viernes, 22 de noviembre de 2024
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Seguir las bienaventuranzas puede ser fatigoso pero es camino de alegría

El Papa se refirió a la lectura evangélica que trata de las Bienaventuranzas.

Audiencia Papa

Redacción (14/02/2022 09:44, Gaudium Press) Meditando ayer durante el Ángelus el evangelio del día, que trata de las Bienaventuranzas (Lc 6,20-23), explicó el Papa que estas “definen la identidad” de lo que es ser discípulo de Cristo.

Refiriéndose a la primera Bienaventuranza, “Dichosos vosotros, los pobres, porque vuestro es el reino de Dios” (v. 20) el Papa dijo que la alegría humana no se encuentra en los bienes, sino en los dones que recibimos de Dios cada día, como la vida, la Creación, el prójimo.

También el espíritu de pobreza es saber que “el discípulo de Jesús no cree que lo posee, ni piensa que ya lo sabe todo, sino que sabe que debe aprender cada día”.

Cuando no se sigue a Jesús es fácil caer en la tristeza “porque las cuentas no cuadran, porque la realidad se escapa de nuestros esquemas mentales y nos encontramos insatisfechos”. En cambio, el discípulo de Jesús “sabe cuestionarse, sabe buscar a Dios humildemente cada día, y eso le permite adentrarse en la realidad, acogiendo su riqueza y complejidad”.

Las Bienaventuranzas son un camino de felicidad

El discípulo de Cristo, acepta ‘la paradoja’ de las Bienaventuranzas:

“Estas declaran que es dichoso, es decir, feliz, quien es pobre, quien carece de tantas cosas y lo reconoce. Humanamente, se nos induce a pensar de otra manera: feliz es quien es rico, quien está lleno de bienes, el que recibe aplausos y es envidiado por muchos. Jesús, por el contrario, declara que el éxito mundano es un fracaso, ya que se basa en un egoísmo que infla y luego deja un vacío en el corazón”.

Dejarse guiar por las Bienaventuranzas es saber que “no es Dios quien debe entrar en nuestras lógicas, sino nosotros en las suyas”.

Seguir las Bienaventuranzas puede ser fatigoso, pero es un camino siempre acompañado de alegrías:

“Porque, recordemos, la primera palabra de Jesús es: dichosos. Esto es el sinónimo de ser discípulos de Jesús. El Señor, al liberarnos de la esclavitud del egocentrismo, desencaja nuestras cerrazones, disuelve nuestra dureza y nos abre la verdadera felicidad, que a menudo se encuentra donde nosotros no pensamos”.

Con información de Vatican News

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