En Holanda, Santa Ludovina, cuya memoria se celebra el 14 de abril, soportó con paciencia los sufrimientos corporales que la afligían, ofreciendo sus dolores por la conversión de los pecadores y la salvación de las almas.
Redacción (14/04/2025 07:53, Gaudium Press) Era el 14 de abril de 1433, Domingo de Pascua. Una gran parte de la población de Schiedam, en los Países Bajos, se reunió frente a la casa de una mujer moribunda.
– ¿Qué está sucediendo? – preguntó un viajero.
– Es Lidvina. Hoy se cumplen treinta y ocho años de su martirio.
–¿Lidvina? Había oído ese nombre antes… Siempre pensé que era una leyenda… Dicen que ha sobrevivido durante siete años sólo con la Sagrada Comunión. No lo puedo creer…
– Mi querido señor, yo tampoco lo podía creer –respondió con aire serio un hombre que había oído la conversación. Hace doce años tomé la decisión de acabar con la fama de santidad de esta mujer, a la que consideraba un fraude. Pasé días y noches junto a su lecho de dolor, esperando confirmar mis sospechas. Pero fue ella quien me confirmó en la fe: ahora no sólo creo en el poder de la Eucaristía, sino que también confieso firmemente las virtudes heroicas de Lidvina.
– ¿La reconoces entonces como santa? ¿Podrías explicarme por favor el motivo de una afirmación tan atrevida? – respondió el viajero.
–Hasta los quince años –comenzó el interlocutor– llevó la vida normal de las chicas de su edad. Sin embargo, sufrió una caída mientras patinaba sobre hielo y, como consecuencia, se rompió la columna, cambiando su vida por completo: parálisis total, ceguera, vómitos continuos, migrañas, fiebre, nervios inflamados y un absceso muy doloroso en el hombro izquierdo.
– ¡Dios mío! ¡Es un verdadero purgatorio en vida! – exclamó asombrado el visitante.
El devoto continuó:
– No tenemos idea de qué es el Purgatorio. Lidvina tampoco lo sabía y lamentaba continuamente que Dios hubiera permitido tan horrible martirio. Así fue hasta la noche en que Nuestro Señor se le apareció en sueños y le hizo una propuesta: “Como expiación por tus pecados, ¿qué preferirías: treinta y ocho horas en el Purgatorio o treinta y ocho años sufriendo como estás?” Y ella respondió sin dudar: “¡Señor, prefiero treinta y ocho horas en el Purgatorio!” En ese mismo momento, Lidvina sintió que moría y comenzó a sufrir los atroces tormentos del lugar de purificación.
Sin embargo, viendo que las horas pasaban y su sufrimiento no terminaba, aprovechó el paso de un ángel y le preguntó:
–¿Por qué Nuestro Señor no cumplió el contrato que hizo conmigo? Creo que han pasado tres mil ochocientas horas…
El ángel le respondió:
– ¿Crees que llevas aquí tres mil ochocientas horas? ¡No han pasado ni cinco minutos desde que moriste! ¡Tu cuerpo todavía está caliente!
Aterrorizada, Ludovina suplicó a Jesús: “Señor, prefiero pasar treinta y ocho años sufriendo como antes que quedarme un momento más en este lugar”. En ese momento, ella se despertó. Desde entonces nunca más se quejó de sus sufrimientos. Al contrario, amaba tanto su cruz que comenzó a repetir con frecuencia: “Señor, tu justicia es tan grave y la amo tanto, que si me bastara decir una pequeña oración para ser sanada, no la diría”.
Impresionado, el viajero cayó de rodillas. La luz que estaba encendida en la casa se apagó en ese momento, anunciando al pueblo la partida de Ludovina a la eternidad. Y de los labios de quien hasta hacía poco había sido incrédulo, surgió este acto de fe: «Santa Ludovina, ruega por nosotros, para que aprendamos a amar nuestra cruz y, sobre todo, para que crezcamos en el amor a Aquel que todo lo sufrió por nosotros».
En 1890, el Papa León XIII oficializó el culto a Santa Ludovina, declarándola patrona de los patinadores y de los enfermos.
Fuente: arautos.org. Por la Hna. María José Vicmary Feliz Gómez, EP
Deje su Comentario