miércoles, 01 de enero de 2025
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¿Trump debió su elección en buena medida a los católicos?

La mayoritaria inclinación pro-republicana de los electores católicos fue clave. Pero esto revela un fenómeno de mayor profundidad.  

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Redacción (28/12/2024 19:00, Gaudium Press) A poco más de 20 días de la posesión de Donald Trump el mundo entero ya siente el cambio de gobierno, y son numerosos los sectores que se van acomodando a lo que creen serán las políticas de la nueva administración republicana. En un planeta que ya muchos desean multipolar, el peso de los EE.UU. se sigue sintiendo de forma decisiva.

Pero, ¿las ondas expansivas de la victoria de Trump también alcanzan ámbitos de la Iglesia Católica? Ciertamente, teniendo también en vista este globo cada vez más interconectado, en todos los sentidos.

Signo no menor, de la importancia del catolicismo en la última elección presidencial americana y en el régimen que inicia, son varios de los nombramientos que ha hecho Trump, desde la escogencia en junio de su fórmula vicepresidencial J.D Vance, un católico converso, hasta designaciones recientes para altos cargos en su gabinete, realizadas tras su victoria.

Es lo que destaca la comentarista política Ana Paula Henkel, en su más reciente nota en la Revista Oeste —medio de amplia difusión digital en el mundo en portugués— titulada La Resurrección de la fe: El designado Secretario de Estado, el conocido Marco Rubio, es católico; igualmente Robert Francis Kennedy Jr., hijo del histórico Bobby Kennedy y sobrino del expresidente JFK, quien ha sido indicado para ocupar la silla de Secretario de Salud y Servicios Humanos; católica es Lori Chavez-Deremer, designada Secretaria del Trabajo; Sean Duffy, Secretario de Transportes; Linda McMahon, Secretaria de Educación; el nuevo director de la CIA, y la lista continúa…

¿Afecto con aires de preferencia de Trump hacia los católicos o algo de deuda de gratitud que se debe abonar?

Ciertamente en esos cargos solo se nombran personas en las que se ha depositado mucha confianza —en los EE.UU. no se acostumbra cambiar de ministros como cambiarse de calcetín—, pero también es verdad que como nunca en la historia reciente del coloso americano, los católicos influyeron claramente en la escogencia del hombre más poderoso del planeta.

Un sistema especial

Como es sabido, en los EE.UU. no siempre la mayoría absoluta de votantes pone al presidente, sino que las campañas apuntan a obtener mayorías en cada Estado —y sobre todo en los Estados clave— pues es el Colegio Electoral formado por los compromisarios de todos y cada uno de los Estados y Distrito Federal (en total 538), los que eligen al presidente, en un sistema de votación indirecta. A cada Estado se le asigna un número de ‘votos electorales’ —igual al número de sus senadores (dos por Estado) más el de sus representantes a la Cámara—, lo que da un número relativamente proporcional al de su población. Así, Trump obtuvo un total de 312 delegados o compromisarios, mientras que su principal contendora, la vicepresidente Kamala Harris obtuvo solo 226. Pero esta gran diferencia no corresponde a la diferencia en el total de votantes entre Trump y Harris, que rondó el 2%. Sin embargo, Harris solo venció en 19 Estados, mientras que Trump lo hizo en 31, y de ahí el número abultado y mayoritario de delegados electorales que obtuvo.

Entre tanto, ocurre que —como cuenta Ana Paula Henkel— “en Estados donde el margen de victoria de Trump fue de apenas 1% a 2%, los votos católicos hicieron la diferencia”. En sentido contrario a elecciones anteriores, y de acuerdo con la insospechada NBC, los católicos prefirieron la formula Trump-Vance en un 58% contra un 40% que optó por la fórmula Harris-Walz, es decir una diferencia de un 18%, grande, mayor incluso de lo que dijeron las primeras encuestas de boca de urna, que hablaban de una diferencia del 15%. En el año 2020, el 52% de católicos había votado en favor de Biden, mientras que un 47% lo había hecho por Trump. La torta se había volteado, y causando bastante ruido. Según The Washington Post citado por Oeste, “Trump tuvo la mayor victoria entre los católicos para cualquier candidato desde el inicio de las pesquisas de boca de urna, en 1972”.

Pero esta diferencia pesó particularmente en varios de los Estados clave —es decir, aquellos que por el número de sus votantes electorales y/o por no tener una inclinación histórica definida hacia uno u otro partido: En Michigan los católicos votaron por Trump con una abultada diferencia del 20%. En Pensilvania lo hicieron en favor de Trump con una diferencia de un 14%. En Wisconsin, la diferencia fue de 16%. En Carolina del Norte, la diferencia fue del 17%. En la Florida la diferencia fue un apabullante 29% más de católicos que optaron por Trump por encima de Harris.

Entonces, la conclusión es que sí, los datos lo muestran, y como lo dice el que será el nuevo embajador de los EE.UU. ante el Vaticano, Brian Burch, “los electores católicos desempeñaron un papel decisivo” en la victoria de Trump.

Leer también: Aproximaciones al comportamiento del electorado católico en la reciente elección en EE.UU.

Se plantea entonces la pregunta: ¿Por qué el fenómeno? ¿Qué hizo que los católicos se inclinaran tan fuertemente en favor de la opción republicana? Se entra aquí en el terreno de los análisis, tal vez menos objetivo pero probablemente más importante, pues es el factor causal, el elemento definidor.

