Triunfó en los estudios por su esfuerzo. Sobrino de Papa, a los 23 años ya era Cardenal. Pero sus cimientos eran la virtud.
Redacción (04/11/2022 07:07, Gaudium Press) San Carlos Borromeo nace en Arona, Italia, en 1538, de noble cuna. Su padre era el conde Gilberto Borromeo. Su madre Margarita era de la família de los Médicis. Era el segundo hijo varón, de seis hermanos.
Desde joven se nota su afición por los estudios, y que le gustaba, a diferencia de la casi totalidad del genero humano, aplicarse a sus deberes. Pero en estos campos de la ciencia y del saber alcanzó él éxito no por un talento originario rutilante, sino por su aplicación, esfuerzo y seriedad en ellos. Tenía cierta dificultad de palabra y sus maestros lo llegaron a considerar un poco lento, pero su tesón venció los obstáculos.
A los 21 años se doctora en derecho en la Universidad de Milán.
Un pariente suyo, un tío materno, es hecho Papa con el nombre de Pío IV y este lo escoge como Secretario de Estado. Fue hecho Cardenal muy joven, con apenas 23 años. Presidió sínodos y concilios.
Legado Papal, protector de países, de órdenes religiosas
Teniendo sólo 23 años ya era legado de Bolonia, de la Romaña y de la Marca de Ancona, así como protector de Portugal, de los países bajos, de los cantones católicos de Suiza y además, de las órdenes de San Francisco, del Carmelo, de los Caballeros de Malta y otras más. Su capacidad de trabajo era impresionante. En 1560 el Papa lo había hecho administrador de la sede vacante de Milán. Es maravilloso ver a un hombre tan joven, con una naturaleza que no era la de un genio, y aún solo un clérigo de órdenes menores, desarrollar las labores de muchos, de gigantes. Se percibe ahí la acción de la gracia divina, a la cual se sumaban es cierto la dote de una noble cuna.
Se destaca su labor en la instrucción cristiana, fundó 740 escuelas para catecismo. También fundó 6 seminarios que fueron modelos de instrucción de sacerdotes para el mundo entero.
También, y con la intención de llevar solaz a la corte pontificia, fundó una academia literaria compuesta de clérigos y laicos. Las conferencias y trabajos de esta academia fueron publicados entre las obras de San Carlos con el título Noctes Vaticanae.
Aunque tenía que llevar un tren de vida acorde a los cánones de la época, realizaba muchas penitencias para que la virtud cristiana siempre reinase en su ser.
Fautor del Concilio de Trento
El Concilio de Trento se había suspendido en 1552, y el tío Papa de San Carlos había anunciado que quería reanudarlo. Esto se logró en 1562, después de sortear muchas dificultades, pero sobre todo, porque San Carlos Borromeo empleó en ello todas sus energías. Varias veces la asamblea de obispos estuvo a punto de disolverse, pero la habilidad del santo lo impidió. Al final, después de 9 reuniones generales y muchas particulares, se aprobaron decretos disciplinarios y dogmáticos importantísimos, que marcaron la vida de la Iglesia universal: se puede decir que en buena medida toda esa labor tiene como padre a San Carlos Borromeo.
Muerto Paulo IV, y aunque San Pío V lo quisiese retener en Roma, logra partir a Milán, sede de la que era administrador, pero que no estaba en las mejores condiciones. Logra convocar un concilio regional, y que se vayan aplicando las disposiciones del Concilio Trento. Brilló ahí en caridad hacia los pobres, en penitencia, en ciencia, en virtud.
Destacan su respeto por la liturgia, pues nunca hacía una oración ni administraba un sacramento de forma apresurada, ni aunque tuviera mil ocupaciones. Se confesaba todos los días antes de celebrar misa. Con paciencia y perseverancia, transformó esa importante sede de Milán, y aunque a veces tuvo que enfrentar abierta oposición, incluso del senado, terminó doblegando las resistencias.
Los miembros de una orden religiosa, los humiliati, aunque aparentaban aceptar la reforma de San Carlos, en el fondo eran hipócritas. Un día tres priores de esa orden se coaligaron en complot para matar al Santo. El encargado del asesinato fue incluso un sacerdote, Jerónimo Donati Farina, quien como Judas, recibió dinero en oro por ese cometido. El 26 de octubre de 1569, se apostó a la puerta de la capilla de la casa del Santo, y cuando tuvo la oportunidad disparó sobre él. El propio Santo se creyó herido de muerte pero la bala apenas había tocado sus ropas.
Su gran logro en Milán fue formar un clero virtuoso y bien preparado.
En la peste que asoló la ciudad de 1576 a 1578, San Carlos se consagró al cuidado de los enfermos.
Muere el 4 de noviembre de 1584, después de fundar en Milán una casa de convalescencia. Su muerte fue causada en gran medida por la generosidad con que él se entregó al apostolado.
Con información de EWTN y Aciprensa
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