sábado, 08 de noviembre de 2025
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Sobre la Nota del Dicasterio de la Doctrina de la Fe acerca de la Virgen: más bien profundizar la reflexión

Amplia repercusión sigue suscitando la Nota doctrinal publicada el pasado 4 de noviembre por el Dicasterio de la Doctrina de la Fe sobre los títulos de la Virgen.

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Redacción (07/11/2025 20:18, Gaudium Press) Amplia repercusión sigue suscitando algo más que comprensible la Nota doctrinal publicada el pasado 4 de noviembre por el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, y aprobada por León XIV, “sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación”.

Atendiendo al texto del propio documento, el cual manifiesta no “querer agotar la reflexión, ni ser exhaustivo” (n. 3), pasaremos a hablar sobre algunos puntos que están suscitando numerosos comentarios, e incluso debates, con la intención justamente de enriquecer la reflexión acerca del importantísimo tema de los títulos con que la Iglesia y el pueblo fiel ha honrado a la Virgen.

Especial atención está atrayendo el abordaje que el documento vaticano hace del título “corredentora”.

La Nota, en su versión española (que es en la que fue escrito el documento), establece que “es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María”. (n. 22) [ndr. Las negritas usadas en estas líneas, siempre serán propias] Esta indicación, según expresa la Nota, se aplica cuando se tiene “en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención”, pues en esas circunstancias “este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana, porque «no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12)”.

Diversos analistas ya apuntan que esa inoportunidad del término, no puede referirse a toda circunstancia de tiempo, modo y lugar, teniendo en vista el amplio uso que en la Iglesia ya se ha hecho de él, como se verá más adelante. Efectivamente, este ya circula a profusión, desde hace varios siglos, y no solo en la piedad popular, sino al nivel de Papas, documentos oficiales de la Iglesia, estudiosos y santos. Tal afirmación de la Nota, debe referirse a circunstancias que la hacen prudencial.

La Nota registra que “algunos Pontífices han utilizado este título” de Corredentora, pero “sin detenerse demasiado a explicarlo”.

“Generalmente —expresa el documento— lo han presentado de dos maneras precisas: en relación con la maternidad divina, en cuanto María como madre ha hecho posible la Redención realizada en Cristo, o bien en referencia a su unión con Cristo junto a la cruz redentora” (n. 18), y ejemplifica con San Juan Pablo II, quien “lo utilizó, al menos en siete ocasiones”. Entretanto, una rápida revisión del uso que le han dado los Pontífices y estudiosos, tal vez sirva para matizar un tanto el adverbio “demasiado”.

Papas

En la encíclica Supremi apostolatus de León XIII, del 1 de septiembre de 1883, en su versión italiana posteada en la página oficial del Vaticano, se puede leer: “En efecto, la Virgen Inmaculada, elegida para ser la Madre de Dios, y por esto mismo hecha corredentora del género humano, goza junto a su Hijo de un poder y una gracia tan grandes que ninguna criatura, humana o angelica, jamás ha podido alcanzar, ni podrá alcanzar jamás, uno mayor”. (1) [ndr. Traducción nuestra del original italiano, que se encuentra en las notas].

San Pío X, en la encíclica Ad diem illum laetissimum (Aquel día venturosísimo), fechada el 2 de febrero de 1904 y con ocasión de los 50 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, escribía:

Es evidente que debemos atribuir a la Madre de Dios una virtud que produce gracias: esa virtud que solo es de Dios. Sin embargo, puesto que María supera a todos en santidad y unión con Jesucristo, y fue asociada por Él en la obra de la redención, nos procura de congruo [ndr. recompensa por conveniencia], como dicen los teólogos, lo que Jesucristo nos procuró de condigno [ndr. Recompensa por estricta justicia], y es la suprema dispensadora de gracias” (2). [ndr. Traducción nuestra del original italiano, que se encuentra en las notas]

En la misma encíclica el Papa Sarto expresaba:

La consecuencia de esta comunión de sentimientos y sufrimientos entre María y Jesús es que María «se hizo legítimamente digna de reparar la ruina humana» y, por tanto, de dispensar todos los tesoros que Jesús nos obtuvo con su muerte y su sangre. Cierto, solo Jesucristo tiene el derecho propio y particular de dispensar esos tesoros que son fruto exclusivo de su muerte, puesto que, por su naturaleza, es el mediador entre Dios y los hombres. Sin embargo, debido a esa comunión de dolor y angustia, ya mencionada entre la Madre y el Hijo, a la Augusta Virgen se le concedió ser «con su Hijo unigénito, la más poderosa mediadora y conciliadora del mundo entero»”. (3) [ndr. Traducción nuestra del original italiano, que se encuentra en las notas] O sea, San Pío X no tenía óbice en declarar al singular dolor de la Virgen, como digno de “reparar la ruina humana”, es decir un dolor redentor, mientras no se olvidase que es Jesucristo el que tiene el derecho propio de dispensar los frutos de su redención.

