Perseguido por jansenistas y galicanos, escribió el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, libro profundo, profético, que desapareció por un tiempo.
Redacción (28/04/2021 07:41, Gaudium Press) San Luis María Grignion de Montfort, una luz de la Virgen para la humanidad.
Nace el 31 de enero de 1673 en Montfort, Francia. Era el primogénito de 18 hermanos.
Desde joven se inclinó al amor a la Virgen, rezando el rosario, y de Ella fue su grandísimo devoto, y a la que honró difundiendo una especial devoción a Ella, la esclavitud mariana.
Heredó el temperamento irascible de su padre, que fue dominando con la ayuda de la gracia bajo el amparo de Nuestra Señora.
Se ordena sacerdote en el año de 1700 y era su deseo ser misionero.
El lema de su vida sacerdotal era ‘ser esclavo de María’.
Su empeñó en propagar la verdadera devoción a la Virgen, y en líneas generales por su fidelidad a la ortodoxia, lo hizo blanco del odio y la persecución de jansenistas y galicanos, que llegaron a conseguir que fuera prohibido de confesar y predicar en numerosas diócesis.
Pero recurrió al Papa Clemente XI, quien le otorgó el título de Misionero Apostólico, con lo cual pudo continuar su obra por toda Francia.
La forma más fácil de llegar a Jesucristo
San Luis de Montfort predicó 200 misiones y retiros, siempre mostrando que la entrega de todo el ser propio, obras y bienes a la Virgen, era la forma más fácil de caminar hasta Jesucristo.
Fundó la compañía de María, sacerdotes misioneros, y la Hijas de la Sabiduría, hermanas dedicadas a la atención de los enfermos y a la enseñanza.
Entre sus obras se destaca el Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen, manual de una purísima y novedosa piedad mariana, que misteriosamente desapareció por un tiempo como el mismo santo lo había profetizado, pero que cada día es más conocido y sus enseñanzas son más practicadas; y el Secreto de María, también de profundización en el ‘misterio’ de la Virgen y la devoción que debemos tener a ella.
Muere en Saint Laurent-sur-Sèvre el 28 de abril de 1716, joven, teniendo sólo 43 años de edad, exclamando que ya no pecaría más, e invocando los nombres de Jesús y María.
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