viernes, 22 de noviembre de 2024
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San Cirilo de Jerusalén, perseverancia y fidelidad aún en el destierro

San Cirilo, su vida estuvo muy marcada por la persecución y el sufrimiento, pero en ella brilla la perseverancia.

SAn Cirilo 3

Redacción (18/03/2024, Gaudium Press) San Cirilo de Jerusalén, obispo de esa ciudad santa, no se sabe con certeza si nació allá en el 315.

Sus padres, tal vez cristianos, le dieron una excelente educación.

Tenía un vasto conocimiento de las Escrituras. Al parecer fue ordenado sacerdote por San Máximo, obispo de Jerusalén, que mucho lo apreciaba y le encargó de instruir a los catecúmenos. Se le considera el primer catequista.

De estas catequesis, algunas fueron escritas y llegan hasta nuestros días; y ahí se encuentran interesantes alusiones al descubrimiento de la verdadera cruz.

Los arrianos, negacionistas de la divinidad de Cristo, quisieron manipularlo, especialmente Acacio, sin conseguirlo, y pronto surgieron las discusiones entre los dos.

Acacio llegó a convocar un concilio de partidarios suyos para condenar a San Cirilo, reunión a la que éste no quiso presentarse. Este fraudulento concilio lo condenó y desterró, y tuvo que partir para Tarso, la tierra de San Pablo, a la espera de la apelación a un tribunal superior.

En el concilio de Seleucia fue reivindicado.

Acacio fue hasta Constantinopla y convenció al emperador Constantino de reunir un nuevo concilio, al presentar nuevas acusaciones contra el santo obispo. Nuevamente fue condenado San Cirilo, y nuevo destierro.

Juliano el Apóstata quiere reconstruir el Templo

A la muerte de Constantino, el nuevo emperador permitió el regreso de los obispos que habían sido desterrados por él.

Pero no es que fuera bueno el nuevo emperador, que era Juliano el Apóstata, quien quiso reconstruir el templo de Jerusalén para mostrar la invalidez de la profecía de Cristo. San Cirilo profetizó a su vez el fracaso de esta empresa, y los prodigios se sucedieron para impedirla.

Fue desterrado San Cirilo por tercera vez en el 367. La fe en la Ciudad Santa era un desastre.

En el 381 participó del Concilio de Constantinopla, que proclamó el Símbolo (Credo) de Nicea, donde se afirma que el Hijo es consubstancial con el Padre.

Con información de El Testigo Fiel

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