El 60 % de los niños de sexto grado, no alcanzaban, entre 2013 y 2019, las competencias básicas de matemáticas, literatura y ciencias, en América Latina.
Cuatro de cada cinco niños de sexto grado de la región, no podrán comprender un texto simple (2022).
Redacción (14/08/2022 13:46, Gaudium Press) Ansiedades, inquietudes, irritabilidades, no conseguir concentrarse, son las dificultades de los estudiantes: niños, preadolescentes y adolescentes, resultado de tantas medidas tomadas sobre el sistema educacional, en su modalidad remota, en el período de la pandemia.
Algunos psicólogos, viendo la saturación producida por la enseñanza “online”, la calificaron de “zoomfobia”, fruto de la saturación frente a la exclusividad de este procedimiento. En razón de la exposición extrema ante los compañeros de clase quedaron desmotivados, vivieron frente a una pantalla, cada uno en cuadritos dentro de la misma, situación que no era humana; quedaron, más que cansados, hartos.
Los niños principalmente, por ser más necesitados, padecieron además la falta de correr y jugar, descargando energías al aire libre, y de estar junto a sus compañeritos. Las clases “virtuales” confinaron todo eso. Se perdió el contacto social, la comunicación verbal humana con sus gestos. Conjuntamente quedó en manos del hogar – que no tiene condición alguna para acompañar la enseñanza – una misión preferentemente de las entidades educativas.
Hoy, alejándonos de la pandemia, las personas sensatas, viendo las desastrosas consecuencias, consideran indispensable -diría insustituible- la asistencia presencial a clases, sean de escuela, colegio o universidades.
Datos
Ya existía deficiencia en el aprendizaje antes de la pandemia. Un Estudio Regional Comparativo y Explicativo de la UNESCO del 2019, enfocado en los logros, en 16 países de América Latina y el Caribe, no encontró avances significativos de sus estudiantes entre 2013 y el 2019. Informaba que el 40 % de los estudiantes de tercer grado de primaria y el 60 % de sexto, no alcanzaban las competencias básicas de matemáticas, literatura y ciencias.
En la mitad de la pandemia, para ir cronológicamente, encontramos que a la prueba de admisión a la Universidad de El Salvador realizada en noviembre del 2021, se presentaron 24.273 estudiantes, quedando seleccionados 1.098, menos de 5 %, según informara Raúl Azcúnaga, su vicerrector.
Adentrándonos en este 2022, encontramos un fenómeno que nos deja más preocupados rumbo al porvenir: en el período de la pandemia se ha perdido más de un año y medio de enseñanza. Un reporte del Banco Mundial junto con Unicef y la Unesco titulado singularmente como “Dos años después: salvando una generación”, considera que cuatro de cada cinco niños y niñas de sexto grado de la región, no podrán comprender un texto simple: “Una crisis educativa sin precedentes que podría comprometer el desarrollo futuro de nuestros países”, son palabras del vicepresidente del Banco Mundial, Carlos Felipe Jaramillo.
Al regresar al sistema presencial, cansados de lo virtual gritaron: “¡Qué alegría, volvimos a la escuela!” Con el correr de los días se fueron presentando las dificultades, comienzan a percibir que no están a la altura de lo que empieza a serles exigido en el nivel educativo siguiente, se sienten incapaces.
De los problemas de lectura y de comprensión de sus educandos, (www.laprensagrafica.com/opinion/Los-ninos-leen-y…-no-entienden-lo-que-leen-20200118-0599.html), ahora enfrentan los maestros la grave situación de que los chicos: ¡no saben leer!, ¡no saben redactar!
Ante terrible escenario surge un desafío: ¿Qué hacer?, ¿cuál es la mejor forma de enseñar?, ¿cómo aprenderán mejor?