Por su parte Benedicto XV se expresa de forma muy parecida al Papa que vino de Venecia, en Inter Sodalicia:

María “en comunión con su Hijo doliente y agonizante, soportó el dolor y casi la muerte; abdicó los derechos de madre sobre su hijo para conseguir la salvación de los hombres y, para apaciguar la justicia divina, en cuanto dependía de Ella, inmoló a su Hijo, de suerte que se puede afirmar, con razón, que redimió al linaje humano con Cristo. Y, por esta razón, toda suerte de gracias que sacamos del tesoro de la redención nos viene, por decirlo así, de las manos de la Virgen dolorosa”. (4) Más claro no se puede ser, y sin hablar demasiado, pero sí preciso.

Pío XI, en Explorata res est le da a la Virgen un título que puede ser considerado sinónimo al de corredentora: “La benignísima Virgen Madre de Dios…, habiéndonos dado y creado a Jesús Redentor, y ofreciéndole junto a la cruz como Hostia, fue también y es piadosamente llamada Reparadora por la misteriosa unión con Cristo y por su gracia absolutamente singular”. (5)

Recuerda Royo Marín, que también, en la clausura del Jubileo de la Redención, Pío XI, el 28 de abril de 1935, recitó esta conmovedora oración: “¡Oh Madre de piedad y de misericordia, que acompañabais a vuestro dulce Hijo, mientras llevaba a cabo en el altar de la cruz la Redención del género humano, como Corredentora nuestra asociada a sus dolores…!, conservad en nosotros y aumentad cada día, os lo pedimos, los preciosos frutos de la Redención y de vuestra compasión”. (6)

Pío XII explica que quiso Dios “que, en la realización de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Cristo, tanto que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos asociados íntimamente al amor y a los dolores de su Madre”. (7) Es decir, que así como aquel que ayuda en la operación puede ser llamado un co-operador, así los dolores de María unidos de forma íntima a los padecimientos del Salvador, realizaron la redención de los hombres.

En su radiomensaje a los peregrinos reunidos en Fátima, Portugal, el 13 de mayo de 1946, también Pío XII manifestó: “Él, el Hijo del Dios, proyecta en su Madre celestial la gloria, la majestad y el dominio de su realeza; pues, habiendo sido asociada al Rey de los mártires en la inefable obra de la redención humana como Madre y cooperadora, permanece para siempre asociada con Él con un casi ilimitado poder en la distribución de las gracias que fluyen de la redención. Jesús es Rey desde toda la eternidad por naturaleza y por derecho de conquista; por Él y con Él, y subordinada a Él, María es Reina por gracia, por relación divina, por derecho de conquista y por singular elección”. (8) Acerca de este texto, el experto mariólogo padre Carol, asegura que al distinguir la función de distribución de las gracias de la propia asociación con Cristo en la redención humana, en la mente de Pío XII “tal función [de aplicación de las gracias a los hombres] no puede de ningún modo identificarse con su participación a la redención subjetiva; debe referirse a la adquisición misma de las gracias, a la redención misma. Nótese también que Nuestra Señora es Reina [en la mente de Pío XII] por derecho de conquista, que, en la doctrina comúnmente aceptada, significa que es nuestra Reina porque es nuestra corredentora, en el sentido propio de la palabra”. (9) En su momento, este experto Carol expresó que afirmaciones como estas de Pío XII, y las de arriba de Benedicto XV en Inter Sodalicia, aunque no siendo “declaraciones infalibles, sin embargo deberían ser recibidas con mucho respeto y religioso asentimiento, viniendo como vienen de la más alta autoridad docente de la Iglesia”. (10)

La Nota doctrinal considerada expresa que “el Concilio Vaticano II evitó utilizar el título de Corredentora por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas”. No obstante, es preciso recordar que la Constitución Lumen Gentium reconoce que la Virgen “se consagró totalmente, como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres. Como dice San Ireneo, ‘obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano’”. (11)

Pablo VI en Marialis cultus la llama “íntimamente asociada al Redentor”, y dice allí mismo que la “unión de la madre con el Hijo en la obra de la Redención alcanza su culminación en el Calvario”. (12)

San Juan Pablo II, como ya fue dicho, empleó el término Corredentora en varias ocasiones.

