Es martirizado en China junto a otro salesiano, don Calixto Caravario.
Redacción (25/02/2023 10:02, Gaudium Press) Hoy conmemoramos a dos santos mártires de nuestros tiempos, San Luis Versiglia y San Calixto Caravario, ambos salesianos.
San Luis Versiglia nace en Oliva Gessi (Pavía) en 1873, y entra a los 12 años al Oratorio de Valdocco donde conoció a Don Bosco.
Un día San Juan Bosco le dijo: “Ve a verme, tengo que decirte algo”. Pero pocos días después moría el Santo, así que no pudo hablar con el joven, pero ciertamente veló desde el cielo por su alma y su vocación.
Se ordena presbítero, es luego hecho maestro de novicios en Genzano de Roma, y en 1906 dirige la primera expedición salesiana a China, cumpliendo así una profecía de Don Bosco, que adelante contaremos. Llega a Macao, donde funda la casa madre de los salesianos, que fue la base para las actividades de evangelización y de ayuda a los necesitados. Por su amor hacia los desamparados comenzaron a llamarlo “padre de los huérfanos”.
En 1918 los salesianos recibieron la misión de Shiu Chow: el P. Luis Versiglia fue nombrado Vicario Apostólico y el 9 de enero de 1921 es consagrado obispo.
Fue haciendo crecer el Vicariato, al que dotó de seminario, otras casas de formación, hogares de ancianos y de personas necesitadas.
Un día un amigo sacerdote que había llegado de Italia le entregó un cáliz con el que el P. Paolo Albera había celebrado sus bodas de oro sacerdotales. Entonces San Luis Versiglia recordó la profecía que hizo Don Bosco en 1885 y profirió a su vez una profecía sobre sí mismo:
“Don Bosco vio que cuando en China un cáliz estuviera lleno de sangre, la Obra Salesiana se difundiría maravillosamente en medio de este pueblo inmenso. Tú me traes el cáliz que el padre ha visto: a mí me toca llenarlo de sangre para llevar a cabo la visión”.
Dedicó especial esfuerzo a la formación de catequistas, pero sabía que el secreto de todo apostolado era la vida interior: “El misionero que no está unido a Dios es un canal que se aparta de la fuente”, escribió.
Capturados por piratas comunistas
San Calixto Caravario nace en Turín en 1903. Fue alumno también del Oratorio de Valdocco.
Siendo ya clérigo, es enviado a China en misión. Viaja a Macao y luego a la isla de Timor.
Regresa a la misión de Shiu Chow, donde Mons. Versiglia lo ordena sacerdote, y le confía una nueva misión, la de Linchow. Su caridad hace que pronto las gentes lo aprecien mucho.
En febrero de 1930, Mons. Versiglia y el P. Caravario van a una visita pastoral a la diócesis de Linchow, en una China en la que el ambiente político se estaba volviendo muy riesgoso contra los misioneros cristianos. Ocurre entonces que un grupo de piratas de ideología bolchevique capturan la barca del obispo, buscando secuestrar y mancillar a tres jóvenes cristianas catequistas que ahí viajaban. El obispo se opone, él y el sacerdote son brutalmente golpeados y luego fusilados en Thau Tseui, en el río Lin Chow. Uno de los bandidos había dicho: “Hay que destruir a la Iglesia Católica”.
Las jóvenes fueron no obstante raptadas, pero cinco días después el ejército las libera, ciertamente en premio al sacrificio de los dos santos. Ellas luego dieron fe de como los dos misioneros habían enfrentado con fe y cabeza erguida el martirio.
La fortaleza de los salesianos había impresionado a los propios verdugos. Uno de ellos dijo: “Es inexplicable, hemos visto a tantos… todos temen la muerte. Estos dos, en cambio, han muerto contentos”.
Juan Pablo II los canonizó. Son los primeros mártires salesianos.
Con información de El Testigo Fiel y La Brújula Cotidiana
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