Las generaciones actuales más aptas para las nuevas tecnologías son “nativos digitales”, si bien que, observemos, la tecnología en sí no produce progresos educativos automáticamente, los aparatos podrán ser “inteligentes”, pero no transmiten inteligencia.
Por otro lado, la lectura en libros, que ayudaba a la imaginación, a ser más creativos, ampliar el lenguaje y el conocimiento, mejorando la comprensión, pasaron al olvido.
Es así que presenciamos el enfrentamiento de las estructuras “tradicionales” de enseñanza – en que los niños, por ejemplo, son educados en una amplitud de habilidades que no se aplican a las complejidades del mundo real -, con las corrientes de enseñanza “virtual” exclusiva, de la cual estamos viendo las consecuencias. Contemplamos el conflicto en la crisis educacional, que está ocurriendo en todo el mundo.
Lógicamente los niños necesitan saber leer, escribir y hacer cuentas. Sin embargo, la idea de enfocarse sólo en eso, en detrimento de todo lo demás, está bien documentado, en la ciencia, como problemática. Se ha impulsado un sistema educativo con tendencia a sobrevalorar el raciocinio menoscabando la observación de la realidad palpable. El que lee, acaba sabiendo muchas cosas, quien observa mucho la realidad que lo rodea, acaba sabiendo más, afirmaba el famoso novelista francés Alexandre Dumas.
Por lo tanto, se tendrá que pensar en un modelo pedagógico -ayudado de la herramienta de la tecnología-, que ponga sus pies sobre la realidad de la vida. Enseñanza teórica, en estado puro y seco, sin ejemplos concretos, ni descripciones de ambientes o episodios históricos, ha sido una de las causales de la crisis. La realidad, lo que se percibe a través de los sentidos, no está presente en los métodos educativos, sea el “virtual”, sea el “tradicional”.
Hay una controversia entre los métodos con relación al desarrollo de la inteligencia. Lo “virtual”, que cautiva y es difícil resistirle, acostumbra a una “realidad” que no existe en la vida ordinaria. Las encuestas, a través de los años, nos muestran cómo los niños, y también los adolescentes, por el elevado número de horas que pasan mirando una pantalla o el celular, acaban teniendo una escasez de contacto con el escenario que les rodean. Ya no es sólo que no interactúan con sus padres, hermanos o compañeritos de escuela, sino también con el mundo real de su entorno.
Qué es educar
Educar es un casi sacar de la nada facultades adormecidas, dar vida a una existencia aletargada. Es cultivar, como un jardinero, facultades físicas e intelectuales. El hombre es un animal racional, compuesto de cuerpo y espíritu, tendiente a prestar atención a las cosas sensibles que lo rodean, que consigue abarcar con los cinco sentidos. La inteligencia y la voluntad son, en el hombre, las alas que lo hacen sobrevolar sobre el mundo irracional como soberano. Su inteligencia tiene la gran capacidad de abrirse a los objetos que la rodean, sea un simple animalito, una bella planta con sus flores o un panorama de colores en las nubes. De cara a estas realidades nacen las preguntas, se produce una apertura de la inteligencia ante la realidad ambiental. Es el motivo de los “porqués” de los niños en la búsqueda del conocer, de comprender lo que sus sentidos están viendo y sintiendo.
Muchos afirman, con propiedad, que la naturaleza es la primera escuela para aprender las leyes del mundo que nos rodea. Por eso, no hay como negarlo, el aprendizaje mejor será en lo concreto del mundo real, porque la naturaleza humana está hecha para que entendamos ese ámbito y, el quedar sorprendidos con algunas cosas, lleva al deseo de conocimiento. Como decía Santo Tomás de Aquino, el más santo entre los sabios y el más sabio entre los santos: “El asombro (quedar sorprendidos) es el deseo para el conocimiento”; pero esto podrá ser tema de otro artículo.
(Publicado originalmente en La Prensa Gráfica de El Salvador, 14 de agosto de 2022).
Por el P. Fernando Gioia, EP
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