En la homilía en el Santuario de Nuestra Señora de la Alborada, en Guayaquil, el 31 de enero de 1985, dijo el Papa polaco: “Los evangelios no nos hablan de una aparición de Jesús resucitado a María. De todos modos, como Ella estuvo de manera especialmente cercana a la cruz del Hijo, hubo de tener también una experiencia privilegiada de su resurrección. Efectivamente, el papel corredentor de María no cesó con la glorificación del Hijo”. (13)

En la audiencia general del día 8 de septiembre de 1982, al momento de los saludos, dijo este Pontífice: “María, aunque concebida y nacida sin mancha de pecado, ha participado de manera admirable en los sufrimientos de su divino Hijo, para ser Corredentora de la humanidad. Sabéis que el dolor, unido al del Redentor, tiene un gran e irremplazable valor salvífico”. (14) [ndr. Traducción nuestra del original italiano, que se encuentra en las notas]

El Papa Wojtyla, en el Ángelus rezado el 6 de octubre de 1991 en la Plaza Farnese, de Roma, conmemorando el sexto centenario de la canonización de Santa Brígida de Suecia, expresaba: “Brígida miró a María como a modelo y amparo en los diferentes momentos de su existencia, proclamó con vigor el privilegio divino de su Inmaculada Concepción; y contempló su misión sorprendente de Madre del Salvador. La invocó como Inmaculada, Dolorosa y Corredentora, exaltando su papel singular en la historia de la salvación y en la vida del pueblo cristiano”. (15)

Un repaso a algunos puntos de mariólogos

Después de ver rápidamente el uso que desde hace más de 100 años Papas han dado al término “corredentora”, u otros correlatos, es el momento de recordar unos puntos de la reflexión teológica que se ha realizado al respecto, pues en absoluto no es hasta ahora cuando se ha querido profundizar en la materia, justamente para evitar equívocos y favorecer la recta piedad del pueblo de Dios.

Al final, la reflexión teológica que ya se ha realizado, parte de una realidad que es del depósito de la fe católica, y es reconocida por la propia Nota: La Virgen es “la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia”. (n. 22)

Pero, ¿de qué tenor es esta colaboración?

Primero recordemos que “la noción de ‘redención’ (gr. lytrosis o apolytrosis) en virtud de la cual Dios ‘libera’ o ‘rescata’ (gr. lytroùsthai) su pueblo, y aquella, muy afin, de ‘adquisición’ (gr. peripòiesis), en virtud de la cual él lo ‘adquiere’ (gr. agoràzein), son estrechamente unidas en la Biblia a la idea de ‘salvación’: designan el medio privilegiado escogido por Dios para salvar a Israel liberándolo de la esclavitud egipcia (…) [en esa línea] Jesús es el ‘salvador’ en cuanto nos ‘redime de toda iniquidad’ y ‘purifica un pueblo que es su propiedad’”. (16)

Considerando el origen latino del término, “la palabra redimir (del latín re y emo=comprar) significa volver a comprar una cosa que habíamos perdido, pagando el precio correspondiente a la nueva compra”. (17) En este sentido, “habiéndose producido el pecado de Adán, la encarnación se realizó con finalidad redentora, o sea para reconciliarnos con Dios y abrirnos de nuevo las puertas del cielo cerradas por el pecado (…) [esto es] la recuperación del hombre al estado de justicia y de salvación, sacándole del estado de injusticia y de condenación en que se había sumergido por el pecado, mediante el pago del precio del rescate: la sangre de Cristo Redentor ofrecido por Él al Padre” Eterno. (18)

Entretanto, si solo la sangre de valor infinito de Cristo era el precio debido para pagar a Dios por el pecado-ofensa infinita del hombre, ¿cómo pudieron hablar los papas, doctores y santos de una Virgen corredentora? El sentido no puede ser otro que el de una co-operación a la obra redentora de Cristo, subordinada a la redención de Jesús, pero que, como ya ha sido dicho arriba, una cooperación singular, única, “primera”, “máxima”.

