Hombre de maravilloso inocencia y vida austera, un día se le aparece San Francisco y le dice que debía hacer franciscano.
Redacción (17/05/2021 10:49, Gaudium Press) Hoy celebramos, entre otros santos, a San Pascual Bailón. Evidentemente el ‘bailón’ es un mote, por hechos de su vida.
Dice el martirologio romano que San Pascual Bailón fue un hombre de maravillosa inocencia y de vida austera, a quien la Santa Sede ha proclamado como patrono de los congresos eucarísticos y de las cofradías del Santísimo Sacramento. Miremos el porqué.
Nace San Pascual en Torre Hermosa, entre Castilla y Aragón, el día de Pentecostés del año 1540. Era hijo de modestos campesinos. Trabajó como pastor de ovejas hasta los 24 años. Aprendió a leer y a escribir solo. Llevaba bajo su capa de pastor una especie de hábito religioso. Cuando no podía asistir a misa, se arrodillaba a hacer oración por bastante tiempo, en dirección al santuario de Nuestra Señora de la Sierra.
Se hace franciscano
Se narra que el propio San Francisco de Asís y Santa Clara se le aparecieron a San Pascual para decirle que debía ingresar a la Orden de Frailes Menores. Entra pues a esta comunidad después de varios intentos.
Un día un religioso lo vio ejecutar una bella danza delante de la estatua de la Virgen que presidía el refectorio, mientras estaba poniendo la mesa. Ver eso lo alegró y animó a la virtud. Esa forma de alegría fue constante en la vida del santo.
El P. Jimenez, que fue su biógrafo y superior, decía de él: “No recuerdo haber visto jamás una sola falta en el hermano Pascual, aunque viví con él en varios de nuestros conventos y fuimos compañeros de viaje en dos ocasiones”.
Su rasgo más conocido era su devoción al Santísimo Sacramento. El famoso P. Salmerón, de la Compañía de Jesús, escribió el libro: “Vida del Santo del Sacramento, San Pascual Bailón”. Pasaba mucho tiempo de rodillas ante el tabernáculo, con los brazos en cruz. Gustaba también de acolitar por su devoción al Santísimo. Después de comulgar, recitaba muchas oraciones y reflexiones, probablemente compuestas por él.
Una vez tuvo que ir a Francia a llevar un mensaje al P. Cristóbal de Cheffontaines. Pero en pleno apogeo de las guerras de religión, San Pascual debió sufrir los ataques de los protestantes, y vio su vida en peligro, pero la providencia lo preservó.
Muere San Pascual en el convento de Villarreal, también un domingo de Pentecostés, cuanto tenía 52 años. En el momento en que expiró, las campanas anunciaba la consagración en la misa mayor.
Con información de El Testigo Fiel
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