Conoció San José Cafasso a Don Bosco cuando este tenía 12 años, siendo ya Cafasso seminarista.
Redacción (23/06/2020 07:05, Gaudium Press) Conoció San José Cafasso a Don Bosco cuando el futuro fundador salesiano tenía tan solo 12 años. Cafasso un seminarista.
El niño Don Bosco encuentra curioso al seminarista y se acerca a él, según él mismo cuenta:
“Una víspera de grandes fiestas en mi pueblo, vi junto a la puerta del templo a un joven seminarista que por su amabilidad me pareció muy simpático. Me acerqué y le pregunté: ‘¿Reverendo: no quiere ir a gozar un poco de nuestras fiestas?’. Él con una agradable sonrisa me respondió: ‘Mira, amiguito: para los que nos dedicamos al servicio de Dios, las mejores fiestas son las que se celebran en el templo’. Yo, animado por su bondadoso modo de responder le añadí: ‘Sí, pero también en nuestras fiestas de plaza hay mucho que alegra y hace pasar ratos felices’. Él añadió: ‘Al buen amigo de Dios lo que más feliz lo hace es el participar muy devotamente de las celebraciones religiosas del templo’. Luego me preguntó qué estudios había hecho y si ya había recibido la sagrada comunión, y si me confesaba con frecuencia. Enseguida abrieron el templo, y él antes de despedirse me dijo: ‘No se te olvide que para el que quiere seguir el sacerdocio nada hay más agradable ni que más le atraiga, que aquello que sirve para darle gloria a Dios y para salvar las almas’. Y de manera muy amable se despidió de mí. Yo me quedé admirado de la bondad de este joven seminarista. Averigüé cómo se llamaba y me dijeron: ‘Es José Cafasso, un muchacho tan piadoso, que ya desde muy pequeño en el pueblo lo llamaban -el santito”.
“No se te olvide que para quien quiere seguir el sacerdocio…” le había dicho el seminarista al niño Bosco; probablemente haya sido un discernimiento profético del camino que Dios le destinaba.
Ordenado sacerdote con dispensa a los 21 años
Se ordena José Cafasso como sacerdote a los 21 años, con dispensa, y se dirije a Turín a continuar estudios. Al terminar los tres años de estudios en “El Convictorio” le piden que se quede allí de profesor, y luego al morir el rector fue hecho rector, puesto que mantuvo 12 años hasta su muerte.
Formó más de 100 sacerdotes. Tenía como modelos a seguir a San Felipe Neri y a San Francisco de Sales, contrariando, con la dulzura de un San Francisco de Sales, las tendencias jansenistas y rigoristas, que decían absurdamente que la persona no puede acercarse a los sacramentos si no era muy virtuosa. Quiso San José Cafasso que sus formandos visitaran cárceles, barrios pobres, para fueran desarrollando sensibilidad hacia las personas que sufren.
Costea los estudios de San Juan Bosco
Juan Bosco quería entrar al seminario pero no tenía dinero. San José Cafasso costeó la mitad de la beca, y consiguió que la otra mitad fuera otorgada por el seminario, si San Juan Bosco hacía de peluquero, sacristán y pequeño sastre. Terminados los estudios en el seminario, San José Cafasso lo lleva a Turín para que hiciera estudios de posgrado en El Convictorio.
Cuando comenzó San Juan Bosco a hacer su apostolado de recoger niños, entre muchos que lo criticaron San José Cafasso siempre lo apoyó. Paliaba la pobreza de la comunidad salesiana naciente, consiguiendo donaciones de personas adineradas para la comunidad, una comunidad que siempre lo reconoció como protector
San José Cafasso se distinguió por su apostolado en las cárceles, donde con paciencia, gracia y algunos regalos, iba ganando la buena voluntad de los presos hasta lograr que se confesasen. Acompañó a la pena capital a 68 presos condenados a muerte, y de estos sólo uno murió impenitente. Cuando a alguien le leían la máxima sentencia, comúnmente ese alguien ya pedía la asistencia del P. Cafasso.
Un día San José Cafasso llevó a Don Bosco a ver una horca, pero el joven Bosco se desmayó.
Tenía lo que las gentes reconocían como “el don de consejo”. A su despacho llegaban todo tipo de personas pidiendo esa voz que tomaban como venida de Dios. También atraía su amabilidad, su serenidad; irradiaba una alegría que era contagiosa y que San Juan Bosco mucho admiró y buscó imitar. Le decía a los sacerdotes que iba formando que Jesús quería que lo imitaran en su mansedumbre.
Fue muy devoto de la Virgen y difundió mucho esa devoción. Un día dijo: “Qué bello morir un sábado, día de la Virgen, para ser llevados por Ella al cielo”. Murió el sábado 23 de junio de 1860, cuando sólo tenía 49 años.
La oración fúnebre la hizo su discípulo predilecto, San Juan Bosco. Pío XII lo canonizó en 1947.
Con información de EWTN
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