Roschini hace un importante resumen del desarrollo de “la tradición sobre la ‘corredención’” recordando primero que en el texto de Lucas, “una espada atravesará tu misma alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2, 35), “Simeón se dirige exclusivamente a María (a pesar de estar presente S. José) para revelarle que ella, a diferencia de todos los demás, por un título único (además del común de una madre que sufre en presencia del hijo crucificado) estaba asociada a semejante destino dolorosísimo (pasión o muerte), para colaborar directamente con Cristo, a la redención”. (19)

El P. Roschini habla de una “Primera etapa (del S. II al S. XII)” en este desarrollo de “la tradición sobre la ‘corredención’” : “la doctrina de la corredención está contenida de un modo implícito (no explícito) en la fundamental idea de ‘María nueva Eva, opuesta a la antigua’. (…) En efecto, Adán (como resulta del Gén. Cap. III) no estuvo solo en la obra de nuestra ruina: tuvo a su lado una cooperadora, Eva, su compañera. Por consiguiente, era obvio que se completara el conocido paralelismo oponiendo a la antigua Eva la nueva Eva (como el nuevo Adán [Cristo] había sido opuesto al antiguo Adán), lo cual pronto hicieron los más antiguos Padres”. El P. Roschini cita en este sentido a S. Justino, S. Ireneo, Tertuliano, y así “más tarde, otros innumerables”. (20)

Luego, “la primera exposición explícita de esta idea base se encuentra —que nos conste— en Juan el Geómetra (s. X). Afirma con vigor la corredención mariana diciendo que María es ‘la segunda primicia, acepta e inmaculada, ofrecida al Padre, después de la primera (Cristo)’. Dice en otro lugar: (…) Te damos gracias por haber sufrido por nosotros gran dolor y por haber querido que también tu madre padeciese tamaño sufrimiento, tanto por ti como por nosotros, para que el honor de haber compartido tu sufrimiento le valiese, no solamente la comunidad de la gloria, sino también que el recuerdo de su sufrimiento por nosotros la impeliese a obrar nuestra salvación y a conservarnos su amor, no solo a causa de la naturaleza, sino también a causa de todo lo que Ella hizo por nosotros durante el curso de toda su vida. Te damos gracias porque te has dado como rescate (prenda) por nosotros y porque, después de ti, das a tu madre como rescate en todo momento, para que tú te inmoles una vez por nosotros, y Ella se inmole millares de veces en su voluntad, abrasada en sus entrañas, toda entera, sea por ti, sea por aquellos a quienes Ella entregó su Hijo, exactamente como el Padre, sabiendo perfectamente que lo entregaba a la muerte (Joannis Geometrae laus in Dormitionem B. M. Virginis, en Wenger, A., A. A., L’Assomption de la T. S. Vierge dans la Tradition Byzantine, du VI au X siècle. Études et Documents [‘Archives de l’Orient Chrétien’, 5] París 1955, p. 407)”. (21)

Habla Roschini de una “Segunda etapa (del s. XII al s. XVII)” de esta ‘tradición corredentora’, la que define como un “periodo medio o de transición, en el cual la doctrina de la corredención mariana pasa, cada vez más claramente, de lo implícito (o sea de la idea de ‘nueva Eva’) a lo explícito. El primero en hablar incidentalmente, pero de una manera explícita, de los méritos reparadores o corredentores de María parece que fue Eadmero de Canterbury (+ 1124): ‘Así como Dios, creando todas las cosas con su poder, es Padre y Señor de todas ellas, así también la bienaventurada María, reparando todo con sus méritos, es madre y Señora de las cosas… María es Señora de las cosas restituyendo a cada cosa su dignidad primitiva mediante aquella gracia que Ella mereció’. (Liber de Excellentia Virginis, PL 159, 573, .578)”. (22)

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Coronación de la Virgen – Museo de América, Madrid

Recuerda el sacerdote italiano que fue S. Bernardo, doctor melifluo, “el primero que habla explícitamente de la ‘reparación’ dada por María por la culpa de Eva: ‘Ella (María) satisfizo por la madre (Eva), ya que si el hombre cae por medio de la mujer, he aquí que no es levantado sino por medio de una mujer… reparadora de los primeros padres’ (Homil. II super ‘Missus est’, PL 183, 62)”. A su turno “S. Alberto Magno (+1280) insistió mucho sobre ‘el principio de consorcio y de asociación’ de María a Cristo en la redención del género humano”, y “S. Buenaventura (+1274) enseña que María, en el Calvario, coofreció la Víctima divina”, satisfaciéndose así el precio de nuestros pecados, y pagando el precio de nuestra redención. (23)

