Atila había saqueado Milán, y el emperador Valentiniano III que estaba en Ravena, y consideraba que no tenía fuerzas suficientes para enfrentar al rey de los hunos, había huído a Roma.
Redacción (10/11/2021 09:18, Gaudium Press) San León Magno, o el grande, fue elegido Papa cuando sobrevino la muerte de San Sixto III, en el año 440. 21 años gobernó el trono de Pedro, tiempo en el que tuvo que enfrentar muy duras gestas, que le valieron el título de Magno, de Grande.
De este santo que hoy conmemora la Iglesia, San León Magno, Gaudium Press ya ha publicado una profusa reseña histórica.
Destacaremos aquí sólo el hecho tal vez más rutilante de su vida, que es cuando enfrenta y ‘exorciza’ a Atila, el hasta entonces invencible rey de los hunos.
Atila había saqueado Milán, y el emperador Valentiniano III que estaba en Ravena, y consideraba que no tenía fuerzas suficientes para enfrentar al rey de los hunos, había huido a Roma. Allí había pedido la ayuda del Pontífice magno. Por tanto, le estaba confiada una dupla y gigantesca misión, salvar no solo la Iglesia, sino también el imperio. ¿Pero salvarlos cómo, si ni siquiera el Emperador podía? Pero justo en ese momento, sale a la luz la fuerza espiritual. (Se cuenta que San Pío X se inspiraba en su misión pensando en la fuerza de un San León Magno).
Pero algo pasaba en San León Magno, algo que parecería extraño a los ojos humanos, y era que el Papa no demostraba ningún temor.
Entonces, de forma decidida y con algo que era como una gran columna en su interior, el Papa se revistió de sus paramentos, y se hizo acompañar de eclesiásticos de su séquito, emprendiendo camino a Peschiera, población cercana a Mantua.
El conquistador, el bárbaro, el ‘flagelo de Dios’, el rey de los hunos, sabe que este puede ser el mayor encuentro de su vida, su capítulo final, y lo recibe con honras. Y de forma humanamente inexplicable, él, que tenía como objetivo supremo la conquista de Roma, que para eso había venido del fin del mundo y tanto había combatido, renuncia a ella, recoge sus atavíos y los de los suyos, atraviesa los Alpes y vuelve a su tierra; era el año de 453. ¿Qué había ocurrido?
“Vi a otro personaje”
Cuentas las crónicas que Atila dijo a los suyos: “Vi junto al Pontífice a otro personaje, de un aspecto mucho más augusto. Venerable por sus cabellos blancos, que se mantenía de pie, usando hábito sacerdotal, con una espada desnuda en su mano, amenazándome con un aire y gesto terribles, si yo no ejecutase fielmente todo lo que era pedido por el enviado”. Era San Pedro o tal vez San Pablo, protegiendo su Iglesia. Desde entonces comienza el ocultamiento de la estrella de Atila, esa bola de fuego que amenazó con consumir a Europa empieza a apagarse.
Lo que debemos destacar es la confianza del hombre de Dios en el auxilio divino: no había recursos humanos para detener al bárbaro. Pero San León Magno sabía que lo humano es solo una pequeña parte de la realidad, y que la más importante es la parte sobrenatural. Y a ella se confió.
Este hombre siempre fue un grande.
No estaba en Roma cuando fuera escogido como Papa, sino en la Galia, reconciliando a dos generales romanos. Pero aún a muchas leguas de distancia, los romanos siempre pensaban en él.
Muchos aseguran que su pontificado fue el más grande de la antigüedad cristiana: denunció y combatió la herejía, predicó la ortodoxia, elevó a los mejores a los más altos puestos, favoreció la reforma moral, su grandeza humana y de virtud creó la unidad y los romanos lo querían.
Diferente era la situación del imperio romano de oriente, donde había muchas disputas doctrinarias. Todas las intervenciones de San León a este respecto, brillan por su claridad y su celo.
Muere el 10 de noviembre de 461. Fue declarado doctor de la Iglesia en 1754.
Con información de Arautos.org
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