lunes, 16 de septiembre de 2024
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Santa María Crucificada de Rosa, pasión por los enfermos

Hija de condesa, fundadora, dedica su vida a cuidar a los dolientes de cuerpo y de alma.

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Redacción (15/12/2023, Gaudium Press) Santa María Crucificada de Rosa nace en Brescia-Italia en 1813. Novena hija de Clemente de Rosa y la Condesa Camila Albani, su infancia trascurre en la paz de un hogar católico.

Pierde a su madre a los 11 años, se retira de la escuela para cuidar a su padre a los 16 años.

El papá quería verla casada, e incluso le llega a presentar un pretendiente, pero ella ya había determinado seguir la vida de la completa entrega a Dios. Mons. Pinzoni, que la dirigía espiritualmente, le comunicó esa decisión a su padre, que en muestra de virtud la acepta. Clemente de Rosa colaboraría bastante con las obras de la Madre María Crucificada.

María sigue viviendo en la casa paterna por diez años, pero cada día más se dedicaba más a las obras de beneficencia, secundada por su padre.

Clemente poseía unos telares en Aquafreda, donde trabajaban algunas jóvenes. Paula, que así era el nombre de pila de la santa, se ocupa religiosamente de ellas. También en Capriano, donde su familia tenía una casa de campo, con la ayuda del párroco establece una cofradía femenina, organizando para ellas retiros, misiones. Pronto el párroco se sorprendió con el cambio de la feligresía.

Ayuda en la epidemia del cólera en Brescia en 1836, arriesgando su salud. A raíz de esta ayuda, se le pide a Paula —de 24 años— que se encargue de una especie de taller para mujeres pobres y abandonadas, algo que realiza eximiamente por dos años.

Paula funda un dormitorio para doce jóvenes, y se encarga de una escuela para niñas sordomudas que había fundado su hermano y Mons. Pinzoni, escuela que a cierta altura Paula cede a las hermanas canosianas.

Aunque de salud delicada, su energía sobrenatural se demostraba viril, poco común. Cultivó en ese tiempo su espíritu, estudió teología. Su memoria era prodigiosa.

En 1840 comienza a tomar fuerza su congregación, que al principio era una asociación piadosa, bajo la tutela de Mons. Pinzoni. La finalidad de esta asociación era atender enfermos en los hospitales. Las cuatro primeras socias tomaron el nombre de Doncellas de la Caridad. Se establecieron en una casa en las cercanías del hospital, ruidosa, incómoda. Un día se les unió un grupo de jóvenes tirolesas que habían oído a un misionero hablar de la asociación.

No faltaban las criticas, de voces envidiosas que las consideraban intrusas.

Clemente de Rosa cede a las asociadas una mejor casa. Las autoridades de Cremona las invitan y ellas fundan la primera casa fuera de Brescia.

La regla provisional de las Doncellas es aprobada por el Obispo de Brescia en 1843. En 1848 se encargan del hospital militar de San Lucas, enfrentándose a la oposición de los médicos que preferían enfermeras seglares y ordenanzas militares. Las ya religiosas ejercían obras de misericordia en elfrente de batalla.

En octubre de 1850 Pío IX les concede audiencia, y poco después Roma aprueba la congregación. Pero por dificultades civiles, solo hasta 1852 las primeras veinticinco religiosas profesan votos. Paula toma el nombre de María del Crucificado.

A partir de su establecimiento canónico, la obra conoce una gran expansión.

Con las fuerzas agotadas, y de solo 42 años, muere la fundadora el 15 de diciembre de 1855.

Mons. Pinzoni, quien la había conocido tan a fondo, dijo en cierta ocasión: “Su vida es un milagro que asombra a cuantos lo ven”. Santa María resumió perfectamente el espíritu que la animaba, al decir a sus religiosas: “No puedo ir a acostarme con la conciencia tranquila los días en que he perdido la oportunidad, por pequeña que ésta sea, de impedir algún mal o de hacer el bien”.

Con información de El Testigo Fiel.

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