Enfrenta primero un antipapa, criatura del emperador bizantino. Lucha contra el monofisismo, contra el arrianismo, contra la herejía maniquea. Vence.
Redacción (19/07/2022 11:09, Gaudium Press) Hoy la Iglesia universal celebra la vida de San Símaco, Papa.
No se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, pero sí se sabe que muere en roma el 19 de julio de 514.
Nace en Cerdeña, hijo de Fortunatus y es bautizado en Roma, llegando a ser archidiácono del Papa Anastasio II a quien sucede en el pontificado en el año 490; es decir, gobernó la Iglesia por espacio de 24 años.
División por varios años
El día que es elegido, una fracción pequeña del clero, simpatizante de la Iglesia Bizantina, elige al antipapa Lorenzo, arcipreste de San Práxedes. Estaba detrás de esta falsa elección una facción del senado romano, que actuaba como esbirra del emperador del imperio romano de Oriente. Este emperador Anastasio quería que se aprobase un documento imperial conocido como “Nenótikon de Zenón”, que había sido condenado por Anastasio II Papa.
El emperador Anastasio se mostró después partidario de la herejía monofisita, que es lo contrario y termina siendo lo mismo que el arrianismo. El monofisismo decía que en Cristo no había naturaleza humana, solo divina. El arrianismo negaba la divinidad de Cristo. Pero tanto uno como otro negando la dualidad de naturalezas, en el fondo negaban el sacrificio redentor de Cristo, que había sido hecho en cuanto Hombre representando al hombre deudor, y como Dios pagando una deuda infinita que solo un Dios podía pagar.
El Papa Símaco y antipapa Lorenzo apelan al rey de Ravena Teodorico, que era arriano, quien de manera un tanto sorpresiva siendo hereje, toma partido por San Símaco. Sin embargo, las dificultades con esta facción no terminaban ahí para nuestro santo de hoy.
En el año 501, la facción de Lorenzo acusó ante el rey Teodorico que San Símaco había celebrado la Pascua un 25 de diciembre, contradiciendo un nuevo calendario. Teodorico convocó al Papa Símaco, quien se aprestó a ir hasta Ravena, pero – ya estando en Rímini –, cuando conoció los cargos de los que se lo iba a juzgar, se negó a reconocer al rey temporal Teodorico como juez en un asunto meramente eclesiástico. Reafirmaba así, en una época en que eso aún era disputado, el primado del sucesor de Pedro en los asuntos espirituales, el poder de la llave de oro.
Tras esta actitud del Santo Papa y viendo fortalecida su posición, la oposición a Símaco se tomó el palacio de Letrán sede oficial entonces del Obispo de Roma, obligando al Pontífice a vivir fuera de las murallas de la ciudad, cerca de la iglesia de San Pedro. Esta facción instigó al rey Teodorico a que convocara un sínodo que investigara todas las falsas acusaciones que hacían contra el Papa.
El Papa aceptó humildemente la realización del sínodo, que en su segunda sesión escuchó leer los cargos contra él. El Papa no pudo asistir a esta segunda sesión, pues en el camino fue asaltado con su séquito, siendo herido, y algunos de los suyos muertos. Desde ese momento, y aunque siguió siendo invitado, el Papa San Símaco rehusó ir en esas condiciones.
En la tercera sesión de ese sínodo, y sin la asistencia del Papa, los obispos declararon que no podían dictar sentencia contra este, que el Papa ya había comparecido dos veces, y que no existía precedente de que un Papa fuese juzgado por otros obispos, sentando un precedente muy importante, y es la reafirmación de que el Papa no puede ser juzgado por nadie. Los prelados también ordenaron que la facción rebelde se sometiera a San Símaco y le pidieron al rey Teodorico que permitiera a los obispos regresar a sus diócesis.
En la cuarta sesión de ese sínodo se dejo a San Símaco al juicio divino; el Papa fue liberado de todos los cargos y restablecido al ejercicio pleno de su autoridad, y fueron declarados cismáticos todos los que se siguiesen oponiendo al Papa.
Después, poco a poco el rey Teodorico fue llevado a aceptar las decisiones de este sínodo, que por lo demás él mismo promovió.
Lucha contra los maniqueos. Constructor de iglesias
Pero no habían terminado las luchas del Papa Santo. San Símaco también combatió desde la sede romana contra la herejía maniquea. Construyó y reparó numerosos templos, restauró catacumbas, construyó asilos para pobres fuera de las murallas de la ciudad, ayudó económicamente a los obispos del África perseguidos por los vándalos. Ayudó también a los pobladores del norte de Italia víctimas de las invasiones bárbaras.
Fue enterrado en la iglesia de San Pedro.
Con información de la Enciclopedia Católica
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