Una conversación con León XIII definió su vida.
Redacción (03/03/2024, Gaudium Press) “Yo alcé mis ojos, maravillada ante la grandeza de la obra de Dios y pensé cuan poco nos imaginamos cual puede ser el resultado de escuchar y actuar según los deseos que Dios pone en nuestro corazón (…) Sí, en el Sagrado Corazón Jesús está contigo, (…) alienta ante Él tus más grandes deseos”, solía decir Santa Catalina Drexel, religiosa y fundadora norteamericana, quien es conocida como el apóstol de los indios americanos y personas de color.
Catalina, de corta estatura y gigante corazón, nació en Filadelfia, Estados Unidos, el 26 de noviembre 1858, siendo la segunda hija del matrimonio de Francis Anthony y Hannah Drexel. Su madre muere antes de que ella nazca.
Afortunadamente, y en versión contraria a la historia de la madrastra malvada, la segunda esposa de su padre, Emma, fue también para Catalina como una madre.
Era una familia muy rica, siendo su padre un conocido y exitoso financiero. Sin embargo, en casa no había el derroche típico del estilo nouveau riche, sino que imperaba la templanza cristiana, que veía en los bienes algo dado por Dios que se debe saber bien administrar.
Un día va a visitar al Papa, que en la época era León XIII.
Ella le pide al Papa que envíe más misioneros para evangelizar el estado de Wyoming, y así se le colaborase en el apostolado al obispo James O’Connor, su amigo. En ese momento León XIII tuvo una respuesta que definió una vida y la de muchos indios: “¿Por qué no te haces tú misionera?” Ese mismo año establece la escuela St. Catherine Indian School en Santa Fe, Nuevo México, y luego 13 centros más, en los siguientes cuatro años. En 1942, se había creado un sistema de escuelas católicas para indios americanos y personas de raza negra en 13 estados, sistema que incluía 40 misiones, 23 escuelas rurales, 50 misiones para los indios y la Universidad Xavier en Nueva Orleans, la primera universidad en los EE.UU. para personas de raza negra.
Apóstol laica primero, luego fundadora
La joven se dedica al apostolado laico a través del gran misionero de los indios Mons. José Sthephan, con quien conoce los sufrimientos de los nativos americanos, y más adelante las precariedades de los negros del sur y del este de su país. Preocupada por las adversidades de los negros y de los indios utiliza la fortuna que heredó de su padre para construir escuelas en las reservaciones, aportándoles alimentación, ropa, muebles y los salarios de los maestros.
Por sugerencia del Obispo O’Connor, Catalina inicia su Vida Religiosa en 1889 con las Hermanas de la Misericordia, pero más tarde, en 1891 funda la Comunidad del Santísimo Sacramento, conformada entonces por 13 religiosas, e inicia un intenso trabajo misionero acogiendo de modo especial a los niños indios y negros.
En 1935 Santa Catalina sufre un severo ataque al corazón que la obliga a vivir sus próximos años en retiro y oración. La religiosa muere en fama de santidad el 3 de marzo de 1955. Sus restos se encentran en la capilla de la Casa Madre de su Comunidad, situada en Bensalem, Pensilvania, donde hoy se halla su santuario y el Centro de Misión de la Comunidad de las Hermanas del Santísimo Sacramento.
Santa Catalina fue canonizada el 1º de octubre del año 2000 por San Juan Pablo II, tras varios años de un proceso cuya causa que fue introducida formalmente en 1964 por el Cardenal Juan Krol.
Con información de El Testigo Fiel y Gaudium Press
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