San Celestino luchó contra el nestorianismo, entre otras herejías.
Redacción (27/07/2021 07:58, Gaudium Press) No se conoce casi nada de la juventud de San Celestino I Papa, el santo que hoy conmemora la Iglesia; solo que era romano y que su padre era Priscus.
Se dice que vivió un tiempo en Milán con San Ambrosio.
Tuvo cierta correspondencia con San Agustín, quien le pedía que lo ayudara a arreglar problemas que tenía con Antonio, obispo de Fessula, en África. De San Agustín también tomó doctrinas para luchar contra el pelagianismo.
Fue elegido Papa tras la muerte de Bonifacio I, en el 422, sin oposición, en una época en que esta era la moneda corriente.
Este Papa fue el autor de las Decretales, algo así como el germen del derecho canónico. Eran normas a las que todo fiel se debía someter.
Tuvo el gran mérito de luchar contra Nestorio, obispo de Constantinopla, que no solo era muy probablemente pelagiano oculto (esos que niegan que el hombre necesite el auxilio de la gracia para combatir las consecuencias del pecado original).
Nestorio, que era una especie de resumen de todas las herejías de la época, también decía que en Cristo no solo había dos naturalezas, la humana y la divina, sino que (aunque quisiera ocultarlo) había también dos personas, una persona humana y una persona divina, y que la Virgen era madre sólo de la persona humana y no de la divina, por lo que luchaba contra la expresión Theotokos, que significa Madre de Dios.
La Virgen sí es Madre de Dios
Pero resulta que la Virgen sí es Madre de Dios, pues, análogamente, la madre de cualquier ser humano no produce el alma de ese ser humano, sino el cuerpo. Pero no se le dice madre del cuerpo de fulano, sino madre de fulano, que es cuerpo y alma unidos en una misma persona. Así Cristo, que es cuerpo, sangre, alma y divinidad, unidos todos en la persona divina, y por ello la Virgen, que es Madre de Cristo, es Madre de Dios, pues Cristo es Dios.
La definición de lo anterior, está lejos de lo que se llamó luego de discusión bizantina, pues, primero ataca la importantísima maternidad de la Virgen sobre todos los fieles, sino que también atacaba el centro de la redención, pues decía que el Dios encarnado no sufrió ni murió, sino que solo era el Cristo hombre; y de esa manera, aun sin propiamente decirlo, terminaba atacando la redención que fue hecha por el Hombre Cristo, pero también por el Dios Cristo, pues el Dios Cristo sí sufrió y murió.
San Celestino tiene el mérito, grandísimo de haber apoyado a San Cirilo patriarca de Alejandría en todas las luchas contra Nestorio, y de haber convocado el Concilio de Éfeso, donde se condenaron sus doctrinas, y se definió el dogma de la maternidad divina, dogma que aún no ha producido en las almas todos los frutos magníficos que está llamado a producir.
San Cirilo también envió a San Patricio a Irlanda, fue este su último acto oficial, sin saber las grandes consecuencias que este acto produciría.
Muere en el 432. Parte de sus reliquias están en la catedral de Mantua.
Con información de Catholic.net
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