Atendía a los pobres. La harina, las frutas, se multiplicaban en sus manos.
Redacción (27/04/2021 06:56, Gaudium Press) Santa Zita nace en 1212, en Montesegradi, Italia, en una familia pobre, honesta y piadosa.
Se le veía siempre recogida. Cuando tenía 12, fue destinada al servicio en la casa de un noble, Pagano di Fatineli, quien vivía cerca de la iglesia de San Fridigiano, en la ciudad de Luca.
Ella antes que los otros se levantaran iba a misa. Y estaba de regreso puntual en su trabajo. Durante 48 años sirvió a la familia de Pagano di Fatineli, con dedicación santa.
Decía ella que cuatro eran las cualidades que debía tener una empleada: temor de Dios, obediencia, fidelidad y amor al trabajo.
Destacaba por su paciencia y buen humor, incluso en circunstancias difíciles. Cuando tenía tiempo libre lo aprovechaba con buenas lecturas, y oración. Pero en Dios pensaba también en medio de su trabajo, se reportaba continuamente a Dios.
Se le vio varias veces en estado de éxtasis.
Multiplicación del vino, de la harina, de las frutas
A pesar de ser solo una empleada, su presencia infundía respeto, y en frente de ella la gente se contenía de todo lo malo. Hacía penitencias duras.
A veces llegaban pobres a pedir limosna, y ella, con consentimiento de sus patrones, les daba de su comida, y a veces de su salario.
Los milagros empezaron a ocurrir. Una vez un mendigo le pidió una copa de vino. No había nada. Pero ella fue con el cántaro hasta una fuente, y de esta agua le ofreció al mendigo el mejor vino que había probado en su vida.
Las frutas en la alacena, la harina en la despensa, se multiplicaba en sus manos cuando daba a los pobres.
No faltó que alguna de sus compañeras la maltratase, le hiciese falsas acusaciones. A veces también los patrones la trataban con severidad y dureza. Zita continuó con su amabilidad y resignación, y con esto conquistó corazones.
Con el paso del tiempo la gente empezó a darse cuenta de que estaba junto a una santa. Con su influencia salvó a mucha gente del camino del infierno.
Sólo la encolerizaba cualquier palabra o ataque contra la virtud angélica.
Cumplió 60 años Santa Zita, y Dios le mandó señales de su pronta muerte, a la que ella se fue preparando.
Recibió los últimos sacramentos, y un 27 de abril, su alma voló al cielo.
En el año 1580 se abre su tumba y se halla su cuerpo incorrupto. Su tumba, en la iglesia de San Fridigiano, es ocasión de muchos milagros.
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