Pero los que habían apostatado no querían penitencia, y promueven calumnias hacia él.
Redacción (16/01/2024, Gaudium Press) San Marcelo I Papa, que gobernó la Iglesia solo por un año, del 308 al 309, dejó luminoso ejemplo de fortaleza en la fe, y de resistencia al odio de quienes lo traicionaron y persiguieron.
Fue el Papa número 30 de la Iglesia Romana.
Estamos en los crueles tiempos de la persecución de Diocleciano, que poseído por el demonio de la crueldad sangrienta, se ensañó como lobo contra la Iglesia de Cristo, por los años 303 al 305. En esos días, San Marcelo, un simple sacerdote, animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo hasta el martirio.
Pero cuando fue elegido sucesor de Pedro, ya había pasado esa ola voraz destructora, y tuvo que dedicarse a reorganizar la Iglesia, pues el último Papa, san Marcelino, había muerto cuatro años atrás.
Se le recuerda como un hombre de mucho carácter, enérgico, pero siempre controlado.
Dividió a Roma en 25 zonas, a cuya cabeza de cada una estaría un presbítero. Había que tener una sensibilidad especial hacia los apóstatas de la fe durante la persecución anterior, pero que ahora querían regresar a la Barca de Pedro. Sin embargo, decretó que quienes quisiera emprender el camino de vuelta a casa, debía practicar ciertas penitencias.
Esto no gustó a muchos, que promovieron revueltas contra el Papa. Ellos intrigaron junto al emperador Majencio, que expulsó al Papa de Roma.
Fue San Marcelo a hospedarse a una casa de una laica llamada Marcela, desde donde siguió dirigiendo a la Iglesia. Pero el odio del emperador conoce esta nueva, y lo obliga a realizar trabajos forzados en caballerías y pesebres imperiales, que fueron trasladados a esta zona.
Muere el Papa en el año 309, como ya ha sido dicho.
Con información de Aciprensa
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