domingo, 05 de octubre de 2025
Gaudium news > Si tuvieras fe… – Comentario el evangelio dominical

Si tuvieras fe… – Comentario el evangelio dominical

La intensidad e integridad con la que una persona conserva el precioso don de la fe en su alma reflejan la verdadera medida de su caridad.

Coracao de Jesus 696x492 1

Redacción (05/10/2025 12:48, Gaudium Press) La Liturgia de este domingo de la 27.ª semana del Tiempo Ordinario bien podría resumirse en la suave exhortación del Divino Maestro contenida en el versículo que titula este artículo…

Y como expresión de lo que ocurre en las almas con respecto al don de la fe, la metáfora del grano de mostaza nos sumerge en los misterios de la vida natural misma, reflejo de lo sobrenatural. ¿Qué es, entonces, la vida? ¿Cómo podemos explicarla? ¿Qué es el don de la fe? ¿Cómo podemos acrecentarlo, ya que los mismos Apóstoles le piden al Maestro: «¡Auméntanos la fe!» (Lc 17,5)?

Impulsada por el enigma de la vida, la mente humana estudia minuciosamente las diminutas semillas de hierba que dan origen a los paradisíacos tapetes vegetales británicos, o las semillas de secuoya —comparables en tamaño a las de los tomates, pero de las que brotarán las gigantescas coníferas que asombran a la humanidad—, buscando comprender los misterios que encierran, sin encontrar, sin embargo, una respuesta que la satisfaga plenamente.

Este misterio se vuelve aún más apremiante cuando se trata de la naturaleza animal… ¿Cómo emerge un grácil y ágil colibrí de un diminuto huevo —una joya viviente e iridiscente de su especie— o la majestuosa y feroz águila, la única capaz de contemplar directamente el sol con su vista?

Sin embargo, es en el propio ser humano —descrito por Santo Tomás como un microuniverso— donde esta investigación alcanza su clímax y mayor complejidad, pues también puede recibir otra forma de vida, infinitamente superior a la natural: la vida sobrenatural de la gracia, una participación creada en la vida increada de Dios.

Todo el edificio de vida sobrenatural en el hombre tiene como fundamento la fe, la primera de las virtudes, ese «hábito mental por el cual comienza en nosotros la vida eterna, haciendo que el intelecto se aferre a lo invisible». Así, la Carta a los Hebreos afirma que es «la garantía de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (11,1).

Por eso, San Pablo, con gran paternalismo y elocuencia, insta a Timoteo: «Te ruego que avives el fuego del don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos» y «custodia el precioso depósito [de la fe] con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros» (2 Tim 1,6.14). En otras palabras, este don es tan precioso que todo el esfuerzo y la vigilancia para preservarlo y hacerlo crecer no significan nada comparados con la recompensa eterna de la que constituye una garantía.

Por lo tanto, la intensidad e integridad con que una persona custodia el precioso don de la fe en su alma permiten medir su caridad hacia Dios y hacia el prójimo. Es también por este don que realizará los mayores actos de heroísmo por el Señor, considerándose siempre un “siervo inútil”, sin buscar otra recompensa que la de servirle. Es también por este don que dirá al morero o a las montañas: “Arráncate y ántate en el mar” (Lc 17,6), y estos obedecerán.

Por el P. João Carlos Gomes Barroso, EP

(Extracto de artículo de la Revista Arautos do Evangelho n.º 286, octubre de 2025).

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas