La Santa de hoy era hermana del gran San Ambrosio y de San Sátiro.
Redacción (17/07/2022 11:26, Gaudium Press) La vida de la Santa de hoy, Santa Marcelina, tiene ese aroma de grandeza de la Iglesia de los primeros tiempos. Fue hermana de dos santos, el gran San Ambrosio de Milán, bajo cuya sombra se convirtió San Agustín, y San Sátiro. Hablamos por tanto del S. IV después de Cristo.
Era Marcelina la hermana mayor de San Ambrosio. Nace en Tréveris, probablemente, hija de noble cuna, siendo su padre con probabilidad prefecto en esa ciudad de la entonces Galia romana.
Se encarga de la educación de sus hermanos
Trasladada la familia a Roma, Marcelina tuvo una educación esmerada.
Ella misma fue formadora eximia, encargada como estuvo de la formación de sus dos hermanos, a quienes sobre todo quiso inculcar el amor a la virtud cristiana.
En su espíritu se fue cristalizando que lo único que merecía los sudores de esta vida era luchar por la gloria de Dios, y por ello quiso renunciar al mundo.
El día de la Epifanía del Señor del año 353, el Papa Liberio le concedió el velo de las vírgenes, en la iglesia de San Pedro. Se sabe lo que dijo el Papa en esa ceremonia, porque el gran San Ambrosio se hizo eco de esas palabras: Instó el Pontífice a amar exclusivamente a Jesucristo, a vivir en el recogimiento de la vida interior, a mortificarse en los placeres, a vivir en la modestia.
Mucho la quería San Ambrosio. Le dedicó un tratado sobre la excelencia de la virginidad. Cuando San Ambrosio ya era obispo en Milán, ella lo visitó varias veces, ayudando a su hermano en la relación con las vírgenes consagradas como ella. Pero siguió viviendo en Roma, junto con otra dama que la secundaba en sus ejercicios de devoción y piedad.
Su vida espiritual era intensa: bastante oración, mucha lectura espiritual; no faltaban las penitencias tipo ayuno, que San Ambrosio recomendó moderar cuando avanzó en edad.
Aún en vida, San Ambrosio la elogió de público
Cuando falleció su hermano Sátiro, San Ambrosio hizo las honras fúnebres en las que se cuela un bello elogio de su hermana Marcelina: “… santa hermana, admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo”. Si lo decía San Ambrosio, debía ser más que cierto…
Santa Marcelina sobrevivió a San Ambrosio, pero no se sabe de forma exacta el año de su muerte.
Con información de Catholic.net
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