Mons. Domenico Battaglia, arzobispo de Nápoles, destacó que “esta sangre no es ‘un oráculo a consultar’, sino una brújula a seguir”.
Redacción (07/05/2024 15:37, Gaudium Press) El milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro, obispo, mártir y patrono de Nápoles, Italia, se repitió el pasado sábado en la Basílica de Santa Clara, el 4 de mayo.
Según la Archidiócesis de Nápoles, el milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro se produjo a las 18:38 horas (hora local), durante la celebración de la Santa Misa presidida por Mons. Domenico Battaglia, arzobispo de Nápoles.
A la celebración eucarística asistieron el abad Vincenzo De Gregorio; el alcalde de Nápoles, Gaetano Manfredi; además de innumerables creyentes. Siguiendo la tradición, monseñor De Gregorio agitó un pañuelo blanco para indicar que el prodigio había ocurrido nuevamente.
Esta sangre es el signo de un sueño de salvación
En su homilía, Mons. Battaglia destacó a los fieles presentes que “esta sangre es signo de un sueño de salvación, de esperanza, de confianza. No es “un oráculo que consultar”, sino una “brújula a seguir, porque está siempre bien orientada hacia Cristo, origen y meta de nuestro camino, de nuestra historia y de la historia del mundo”.
Poco después, el prelado rezó al mártir pidiéndole ayuda para “caminar por los caminos del tiempo y de la historia, con la mirada fija en el Señor que tú amaste y serviste, y que tengamos siempre los pies preparados para llegar a nuestros hermanos y hermanas que se encuentran en prisiones físicas, internas o sociales”.
Finalmente, rezó al santo patrono de Nápoles pidiendo su intercesión. “Testigo fructífero de sangre, ora con nosotros y ayúdanos a orar sin cansarnos para que en esta ciudad tuya no se vuelva a derramar sangre inocente, para que en nuestra Europa, en Tierra Santa y en el mundo, cesen los conflictos fratricidas y que Sol de paz, Jesucristo, venza toda violencia, seque las lágrimas del dolor y desarme con el perdón todo deseo de venganza”.
El milagro suele ocurrir tres veces al año
Normalmente el milagro ocurre anualmente en tres ocasiones: el primer domingo de mayo; en la fiesta de San Genaro, celebrada el 19 de septiembre; y el 16 de diciembre, cuando recordamos el milagro producido por la intercesión del Santo que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.
Cada año, en estas tres fechas, el relicario se muestra a los fieles que se reúnen para comprobar si se produjo el milagro. A pesar de no haber recibido el reconocimiento oficial de la Iglesia, el milagro es conocido y aceptado localmente.
Cuando la sangre no se licua, los habitantes de Nápoles lo interpretan como un aviso de que puede ocurrir algún desastre y por ello se les invita a rezar oraciones penitenciales, como el salmo “Miserere”, pidiendo a Dios perdón por los pecados cometidos. (EPC)
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