jueves, 21 de noviembre de 2024
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San Pedro Damián, monje, elevado al Cardenalato, luchó contra los vicios del clero

San Pedro Damián fue declarado doctor de la Iglesia por León XIII.

San Pedro Damian

Redacción (21/02/2024, Gaudium Press) San Pedro Damián nace en Ravena, apenas despuntaba el milenio, en el año 1007.

Habiendo perdido sus padres siendo muy niño, primero fue cuidado por un hermano que lo trataba muy mal, y luego por otro, que era arcipreste de Ravena, quien por el contrario, lo cuidaba bien y lo mandó a la escuela. Agradecido por los cuidados de su hermano, unió su nombre al que ya tenía, y ahí quedó Pedro Damián.

Seguramente fue de su hermano que aprendió siendo joven el gusto por la oración, por la vigilia y el ayuno. Desde joven usó un cilicio.

Deseando dedicarse a la perfección, un día aparecieron por su casa dos benedictinos de la reforma de San Romualdo, y después de hacerles unas preguntas, decidió ingresar a su comunidad.

Después de usar medios disciplinares muy duros, que afectaron su cuerpo, entendió que la paciencia y la quietud agradecida ente las dificultades que Dios pone en el camino para enseñarnos las más duras lecciones es una penitencia mucho más efectiva. Así se dedicó fuertemente a sus labores, a la ayuda de otros, a la oración prolongada y al cuidado de la Palabra de Dios.

A la muerte del Abad, lo sucedió, forzado por sus hermanos.

Fundó otras cinco comunidades de ermitaños, donde fomentó el espíritu de recogimiento, contemplación, humildad, caridad.

El Papa lo hace Cardenal Obispo

El Papa Esteban IX lo nombra en 1057, Cardenal Obispo de Ostia. Quiso muchas veces volver a su vida de ermitaño, pero el Papa lo contuvo. Al final Alejandro II Papa se lo permitió, reservándose el derecho de llamarlo cuando lo necesitase.

En una época de cierta relajación de las costumbres, Dios suscitó en San Pedro Damián un hombre celoso por la virtud, y que decía las verdades que debían ser dichas, particularmente a los religiosos.

Escribió muchas cartas y un par de textos considerables, criticando duramente los males de los clérigos de la época. Avaricia, soberbia, orgullo y el abuso de los placeres carnales fueron solo algunos de los temas que trató sin repudio. Insatisfecho por el poco impacto de sus cartas escribió su célebre obra “El libro de Gomorra” en la que arremetía de manera fuerte, pero culta y hábil, contra los líderes eclesiásticos que debían hacer cumplir las leyes en el clero y que por su falta de disciplina reinaban los pecados contra la castidad en la iglesia.

Combatió la simonía, predicó el celibato eclesiástico, pidió al clero diocesano que viviese en comunidad.

“Su genio consistía en exhortar y mover al heroísmo, en predicar acciones extraordinarias y recordar ejemplos conmovedores…; en sus escritos arde el fuego de una extraordinaria fuerza moral”, se decía de él.

Entre sus obras más grandes se encontró la rectificación y reforma de la diócesis de Milán, azotada por la simonía y el concubinato de los clérigos como en pocas otras diócesis. Allá donde otros fracasaron y fueron martirizados, San Pedro Damián triunfó.

Pero no era San Pedro Damián de un furor incontenible contra el pecador: él hacía lo que el Espíritu Santo le indicaba como lo mejor para lograr la conversión, y si era necesaria la dulzura, la usaba, o también la diplomacia.

Cuando predicaba la austeridad de vida, era porque él mismo la practicaba. Decía a los monjes que el ocio nunca podía ser permitido.

Después de haber cumplido un encargo del Papa, fue atacado de fiebre en un monasterio en las afueras de Faenza, el 22 de febrero de 1072.

Fue declarado doctor de la Iglesia por León XIII.

Con información de El Testigo Fiel y heraldosdelevangelio.com

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