Junto a San Raimundo de Peñafort y el rey de Aragón funda la Orden de la Merced.
Redacción (06/05/2023 13:42, Gaudium Press) San Pedro Nolasco nace de noble familia del Languedoc en 1189. Su padre muere cuando él solo tenía 15 años, dejándole cuantiosos bienes.
Llegado el tiempo en que debía constituir familia, Pedro decide consagrar su virginidad a Dios y entregar sus bienes a los pobres.
Pedro veía con dolor a los cristianos esclavizados por los musulmanes, quienes eran señores del norte de África. Él mismo fue gastando de su dinero para rescatarlos de esa miseria, pero un día Dios le inspiró el deseo de conformar una orden religiosa que perpetuase esa obra de caridad.
Una noche, la misma noche, la Virgen apareció a tres hombres: a San Pedro Nolasco, a San Raimundo de Peñafort y al rey de Aragón animándoles a llevar adelante ese proyecto.
San Raimundo era el confesor de los dos, de San Pedro y del rey Jaime, y se volvió el promotor de la obra. Y el rey de Aragón en su protector.
Hace un cuarto voto
Era un 10 de agosto de 1223 cuando San Raimundo de Peñafort y el rey Jaime llevaron a San Pedro Nolasco ante el Arzobispo de Barcelona, Berengario, para que hiciera los 3 votos religiosos, pobreza, obediencia y castidad, al que Pedro le agregó un cuarto, el de consagrar todo su ser a la redención de cautivos.
En la ocasión San Raimundo predicó; contó que Dios se había dignado revelar a los tres la creación de la obra, que hoy en día es la Orden de Nuestra Señora de la Merced, o ‘mercedarios’. San Pedro fue nombrado superior, y recibió de San Raimundo reglas y constituciones. Otros dos nobles hicieron la profesión religiosa junto con San Pedro. En 1235, en un viaje de San Raimundo a Roma, se obtiene la confirmación del Pontífice romano de la nueva obra.
El rey atribuía sus triunfos militares a las plegarias de San Pedro Nolasco
San Pedro ordenó que siempre hubiese dos religiosos entre infieles, encargados de analizar el panorama para rescates, a los que se llamó “redentores”. Uno de los primeros en ejercer este oficio fue el propio San Pedro. Su acción también sirvió para que muchos musulmanes creyesen en Jesucristo.
Poco antes de morir, San Pedro Nolasco renunció a su cargo de superior general y de “redentor”. Muere el día de Navidad de 1256, a los 67 años de edad. Junto a sus reliquias se operaron muchos milagros. Fue canonizado en 1628,
Con información de El Testigo Fiel
Deje su Comentario