Primero fue ermitaño. El Obispo quiso destruir su monasterio, pero la dulzura del abad desarmó a los soldados.
Redacción (31/03/2023 08:17, Gaudium Press) San Guido nace cerca de Ravena por vuelta del 970.
Inspirado por Dios va a Roma donde se coloca bajo la dirección del ermitaño Martín, quien lo instruye por 3 años. Luego el ermitaño lo envía a la abadía de Pomposa, que era dirigida espiritualmente también por él, donde aprendió la vida monástica. Fue luego abad de ese monasterio y del de San Severo.
Muchos acudieron a esos monasterios llevados por la fama de santidad de San Guido. Tuvo incluso que construir otro monasterio para acoger a la gran cantidad de novicios.
San Pedro Damián fue invitado por San Guido a que diera lecciones de Sagrada Escritura en la abadía de Pomposa. Pero quedó tan impresionado con la vida del santo, que le dedicó su libro “De Perfectione Monacorum”.
Pero como en esta vida no puede faltar la cruz, menos en la vida de un santo, gozó del odio gratuito del obispo de Ravena, Heriberto, que se propuso destruir su monasterio, llevando incluso soldados para hacerlo.
Pero cuando llegó el obispo con sus soldados, la santidad y la dulzura del santo y sus monjes lo convirtió.
Fue consultado por altos, incluso el emperador Enrique III quería hacerlo su consejero.
Cuando viajaba a Piacenza a ponerse a las órdenes de Enrique le llegó la muerte, cerca de Parma.
Con información de El Testigo Fiel
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