La santa de hoy cae mártir bajo la persecución de Diocleciano.
Redacción (10/12/2021 07:46, Gaudium Press) La Santa Eulalia que hoy venera la Iglesia es la de Mérida, no la de Barcelona.
Era muy joven, solo 12 años tenía. Estamos por vuelta del año 300, tiempos de la persecución a los cristianos de Diocleciano.
En un sentimiento que colmaba su puro corazón, Eulalia decía que no temía al martirio, e incluso lo deseaba, pues sería el medio de encontrarse con Cristo. Pero los papás, que mucho la amaban, decidieron encerrarla en su castillo, y solo podían verla muy pocas personas, entre ellas un sacerdote.
Pero un día la niña, que conocía la crueldad del gobernador romano contra los cristianos, salió de su reclusión paterna y junto a su ama buscó al gobernador para reprocharle su mal proceder. Esto hizo que a ambas ese hombre las martirizara, tanto a Eulalia como a su ama Julia.
El martirio fue cruel: fue decretado que la golpearan con varas de hierro y que sobre sus heridas se colocaran antorchas encendidas. Eulalia tenía unos cabellos frondosos, que prendieron fuego. Murió de esa manera.
Todos estos hechos son narrados por el poeta español Prudencio.
Cuando al morir la niña santa, la gente vio una paloma muy blanca que salía de la niña y volaba hacia el cielo: hecho simple y maravilloso que llenó de pavor y remordimiento a los verdugos que salieron huyendo.
Era invierno, y la nieve cubrió su cuerpo y el suelo que lo rodeaba, hasta que unos cristianos recogieron esos restos. En ese sitio se levantó luego un templo en su honor, templo donde se guardaron sus reliquias y que era muy visitado por los muchos favores que allí se dispensaban.
Con información de Catholic.net
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