El 25 de octubre, la Iglesia Católica recuerda a San Antonio de Santana Galvão, el primer santo brasileño canonizado y modelo para los cristianos de este país.
Redacción (25/10/2022 11:34, Gaudium Press) San Antonio de Santana Galvão fue eximio en especial em el amor a Dios. De ahí venían todas sus santas actitudes.
Durante su vida, sus dones sobrenaturales fueron reconocidos por los fieles.
Los dones más comentados fueron los de bilocación, telepatía, premonición, videncia, levitación, telepercepción. Veamos algunos hechos extraordinarios.
¿Camina sin pisar el suelo?
Caminando por una de las calles angostas de la São Paulo de ese tiempo, una señora vio que, en la dirección opuesta, estaba Fray Galvão. Procedió a poner toda su atención en el famoso fraile.
Estaba tan retraído que parecía tener sus pensamientos puestos en el Cielo mientras se iba acercando a la ya intrigada señora.
Cuando los dos se cruzaron, la mujer, con respeto y asombro, se dirigió a él preguntándole:
– Padre, ¿usted camina sin pisar el suelo?
Fray Galvão sonrió, la saludó y siguió caminando.
En el Monasterio de la Luz hay varios testimonios sobre el don de la levitación que tenía Fray Galvão. Este es solo uno de ellos.
No llovió en la plaza
En todos los pueblos y ciudades por donde pasó, a petición de los párrocos, Fray Galvão celebró Misas y predicó. A veces acudía tanta gente a escucharlo que la Iglesia no podía albergar tantos fieles y era necesario predicar al aire libre.
En Guaratinguetá ocurrió un hecho extraordinario: acababa de comenzar el sermón, cuando de repente se levantó una gran tormenta. La lluvia se acercaba peligrosamente a la plaza donde el Santo celebraba y pronunciaba su sermón. Al ver esto, los fieles dieron muestras de querer irse. Fray Galvão, sin embargo, les dijo que se quedaran que no pasaría nada.
Dicho y hecho: la lluvia caía fuerte y voluminosa, mojando todo alrededor del lugar donde se encontraban. Sólo la plaza donde estaba el altar de la celebración quedó seca: no le cayó ni una sola gota…
Estando en São Paulo, atiende a moribundos en otra ciudad
Este hecho ocurrió alrededor de 1810, a orillas del río Tietê, en el distrito de Potunduva, municipio de Jaú, cerca de Pederneiras y Bauru:
Manuel Portes, capataz de una expedición de viñedos de Cuiabá, hombre de temperamento inestable, castigó severamente al caboclo Apolinário por indisciplina. Para vengarse, el caboclo lo atacó por la espalda con un enorme machete y huyó. Sintiendo que iba a morir, Manuel Portes se desesperó gritando:
– ¡Dios mío, me muero sin confesión! ¡Señor San Antonio, pedid por mí! ¡Dadme confesor! ¡Venid, Fray Galvão, ayudadme!
Entonces alguien gritó, advirtiendo que se acercaba un fraile, y todos identificaron a Fray Galvão.
Testigos contaron cómo sucedió:
“El querido sacerdote se acercó, apartó a los espectadores de la trágica escena con un gesto, se inclinó, se sentó, puso la cabeza de Portes en su regazo y le habló en voz baja, luego acercó la oreja a sus labios. Permaneció así por unos momentos, después de lo cual bendijo al moribundo. Luego se levantó, se despidió y se alejó tan misteriosamente como había aparecido”.
En ese mismo momento, Frei Galvão estaba en São Paulo, predicando. Interrumpió su sermón y les pidió que rezaran un Ave María por un moribundo. Cuando terminó la oración, continuó su predicación.
Porque sonaron las campanas…
Antiguamente, cuando las campanas tocaban fuera de horario de alguna función en la Iglesia, la comunidad local se reunía porque, como ya se sabía: algo extraordinario sucedía.
Un día sonaron las campanas del Monasterio de Luz y la población acudió a su llamado. Al llegar al Monasterio, encontraron a Fray Galvão, ya de avanzada edad, que los esperaba para anunciarles:
– ¡Estalló una revolución en Portugal!
Luego procedió a informar los detalles de lo que había sucedido como si lo hubiera estado viendo todo en persona. Semanas después, llegaron noticias desde Portugal que confirmaron los informes hechos por Fray Galvão. Él lo vio todo.
Tienes vocación, serás monja
Una niña de unos nueve años fue llevada ante Fray Galvão. En el transcurso de la conversación, él le preguntó qué quería ser. Y ella respondió al Santo Fraile que quería ser monja. Fray Antonio la bendijo con cariño y confirmó proféticamente su vocación. A los 19 años ingresa en un convento.
Que San Antonio de Santana Galvão siga prodigando tantos favores como ya ha obtenido muchos para quienes lo invocan. (JSG)
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