En el S. XIV se distingue el Beato Juan Tauler, O. P. (+1361), quien dice que “así como Eva, usurpando temerariamente el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, arruinó a los hombres en Adán, así tú, llena de amargura, tomaste sobre ti el dolor del árbol de la cruz y redimiste a los hombres juntamente con tu Hijo’”. (24)

Continúa Roschini citando himnos litúrgicos, santos, arzobispos, autores y teólogos de renombre, como el gran teólogo del Concilio de Trento, el jesuita Salmerón, quien así se expresa, al tratar de cómo ocurrió la redención: “Aquí sucede al revés. El hombre es el primero en probar del amargo madero de la cruz y lo ofrece a la mujer, a fin de que, como de dos, pero sobre todo del hombre, provino la ruina del mundo, así también de dos, pero sobre todo de Cristo, provenga la salvación y la redención. Porque, por grande que pueda ser la eficacia que pueda tener María, ésta le proviene de Cristo… al causa del poder superior de Cristo en la redención, en la cual quiso participar, como Corredentora, su madre (de cuya ayuda Él no tenía necesidad) (Comentarii in evangelicam historiam et in Acta Apostolorum, tract. 41, vol. 10, Coloniae Agrippinae 1604, p. 339)”. (25)

Finalmente, arriba el P. Roschini a lo que llama la “Tercera etapa (del s. XVII a nuestros días): es el periodo del pleno desarrollo y de la expresión sistemática de la doctrina de la corredención mariana. El s. XVII, que fue el ‘siglo de oro de la Mariología’, fue también el ‘siglo de oro de la corredención mariana’. No sólo se afirma frecuentemente la cooperación de la Virgen a la redención, sino que de tal manera se elabora y se desarrolla en sus modalidades (mérito, satisfacción, sacrificio y redención) que los siglos subsiguientes no han podido adjuntar ningún elemento nuevo de particular importancia”. (26)

Llegados a este punto, es interesante compartir la visión de conjunto sobre el ‘estado de la cuestión’ que ofreció en su momento el conceptuado franciscano J. B. Carol, quien presidió una comisión de especialistas mariólogos para producir una obra que es de referencia, la “Mariología”:

Hablando en general, de dos maneras puede decirse que Nuestra Señora cooperó en la obra redentora de Cristo: mediata (indirecta, remota) e inmediatamente (directa, próxima). María cooperó de manera mediata mereciendo algunas de las circunstancias de la encarnación y principalmente dando a luz al Salvador del Mundo. Puesto que María consintió consciente y voluntariamente a la venida de Cristo en vistas a la redención del hombre, está claro que esa cooperación suya fue moral y formal, a pesar de ser mediata. Cooperó inmediatamente si sus méritos y satisfacciones fueron aceptados por el Altísimo, junto con los méritos y satisfacciones de Cristo, para producir el mismo efecto, es decir, la restauración del género humano a la antigua amistad con Dios”, introduce el sacerdote. (27)

Continúa el padre Carol haciendo una exposición de “las varias opiniones que los teólogos católicos han expresado a este respecto”. “Todos admiten que Nuestra Señora tuvo una participación mediata en nuestra redención, en cuanto que consintió libremente a ser instrumento consciente de la venida del Redentor, aceptando se su Madre. Además, se concede generalmente que Nuestra Señora participó en la redención en el sentido de que, a lo largo de su vida, unió sus sentimientos, oraciones y sufrimientos a los de su divino Hijo, deseando asociarse con Él en la misión salvadora por amor al género humano. Pero empieza el desacuerdo en cuanto los teólogos intentan determinar el valor exacto, la eficacia y el alcance de esa cooperación”. (28)

