogícia (Sembia) y Estonia, que fueron hechas vasallas no para aumento de su gloria personal cuanto para la glorificación de Cristo.
Terminada esta obra se casa, con Adela hija del conde de Flandes, con quien tendría a Carlos el Bueno, de quien ya dijimos que es también santo.
Se dedica entonces a que la justicia verdaderamente sea señora de su reino, y a favorecer de muchas maneras la acción salvífica de la Iglesia en su país, promoviendo la construcción de iglesias, haciendo que el pueblo reconociese y respetase la dignidad de los ministros de Dios, etc.
Martirio de San Canuto: al pie del altar como víctima expiatoria
Pero lo que debió hacerles estimar su virtud, le atrajo el odio y el desprecio de los más poderosos, que no permitieron reprimir la tiranía ejercida contra los inferiores.
Entre los innumerables desafíos que se presentaron a lo largo de su carrera como rey, el mayor fue cuando vio a sus enemigos, mucho más numerosos que su ejército, armándose contra él. Todo se dio cuando el rey quiso decretar que se recogiese el diezmo para la sustentación de la Iglesia.
San Canuto, reconociendo el peligro inevitable, abandonó el cuidado de su propio cuerpo para preocuparse exclusivamente con la salvación del alma.
Confesose tranquilamente, como si no corriera el menor peligro, y, mientras rezaba al pie del altar, una flecha lo atravesó. Murió en su sangre, con los brazos abiertos, como víctima que se ofrece a Dios para expiar los pecados del pueblo y los suyos propios, en el lugar donde Jesucristo, como hostia inmaculada, se ofreció al Padre por los salvación de todos los hombres. (EPC)
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