Henkel expresa en su nota en Oeste que “la campaña de Trump enfocó su mensaje en el apelo directo de una de las mayores preocupaciones de ese electorado —la libertad religiosa y la protección de los principios católicos que hoy son comprometidos a través de agendas políticas en algunos países, inclusive el Brasil. Kamala Harris ignoró las señales de que los católicos estaban hartos de la persecución religiosa, inclusive por el FBI de Biden [ndr. meses atrás estalló un escándalo pues en un memorándum operativo de ese organismo se ordenaba investigar a católicos conservadores], y decidió apostar en la retórica sobre ‘el carácter de Trump’ y la ‘amenaza que él representaba para la democracia’. Cuando su campaña percibió el error, ya era demasiado tarde”.

Como hechos puntuales equivocados de la campaña demócrata, reporta la nota de Oeste la inasistencia de Kamala Harris a la famosa cena organizada por la Alfred E. Smith Memorial Foundation, que ocurre desde 1945 en homenaje al que fue gobernador católico de Nueva York, y donde se recaudan dineros para las caridades católicas en los EE.UU. A esa cena anual, de las más tradicionales en el país y que algunos llegan a calificar de “esencial en la vida democrática de Estados Unidos”, asiste “la élite política, empresarial y militar”, y claro, la ausencia de Harris fue muy resentida, con todo cuanto de mensaje ‘subliminal’ podía conllevar. Muchos la interpretaron como un gran abismo cavado entre la campaña de Harris y el electorado católico, como si no existieran puntos comunes entre una y otro.

Otro error puntual —claramente no interpretativo sino real— de parte de las huestes demócratas, señalado por Oeste, fue lo ocurrido con la gobernadora demócrata de Michigan, Gretchen Whitmer.

Leer también: Estados Unidos: Gobernadora de Michigan acusada de burlarse de la Eucaristía en un vídeo

Whitmer apareció en un video, que se tornó viral, colocando un Dorito en la boca de Liz Plank, influencer canadiense ‘feminista’, quien se encontraba de rodillas, en lo que fue interpretado ampliamente como una burla contra la recepción de la eucaristía católica, incluso por la Conferencia Episcopal del Estado que emitió nota de protesta. Whitmer pidió disculpas a diestra y siniestra, recurrió al discurso de las malas interpretaciones y al de las ‘descontextualizaciones’, pero al parecer pocos católicos creyeron en la sinceridad de sus palabras, y le dieron a su partido el palazo en las urnas ya señalado: un 20% en favor de Trump.

A lo ya referido podrían sumarse otros hechos específicos, resaltados por la midia en su momento —como cuando en un acto de campaña dos estudiantes gritaron a Harris “Jesús es el Señor” y ella respondió “están ustedes en el mitín equivocado”—, pero la pregunta que surge, tal vez la más fundamental, es si en el fondo del horizonte o del cuadro, hay algo a la manera de un dinamismo nuevo del catolicismo en los EE.UU., particularmente de un catolicismo conservador, mucho más tendiente hacia el ideario republicano que al demócrata.

Ana Paula Henkel parece inclinarse por la opción “sí”, cuando destaca el auge, por ejemplo, del ministerio de Mons. Robert Barron, Obispo de Winona-Rochester, fundador de la plataforma de evangelización Word On Fire.

La plataforma de Mons. Barron hoy tiene “más de 1 millón de suscriptores en YouTube, más de 3 millones de seguidores en Facebook y 520 mil ovejas en Instagram. Aunque su postura no sea la de un popstar, Barron tiene la atención de intelectuales conservadores, autoridades y hasta artistas de Hollywood. Barron ya fue entrevistado por nombres como Jordan Peterson [ndr. famoso psicólogo converso], y ha desempeñado un papel crucial en la Iglesia Católica americana contra los malignos preceptos de la Teología de la Liberación”. “A medida que la demanda por exploraciones más substanciales de la fe aumentó, el Obispo se expandió hacia estudios bíblicos, palestras académicas, lecciones teológicas y documentales históricos sobre santos que ayudaron a configurar la religión católica. Su abordaje es casual, pero no intenta simplificar el lenguaje teológico —vocabulario en latín salpica sus diálogos y su mente es un catálogo de referencia casi global para citar documentos del Vaticano y sus significados en la vida cotidiana”; “en sus predicaciones, no hay ásperas reprensiones a la oposición, pero aún menos [existen] negociaciones de los principios fundamentales de la doctrina católica”, resume Henkel.

Un fenómeno amplio

El ‘fenómeno Barron’, no sería sino un síntoma de algo más amplio: “Los números de la reacción católica en los EE.UU. son impresionantes. Algunas diócesis americanas relatan que las entradas en la Iglesia aumentaron de 50% hasta 70%. (…) Los convertidos católicos modernos frecuentemente apuntan para los atributos distintivos de la Iglesia como una gran influencia [clave] en su decisión de explorar la fe: liturgia universal, doctrina firmemente definida, disciplina, jerarquía institucional y una tradición teológica de la que se puede seguir el rastro hasta el tiempo de Jesucristo”. Es decir, la Iglesia en los EE.UU. está creciendo, de manera sustantiva, y los nuevos integrantes son atraídos por sus facetas que podrían ser tildadas de más  ‘conservadoras’; ellos llegan con esa ‘carga’ y apetencia de conservadurismo, que los aleja, y estaría alejando al conjunto católico, de muchas posiciones demócratas.

Es claro que la actual inclinación mayoritaria de los católicos hacia la opción Trump no es exclusivamente debida a un posicionamiento de fe más conservador de la Iglesia americana, sino que entran también preferencias por lo propuesto por Trump en materia de economía, inmigración y fronteras, entre otros temas.

Pero cada vez más gente se pregunta por lo que está ocurriendo dentro de la Iglesia de los EE.UU., y vuelve sus ojos y mentes a su análisis, no solo desde el punto de vista de la fe, sino también en sus repercusiones a todo nivel, incluso también en el campo político. (SCM)

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