Cuando Santa Bakhita escribió sus memorias se hizo famosa en toda Italia. Y realizó conferencias, con las que recogía dinero para su comunidad.
Redacción (08/02/2022 07:39, Gaudium Press) Hoy conmemoramos a Santa Josefina Bakhita, maravillosa santa africana.
No se sabe bien el lugar de su nacimiento ni la fecha, pero se cree que fue en Olgossa, en la zona de Darfur, al sur de Sudán, tal vez en lo que hoy es Sudán del Sur. Y que su nacimiento fue alrededor del año de 1869.
Tenía tres hermanos y dos hermanas
Estaba ayudando a sus padres, en el campo, cuando comerciantes de esclavos capturaron a una de sus hermanas que se había quedado en casa cuidando al más pequeño. Mucho lloraron ese día en la casa.
Pero después fue su turno:
“Tenía aproximadamente nueve años – cuenta Santa Bakhita – cuando, una mañana, caminaba por los campos, un poco lejos de casa, con una amiga. Repentinamente, vimos a dos extranjeros aparecer tras unos arbustos. Uno de ellos le dijo a mi compañera: ‘Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tu puedes continuar tu camino. Te alcanzaremos dentro de poco’. Su objetivo era alejar a mi amiga para que no pudiese dar la alarma mientras ellos me capturaban”.
“Yo, por supuesto, no podía sospechar nada y obedecí, tal y como hacía siempre con mi madre. Una vez que estaba en el bosque, vi a las dos personas detrás de mí. Uno de ellos me agarró fuertemente, mientras el otro sacó un cuchillo con el que me amenazaba. Gritándome, me dijo: ‘Si gritas, morirás. Síguenos’.”
Fueron estos mismos buscadores de esclavos los que le pusieron el nombre de Bakhita, que significa afortunada. El trauma de su secuestro hizo que ella olvidara su verdadero nombre.
Fue vendida como esclava en cinco ocasiones, pasando a distintos amos en el mercado de esclavos en El Obeid y Jartum. Su cuarto amo la hizo sufrir mucho; cuando tenía 13 años fue tatuada, le realizaron 114 incisiones en su cuerpo, y en esas heridas le colocaban sal para evitar infección pero ocasionándole mucho dolor.
Su quinto amo fue el cónsul y comerciante italiano Calixto Leganini, quien, por primera vez, la trató muy bien.
Viaje a Europa
Pero llegan las tropas mahdis a Jartum, en 1884, con el objeto de expulsar a los colonialistas británico-egipcios, y por ello el cónsul Laganini tiene que huir. Santa Bakhita le implora que la lleve con ella y después de mucho insistir el cónsul accede. El cónsul viaja con su amigo Michieli.
Cuando llegan a Italia, la esposa de Michieli reclama un esclavo y se le entrega a Bakhita.
Viaja entonces a Zingo, en cercanías de Venecia, donde durante tres años trabaja como niñera y se hace amiga de la hija del matrimonio italiano. Pero después de este tiempo, los Michieli parten a la costa sudanesa del mar rojo, a instalar un hotel, prefiriendo Bakhita quedarse en Italia.
Por el apostolado de las Hermanas de Canossa de Venecia, Bakhita y Mimmnina, ésta última la hija de los Michieli, ingresan en el noviciado de las Hermanas de la Caridad en Venecia. Estas hermanas son fundadas por la Madre Magdalena Gabriela de Canossa, y por eso se las conoce como Hermanas de Canossa.
Ya en el Instituto Bakhita profundiza en la fe católica, y se da cuenta que Dios siempre “había permanecido en su corazón”, y que le había dado las fuerzas para soportar la esclavitud, aunque no lo percibiese conscientemente.
Fue bautizada por el Cardenal de Venecia el 9 de enero de 1890, con el nombre de pila de Josefina Margarita Afortunada.
A medida que trascurrían los días en el Instituto, era cada vez más consciente de quien era Dios “que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma”.
Al regresar la señora Michieli de Sudán, quiso llevarse a su hija y a Bakhita, pero la santa rehusó, enfureciendo a la señora italiana. La superiora del Instituto contactó al Cardenal, quien dijo que siendo la esclavitud ilegal en Italia, Bakhita era libre de escoger su camino.
Siguió por tanto su formación, y finalmente, el 7 de diciembre de 1893, fue ordenada hermana de la comunidad, con 38 años.
Vida de monja
Los siguientes 50 años fue religiosa.
En 1902 fue llevada de Venecia a Schio. Allí limpiaba, cocinaba, cuidaba a los pobres, con suma caridad. La gente empezó a decir que estaba en presencia de una santa.
Cuando le pidieron que escribiera su autobiografía, eso constituyó un gran esfuerzo, que sin embargo completó. Esas memorias fueron publicadas en 1930.
Después de publicadas, Santa Bakhita se volvió famosa, y viajó por toda Italia contando sus experiencias y recogiendo así dinero para su comunidad. Estos viajes no fueron interrumpidos ni siquiera por los achaques de la vejez, que la llevaron a una silla de ruedas.
Muere el 8 de febrero de 1947, diciendo “¡Madonna! ¡Madonna!”, la Virgen, la Virgen.
Fue canonizada por Juan Pablo II en el año 2000.
Con información de El Testigo Fiel.
Deje su Comentario