¿Existió Papá Noel? Más tarde o más temprano, todo niño hace esta pregunta. Y hay que responderla bien.
Redacción (06/12/2024, Gaudium Press) ‘¿Existe Papá Noel?’
Más temprano o más tarde, todo niño hace esta pregunta. Y hay que responderla bien, algo que lo padres pueden hacer fácilmente contando la bella historia de San Nicolás.
En los centros comerciales frecuentemente, se ve un personaje con traje de colores vivos, despertando la curiosidad general, y en los niños la alegre expectativa de regalos y golosinas.
Es ‘Papá Noel’. ¿Cómo nació esta tradición? En realidad, existió una persona mucho más importante que el legendario Papá Noel. Fue San Nicolás, quien falleció como Obispo de Mira, Turquía, alrededor del año 324. En este caso, la realidad supera la leyenda.
Pocos santos gozan de tanta popularidad, hay muchas iglesias dedicadas a él, y a muy pocos son atribuidos tantos milagros. De él San Juan Damasceno hace el siguiente elogio: “Todo el universo tiene en ti un rápido auxilio en las aflicciones, un estimulante en las tristezas, un consuelo en las calamidades, un defensor en las tentaciones, un remedio en las enfermedades”. Esos son los regalos de San Nicolás, su poderosa intercesión que obtiene muchos favores del cielo. San Nicolás es el verdadero “Papá Noel”.
La generosidad supuesta del personaje, encuentra una base real en la generosidad de San Nicolás.
Nicolás era bastante joven cuando perdió a sus padres, heredando de ellos una gran fortuna, que le hizo posible practicar la caridad a gran escala. Un tío suyo era obispo, y lo consagró sacerdote.
Las tres jóvenes
Un día, conoció a tres jóvenes, que por ser pobres, no encontraban pretendiente para casarse y el padre inicuamente quería encaminarlas hacia una mala vida. Entonces, Nicolás fue por la noche y tiró hacia adentro del cuarto del hombre una bolsa con monedas de oro. Pocos días después, se casaba la hija mayor. Repitió Nicolás el gesto, y poco después se casaba la segunda. En el momento, en que se preparaba para dar su bolsa por tercera vez, fue descubierto. Saliendo de las sombras donde estaba escondido, el padre se lanzó a los pies de su benefactor, llorando de arrepentimiento y gratitud. Desde entonces, no se cansó de pregonar por todas partes los favores recibidos por el Santo rico.
En otra ocasión, al embarcarse en un navío, informó al comandante que tendrían una violenta tormenta por el camino. El viejo lobo de mar, recibió con irónica sonrisa esa previsión de un simple pasajero. Sin embargo, la tormenta no tardó… Era tan terrible el temporal, que todos creyeron que había llegado su fin. Sabiendo que un pasajero había previsto lo que estaba ocurriendo, corrieron hacia él pidiendo ayuda.
Nicolás imploró a Dios y luego cesó la tormenta, se calmó el mar y el sol apareció resplandeciente… Se convirtió así en el patrono de los marineros, que lo invocan en los momentos de peligro.
San Buenaventura narra que en una posada, el dueño había asesinado a dos estudiantes que se habían apoderado de su dinero. Horrorizado por ese vil crimen, San Nicolás, resucitó a los jóvenes y convirtió al asesino.
El día en que fue consagrado Obispo de Mira, recién acabada la ceremonia, una mujer se lanzó a sus pies, con un niño en sus brazos, suplicando “¡Dale la vida a mi hijito!” Él chiquillo había caído al fuego y había tenido una muerte horrible. “¡Ten piedad de mí, dale la vida!”, gritaba la madre. Emocionado y compadecido de los dolores de la mamá desconsolada, hizo la señal de la cruz sobre el niño, quien resucitó en presencia de todos los fieles presentes en su consagración como obispo.
La historia de una santa bofetada
Hay tradiciones que afirman que San Nicolás asistió al Concilio de Nicea, donde se condenó el arrianismo, y que allí abofeteó al propio Arrio después de que este hizo una exposición de sus doctrinas heterodoxas. Por eso es hecho preso San Nicolás, quien va a parar a una cárcel. Pero, allí, le llega a San Nicolás la augusta visita de Jesús, Dios y Rey del Universo, y de su Inmaculada Madre.
El Señor le pregunta:
– ¿Por qué estás aquí?, a lo que responde el Obispo:
– Porque te amo, mi Dios y mi Señor.
Es entonces cuando el Señor le entrega un ejemplar de los Evangelios, y la Virgen lo reviste nuevamente de sus paramentos, en la cárcel.
Mientras que en todo el mundo cristiano la herejía arriana pululaba, no fue así en Mira, por la acción del santo.
En algunos países de Europa, es costumbre que algunas personas intercambien regalos el día de su fiesta, el 6 de Diciembre. A nosotros, también San Nicolás, no dejará de ayudarnos, en nuestras necesidades.
Pidámosle, pues, no sólo bienes materiales, sino sobre todo grandes dones espirituales. Que él obtenga de la Santísima Virgen y de San José la gracia de que en esta próxima Navidad, haga nacer en nuestras almas al Niño Jesús – el mayor regalo dado a los hombres – con el fin de llevarnos a la Patria celestial, para la cual fuimos creados.
Deje su Comentario