Reunidos en Francia, emitieron comunicado tras la publicación del motu proprio Traditiones Custodes.
Redacción (02/09/2021 16:31, Gaudium Press) En muchos ambientes era esperado el comunicado los superiores de las comunidades llamadas ‘Eclessia Dei’, ligadas al rito extraordinario de la misa, y que estaban reunidos en Francia meditando sobre su pronunciamiento tras el motu proprio Traditionis Custodes, que restringe precisamente la celebración de ese rito.
Eran ellos el Padre Andrzej Komorowski, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro; Monseñor Gilles Wach, Prior General del Instituto de Cristo Rey Soberano Sacerdote; el Padre Luis Gabriel Barrero Zabaleta, Superior General del Instituto del Buen Pastor; el P. Louis-Marie de Blignières, Superior general de la Fraternidad San Vicente Ferrer; el P. Padre Gerald Goesche, Preboste General del Instituto San Felipe Neri; Saint-Philippe-Néri; el P. Antonius Maria Mamsery, Superior General de los Misioneros de la Santa Cruz; Don Louis-Marie de Geyer d’Orth, abad de la abadía de Sainte-Madeleine du Barroux; el P. Emmanuel-Marie Le Fébure du Bus, abad de los canónigos de Lagrasse; Don Marc Guillot, abad de la abadía de Sainte-Marie de la Garde; la Madre Placide Devillers, abadesa de la Abadía de Nuestra Señora de la Anunciación en Barroux; la Madre Faustine Bouchard, Priora de las Canonesas de Azille y la Madre Madeleine-Marie, Superiora de las Adoratrices del Real Corazón de Jesús Soberano Sacerdote.
Fidelidad a la Iglesia y al Papa, con un amor que sufre
Los superiores de estas comunidades declaran ya al inicio de su comunicación que reafirman “su amor a la Iglesia y su fidelidad al Santo Padre”, sin embargo, es un amor filial que hoy está “teñido de gran sufrimiento”, en el que se mezcla la impresión de sentirse “sospechosos, marginados, desterrados”.
Expresan los Superiores que no se “reconocen” en la descripción ofrecida por la Carta que acompaña el motu propio Traditionis Custodes, pues no se consideran “como la ‘verdadera Iglesia’”, sino que ven “en la Iglesia Católica nuestra Madre, en quien encontramos la salvación y la fe”. Afirman también que su sumisión a la jurisdicción del Papa y de los obispos se ratifica con “las buenas relaciones en las diócesis (y la funciones de Consejero presbiteral, Archivista, Canciller u Oficial que han sido confiadas a nuestros miembros) y el resultado de las visitas canónicas o apostólicas de los últimos años”.
Piden diálogo
Reafirman los superiores igualmente, su “adhesión al magisterio (incluido el del Vaticano II y el que sigue) según la doctrina católica del asentimiento que le corresponde”. Ejemplifican esta aceptación del magisterio, con “los numerosos estudios y tesis doctorales realizados por muchos de nosotros durante los últimos 33 años”.
Acerca de faltas de su parte que hayan sido cometidas, se muestran dispuestos a pedir perdón.
Su identidad está unida a la pedagogía tradicional de la fe, particularmente en el campo litúrgico
Suplican la apertura de “un diálogo humano, personal, pleno de confianza, lejos de las ideologías o de la frialdad de los decretos administrativos”, deseando “encontrar una persona que sea para nosotros el rostro de la Maternidad de la Iglesia”. A esa persona gustarían poder “contarle sobre el sufrimiento, los dramas, la tristeza de tantos fieles laicos en todo el mundo, pero también de sacerdotes, religiosos y religiosas que dieron su vida por la palabra de los Papas Juan Pablo II y Benedicto. XVI”. A estos laicos y sacerdotes “se les prometió que ‘se tomarían todas las medidas para garantizar la identidad de sus Institutos en la plena comunión de la Iglesia Católica’ ”, identidad ligada a la “plena unión a las pedagogías tradicionales de la fe, marcadamente en el campo litúrgico”.
¿Podemos privarlos de lo que la Iglesia les había prometido por boca de los Papas?”
“Los religiosos, religiosas y sacerdotes que participan en nuestros Institutos han hecho votos o se han comprometido de acuerdo con esta especificación”, y “confiando en la palabra del Sumo Pontífice, entregaron su vida a Cristo para servir a la Iglesia. Estos sacerdotes y religiosos y religiosas han servido a la Iglesia con dedicación y abnegación. ¿Podemos privarlos hoy de aquello con lo que están comprometidos? ¿Podemos privarlos de lo que la Iglesia les había prometido por boca de los Papas?”, preguntan.
Recuerdan los superiores que en Amoris Laetitia, (n. 312) el Papa invitó a los pastores a entrar en el corazón del drama de las personas, para mejor vivir y reconocer su lugar en la Iglesia. En ese sentido, “estamos deseosos por confiar las tragedias que vivimos a un corazón de padre. Necesitamos escucha y buena voluntad, no condena sin diálogo previo”, expresan.
Dicen que corren rumores de “visitas apostólicas disciplinarias para nuestros Institutos”, y con relación a eso, solicitan “encuentros fraternos donde podamos explicar quiénes somos y las razones de nuestro apego a determinadas formas litúrgicas. Por encima de todo, queremos un diálogo verdaderamente humano y misericordioso: ‘¡Ten paciencia conmigo!’”.
Concluyen su documento haciendo un apelo especial a los obispos de Francia, “para que se abra un verdadero diálogo y se nombre un mediador que sea para nosotros el rostro humano de este diálogo”.
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