Un grupo —que representa la minoría— insiste en que la asociación de Nuestra Señora al Redentor, como acabamos de describirla, no tuvo valor ni eficacia alguna en orden a la redención misma (redención objetiva), sino sólo en cuanto a la aplicación de sus frutos a los individuos (redención subjetiva). En otras palabras, el género humano fue restablecido a la amistad con Dios en vista a los méritos y satisfacciones de Cristo solo. María también ofreció méritos y satisfacciones propias, pero estos sólo le granjearon un derecho o cuasi-derecho de convertirse en dispensadora de todas las gracias que fluyen del sacrificio redentor del Salvador. Esta es, en esquema, la opinión de H. Lennerz S. I., W. Goossens, G. D. Smith y otros teólogos y escritores católicos distinguidos”. (29)

Un segundo grupo, no menos distinguido que el primero, cree que Nuestra Señora cooperó próxima, directa e inmediatamente a la redención misma (redención objetiva), en cuanto que el Omnipotente se complació en aceptar sus méritos y satisfacciones junto a los de Cristo (aunque subordinadamente a ellos) con valor redentor para la liberación de la humanidad de la esclavitud de Satanás y para su rehabilitación sobrenatural. De donde se desprende que, así como el mundo fue redimido por Cristo, también fue corredimido por María. La diferencia entre las dos causalidades descansa en esto; que mientras los méritos y satisfacciones de Cristo fueron infinitos, autosuficientes y de condigno ex toto rigore iustitiae, los méritos y satisfacciones de Nuestra Señora fueron finitos, totalmente dependientes de los de Cristo, de donde reciben todo su valor, y de congruo (Como veremos después, algunos afirman que María mereció nuestra redención no solamente de congruo, sino de condigno ex mera condignitate). Tal es la opinión que hemos sostenido insistentemente y que goza del apoyo de la mayoría de los teólogos católicos de nuestros tiempos. Son notables las contribuciones a este respecto de Mgr. J. Lebon, J. M. Bover S. I., el difunto canónigo J. Bittemieux, C. Dillenschneider C. SS. R., C. Friethoff O. P., P. Sträter S. I., H. Seiler S. I., G. M. Roschini O. S. M. [ndr. El P. Roschini, citado anteriormente], E. Druwé S. I., y D. Bertetto S. D.B.” (30) Además registra el padre Carol un pequeño grupo de teólogos alemanes partidarios de una escuela intermedia entre las dos anteriores.

Siendo la Mariología una ciencia, al final todo título de Nuestra Señora debe anclarse en el fundamento de esa ciencia, que es la maternidad divina, ya delimitada y establecida dogmáticamente. Esta fundamentación es defendida por Royo Marín:

La razón última y el fundamento más profundo de la corredención mariana hay que buscarlo en la maternidad divina de María, íntimamente asociada por voluntad de Dios a la obra salvadora de Cristo Redentor. Escuchemos a un eminente mariólogo contemporáneo [ndr. El P. Manuel Cuervo, O. P., en Maternidad divina y corredención mariana (Pamplona 1967), pp. 217-218] explicando con gran precisión y profundidad esta doctrina fundamental: ‘La teología apoya esto mismo con fuerza ineludible. Porque el fin de nuestra redención comprende dos partes bien caracterizadas y distintas: la adquisición de la gracia y su distribución a nosotros. Tal es adecuadamente el fin del orden hipostático [ndr. El orden hipostático es el que hace referencia a la unión de la divinidad con la humanidad en la persona de Jesucristo. Hipóstasis en griego significa persona], en el cual quedó insertada María por razón de su maternidad divina. Al ser incorporada a él, queda por el mismo caso, supuesta siempre la voluntad de Dios, asociada con Jesucristo en el fin de este mismo orden. Integralmente asociada, aunque de muy diversa manera que Jesucristo, no existiendo razón alguna para limitar esta asociación de María a una de sus partes con exclusión de la otra [ndr. la conquista de la gracia y la distribución de la gracia, referidas arriba]. Porque la diferencia esencial con que este fin pertenece a los dos, se encuentra en la diversa manera con que ambos pertenecen al orden hipostático. Jesucristo sustancialmente y de un modo absoluto, y María sólo de un modo relativo, accidental y secundario. Y por eso mismo Jesucristo es esencial y absolutamente el Mediador y Redentor, en cuyo sentido se dice también que es el único Mediador; y María la co-Mediadora y co-Redentora. Y por esto mismo la parte que corresponde a los dos en la adquisición y distribución de las gracias es muy distinta, sin que la unión de los dos en el mismo fin del orden hipostático perjudique a ninguno de ellos. Antes por el contrario, la parte que en esta asociación corresponde a María arguye gran perfección en Jesucristo, por lo mismo que es toda recibida y dependiente de Él, al mismo tiempo que sublima a María, haciéndola partícipe de una obra tan divina como es la de nuestra redención, como única excepción entre todas las criaturas”. (31)

A esta altura, creemos que va siendo claro que entre Papas y no pocos especialistas, el uso del término “corredentora” o sus expresiones sinónimas —y las diversas y matizadas explicaciones que se dan de ellos— lejos de aportar confusión o menoscabo hacia el papel salvífico-redentor de Cristo, lo hacen más impactante y lo clarifican, exaltando al mismo tiempo y con justicia el papel singular de María.

