San Víctor venía de Mauritania, la provincia más occidental del imperio en África. Su cuerpo era custodiado por dos bestias hasta la sepultura.
Redacción (08/05/2023 08:53, Gaudium Press) San Víctor es de Mauritania, que no es propiamente el actual país africano, sino la provincia más occidental de los romanos en el continente negro.
Víctor y sus compañeros Narbore y Félix ingresan el ejército imperial, que los destina a Milán, y esta es la razón por la que su vida es bien conocida, porque el gran obispo San Ambrosio de Milán, padre espiritual de San Agustín, habla con profusión de él.
Por venir pues de Mauritania se le dice San Víctor moro o mauro, y de esta manera distinguirlo de otros santos con el mismo nombre.
Estamos en el paso del S. III al S. IV.
Los tres soldados se convierten al cristianismo y por ello no sacrifican a los ídolos, lo que hacen que los arresten. El propio Emperador quiere hacer que abjure de la religión cristiana pero San Víctor y compañeros se mantienen firmes, por lo que primero sufren terribles torturas, y luego los llevan a Lodi, en las cercanías de Milán, para ser martirizados.
Un día San Víctor logra escapar, pero los soldados lo persiguen, lo capturan y en un bosque es decapitado. Dice la tradición que su cuerpo insepulto e incorrupto es custodiado por dos nobles bestias, hasta que San Materno, el Obispo de Milán, le da un entierro digno.
San Ambrosio le construye una tumba grandiosa, que es incorporada más tarde a la Basílica de San Ambrosio.
En 1576, San Carlos Borromeo también obispo de Milán, hace un solemne reconocimiento de las reliquias de San Víctor, y reúne las que estaban dispersas por varias partes de la ciudad. Es patrono de exiliados y prisioneros.
Con información de Vatican News
Deje su Comentario