Santa María Mazarello fue el instrumento con el que Dios creó el ramo femenino de la obra salesiana. San Juan Bosco no estaba muy interesado en ello, pero Dios quería.
Redacción (14/05/2021 08:26, Gaudium Press) Hoy conmemoramos a Santa María Mazarello, aquella que funda el ramo femenino de la comunidad salesiana.
Un día San Juan Bosco contó un sueño profético que tuvo: “Yo atravesaba la plaza Vittorio, en Turín. De repente me vi cercado por un pequeño ejército de niñas que cantaban, gritaban, con sus vocecitas agudas. Apenas me vieron, volaron en torno de mí y clamaron: ‘¡Viva Don Bosco! (…) ¡Encárguese también de nosotras! ¿No ve que estamos abandonadas?’ – ‘Otro tendrá que ocuparse de ustedes: ¡Yo estoy sobrecargado con tantos niños!’ (…) Pero, en cuanto ellas insistían, se me apareció una Señora noble, con el rostro resplandeciente como el Sol, y me dijo: ‘Cuida de ellas por mí. Son mis hijas’ ”.
San Juan Bosco de hecho no tenía mucho entusiasmo por fundar un ramo femenino de su congregación. Pero Dios lo quería y para ello puso en su camino a María Domenica Mazzarello.
También Santa María Mazarello tuvo una visión
Nace ella en la aldea de Alto Monferrato, el 9 de mayo de 1837, en una familia pobre. Hace su primera comunión a los 10 años, y adquirió una devoción que no era común, la de la comunión diaria. Se levantaba antes del amanecer e iba a misa.
Teniendo 23 años una epidemia de tifo negro asoló su región, y atacó la casa de un tío, Orestes Mazarello, afectando a toda la familia. El confesor de María le pidió que los atendiera y ella heroicamente lo hizo, aunque temía.
En poco tiempo la familia se recuperó, pero ella contrajo la enfermedad. Sin embargo se recuperó, incluso sin auxilio de medicinas.
No obstante quedó muy débil, y ya no podía atender las labores del campo. ¿Qué haría? Para casarse, no sentía el llamado.
En esos pensamientos, iba un día caminando por la colina de Borgo Alto, donde no había ninguna construcción, cuando ve un gran edificio delante de sí, con muchas niñas jugando y corriendo en un patio. Asustada, se fregó los ojos y escucha nítidamente estas palabras: “Tome cuenta de estas niñas”.
Concibió la idea de crear un taller de costura para enseñar a niñas pobres este oficio, y hablarles de Dios. Junto con su amiga Petronila, comenzaron la obra pero no fue fácil. Tuvieron que mudar de sitio varias veces, los aldeanos ironizaban de ellas. Un día llegaron dos niñas huérfanas de madre, su padre era vendedor ambulante y le pidieron a María que las acogiera en cuanto el padre viajaba. Consiguieron de los vecinos una cama, también ayudaron con la comida y les dieron hospedaje a las niñas. Jóvenes de la Pía Unión de las Hijas de María, a las que María y Petronila pertenecían, se ofrecieron a ayudarlas con los trabajos de la casa, y formaron con la bendición del confesor de María una pequeña comunidad, la de las “Cuatro Hijas”.
Querían hacer bien a las niñas del lugar. Los días santos y domingos reunían a los niños y los llevaban a la iglesia. Promovían paseos, inventaban juegos para entretener a las niñas. Era lo mismo que Don Bosco hacía con los niños. Sin saberlo, estaba naciendo un “oratorio festivo” femenino al modo del de Don Bosco.
El confesor de María se hace salesiano
El Padre Pestarino, confesor de María, conoce a Don Bosco, queda encantado con la comunidad que había formado y le pide ingresar a ella. Don Bosco acepta pero le ordena que continué en Mornese, como director de las “Cuatro Hijas”. Por medio del P. Pestarino el Santo le envió un mensaje a las “Hijas de la Inmaculada” de Mornese, animándolas y diciéndoles que pronto las visitaría.
El 7 de octubre de 1864, Santa María Mazarello conoce a San Juan Bosco. En los cinco días que él permaneció en Mornese, Santa María Mazarello no perdió uno de sus sermones.
En 1867, Don Bosco redacta el reglamento para las ya “Hijas de la Inmaculada” y las niñas.
En 1870 lleva el proyecto al Papa de la configuración de una comunidad dedicada a la educación de las niñas, como los salesianos hacían con los niños. El Papa acepta; estas dependerían de San Juan Bosco y sus sucesores.
Y así fue caminando la obra de las hermanas, expandiéndose, no sin muchas dificultades. Hoy, las hijas de María Auxiliadora están extendidas en el mundo entero.
Fallece Santa María Mazarello en Niza Monferrato el 14 de mayo de 1881. Sus últimas palabras fueron: “Adiós, hasta el cielo…”
Con información de Arautos.org
Deje su Comentario