Es cierto, como dice la Nota (n. 19), que el Cardenal Ratzinger, en “su voto particular” de 1996 afirmó que el significado de los títulos de Corredentora o Mediadora de todas las gracias “no es claro y la doctrina contenida en ellos no está madura”. Esta afirmación del posterior Papa Benedicto, más bien puede ser considerada como un apelo a la profundización y a la explicación de esos conceptos, que a la anulación de cualquier debate serio sobre los mismos. Como recientemente recordó una analista, en la misma entrevista de 2002 en la que Ratzinger manifestaba su contrariedad hacia esos títulos, él se declaraba favorable a la doctrina del fondo de la cuestión, que expresa que Cristo quiere compartir con nosotros todo, incluso su ser redentor. (32) Ratzinger en otros momentos también manifestó opiniones favorables a la doctrina de fondo, como cuando dijo en la audiencia general del 8 de abril de 2009, ya siendo Papa, que “en este itinerario nos acompaña la Virgen Santísima, que siguió en silencio a su Hijo Jesús hasta el Calvario, participando con gran pena en su sacrificio, cooperando así al misterio de la Redención y convirtiéndose en Madre de todos los creyentes (cf. Jn 19, 25-27)”.

Como ya lo han dicho diversos estudiosos tras la aparición de la Nota, la hipotética posibilidad de confusión no debería ser obstáculo insalvable para la seria reflexión teológica y la adecuada catequesis, siempre prudente y obediente al magisterio, pues tal posibilidad de ‘oscurecimiento’ existió y existe incluso con relación a las más queridas verdades que el magisterio ya ha sellado con el carácter de dogmático, como por ejemplo la Maternidad Divina de Nuestra Señora y su ‘redención previa’ que la hizo desde siempre y por siempre Inmaculada.

Lo importante es la posibilidad de la buena catequesis y de la buena reflexión, de esa que lamentablemente están huérfanos numerosos católicos hoy. Por lo demás, no creemos en absoluto, que la aprobación del Papa León a la Nota haya buscado poner fin a tales buenas discusiones y prácticas con relación al asunto. Como ya se dijo al inicio, el propio documento expresa en su inicio no querer agotar la reflexión.

Por Alejandro Cisneros

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Notas

1 Infatti la Vergine Immacolata, prescelta ad essere Madre di Dio, e per ciò stesso fatta corredentrice del genere umano, gode presso il Figlio di una potenza e di una grazia così grande che nessuna creatura né umana né angelica ha mai potuto né mai potrà raggiungerne una maggiore. SUPREMI APOSTOLATUS LETTERA ENCICLICA DI SUA SANTITÀ LEONE PP. XIII. 1 de septiembre de 1883. In:https://www.vatican.va/content/leo-xiii/it/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_01091883_supremi-apostolatus-officio.html Recuperado: 5-11-2025

2 Es evidente que noi dobbiamo attribuire alla Madre di Dio una virtù produttrice di grazie: quella virtù che è solo di Dio. Tuttavia, poiché Maria supera tutti nella santità e nell’unione con Gesù Cristo ed è stata associata da Gesù Cristo nell’opera di redenzione, Ella ci procura de congruo , come dicono i teologi, ciò che Gesù Cristo ci ha procurato de condigno ed è la suprema dispensatrice di grazie. LETTERA ENCICLICA AD DIEM ILLUM LAETISSIMUM DEL SOMMO PONTEFICE PIO X. 2 de febrero de 1904. In: https://www-vatican-va.translate.goog/content/pius-x/it/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_02021904_ad-diem-illum-laetissimum.html?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc Recuperado: 5-11-2025

3 La conseguenza di esta comunione di sèntimenti e di sofferenze fra Maria e Gesù è che Maria «divenne legittimamente degna di riparare l’umana rovina» e perciò di dispensare tutti i tesori che Gesù procurò a noi con la Sua morte e il Suo sangue. Cierto, solo Gesù Cristo ha il diritto proprio e particolare di dispensare quei tesori che sono il frutto esclusivo della Sua morte, essendo egli per Sua natura il mediatore fra Dio e gli uomini. Tuttavia, per quella comunione di dolori e d’angoscie, già menzionata tra la Madre e il Figlio, è stato concesso all’Augusta Vergine di essere «presso il Suo unico Figlio la potentissima mediatrice e conciliatrice del mondo intiero». LETTERA ENCICLICA AD DIEM ILLUM LAETISSIMUM DEL SOMMO PONTEFICE PIO X. 2 de febrero de 1904. In: https://www-vatican-va.translate.goog/content/pius-x/it/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_02021904_ad-diem-illum-laetissimum.html?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc Recuperado: 5-11-2025

4 BENEDICTO XV, Litterae Apostolicae, Inter Sodalicia, 22 de marzo de 1918, AAS 10, 1918, 182. Tomado de: Royo Marín, A. Teología y Espiritualidad Marianas. BAC Madrid. 1968. pp. 146-147

5 PÍO XI. Miserentissimus Redemptor, n.º 15. Tomado de: Royo Marín, A. Teología y Espiritualidad Marianas. BAC Madrid. 1968. pp. 146-147

6 PÍO XI. Radiomensaje, 28/4/1935.

7 PÍO XII. Haurietis aquas, n.º 74.

8 AAS 38 (1946) 266. En: Carol, J. B. Corredención de Nuestra Señora. In: Mariología. BAC. 1964. p. 767.

9 Carol, J. B. Corredención de Nuestra Señora. En: Mariología. BAC. 1964. pp. 767-768.

10 Ibidem. p. 768.

11 CONCILIO VATICANO II. Lumen gentium, n.º 56.

12 SAN PABLO VI. Marialis cultus, n.º 15. y n.º 20.

13 SAN JUAN PABLO II. Homilía en el Santuario de Nuestra Señora de la Alborada, Guayaquil. 31 de enero de 1985. In: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/homilies/1985/documents/hf_jp-ii_hom_19850131_santuario-alborada.html Recuperado: 5-11-2025

14 Maria, pur concepita e nata senza macchia di peccato, ha partecipato in maniera mirabile alle sofferenze del suo divin Figlio, per essere Corredentrice dell’umanità. Voi lo sapete, il dolore se unito a quello del Redentore ha un grande ed insostituibile valore salvifico. GIOVANNI PAOLO II UDIENZA GENERALE Mercoledì, 8 settembre 1982. In: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/it/audiences/1982/documents/hf_jp-ii_aud_19820908.html Recuperado: 5-11-2025

15 SAN JUAN PABLO II. Ángelus. 6 de octubre de 1991. In: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/angelus/1991/documents/hf_jp-ii_ang_19911006.html Recuperado: 5-11-2025

16 Dizionario di Teologia Biblica, pubblicato sotto la direzione di Xavier Leon-Dufour. V Edizione 1976. Ristampa 1984. Casa Editrice Marietti. Casale Monferrato. p. 1041.

17 Royo Marín, A. Teología y Espiritualidad Marianas. BAC Madrid. 1968. p. 141.

18 Ídem.

19 Roschini, Gabriele. Diccionario Mariano. Editorial Litúrgica Española, S. A. Barcelona. 1964. p. 418. Traducción del Dizionario de Mariologia. Editrice Studium. Roma.

20 Ibidem. pp. 420-421.

21 Ibidem. p. 421.

22 Ídem.

23 Ibidem. p. 422.

24 Ídem.

25 Ibidem. p. 423.

26 Ídem.

27 Carol, J. B. Corredención de Nuestra Señora. En: Mariología. BAC. 1964. p. 762. Traducción de Mariology. Vol. I-II (1955 y 1957) The Bruce Publishing Company, Milwaukee.

28 Ídem.

29 Ibidem. pp. 762-763.

30 Ibidem. p. 763.

31 Royo Marín, A. Op. Cit. pp. 149-150.

32 Luisella Scrosati. No a Maria Corredentrice. La Nuova Bussola Quotidiana. 5 de noviembre de 2025. In: https://lanuovabq.it/it/no-a-maria-corredentrice-il-vaticano-fa-confusione Recuperado: 6-11-2025

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