lunes, 25 de noviembre de 2024
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Virgen del Rosario, tú que nos proteges en Lepanto, que anunciaste tu reino en Fátima

La propia Madre de Dios le enseñó a Santo Domingo de Guzmán, por vuelta del año 1208, la recitación del Rosario.

Virgen del Rosario

Redacción (07/10/2022 06:33, Gaudium Press) Hoy conmemoramos los católicos a la Virgen del Rosario.

Recordemos que la propia Madre de Dios le enseñó a Santo Domingo de Guzmán, por vuelta del año 1208, la recitación del Rosario, como medio por el cual se convertirían muchas almas y se combatiría de forma eficaz la herejía albigense, en el sur de Francia.

Pero la razón por la que hoy es la fiesta de esta advocación se debe a un hecho histórico, del que dependió el futuro de todas las naciones cristianas.

Era Papa San Pío V, pontífice también de la familia espiritual de Santo Domingo, enérgico, quien había convocado a los reyes cristianos para defender Europa de la amenaza turca.

Sin embargo, no fueron muchos los monarcas que respondieron a su llamado, dadas las divisiones y luchas que los separaban. Pero al final, el gran y serio Felipe II de España ofreció tropas y buques capitaneados por un medio hermano suyo, Don Juan de Austria, los que se sumaron a las fuerzas de Génova, Venecia y a las de los Estados Pontificios. No obstante, la desproporción seguía siendo inmensa con relación a los turcos.

Antes de iniciar la batalla se rezó el Rosario

Y así como hizo Santo Domingo de Guzmán y el ejército antes de una de las principales batallas contra los albigenses, los soldados previo a la Batalla de Lepanto rezaron el rosario.

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Foto: Panoramahenares.com

Era un 7 de octubre de 1571 cuando se encontraron las dos flotas, la musulmana y la cristiana, en el Golfo de Corinto. En esos momentos San Pío V también rezaba el rosario.

La batalla duró interminables horas. Hechos ‘misteriosos’ ocurrieron en el fragor de la lucha, como cambios de vientos de forma intempestiva, y algo impresionante que cuentan algunas crónicas musulmanas, de que muchos marinos vieron una señora vestida de armadura que los miraba con rostro fiero y que les devolvía las balas de sus cañones. Finalmente vencieron los hijos de la Cruz, y la amenaza islámica sobre la Cristiandad quedó en extremo debilitada, casi herida de muerte. Todo ocurrió el 7 de octubre.

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San Pío V no necesitó de un correo que le avisara de la victoria

El Papa dominico, ese mismo día, tras salir de la capilla, anunció a los presentes que la Virgen había concedido la victoria a los cristianos, algo que fue confirmado después por el parte de victoria enviado por Don Juan de Austria, el 21 de octubre. El Papa mirando por su ventana, había tenido una visión de la batalla victoriosa que recién había concluido.

En agradecimiento, San Pío V instauró la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias, que después Gregorio XIII transformaría en fiesta de Nuestra Señora del Rosario.

Tras la batalla de Temevar, en la que el príncipe Eugenio de Saboya derrotó nuevamente a los turcos, Clemente XI extendió la fiesta de Nuestra Señora del Rosario a la Iglesia universal, pues atribuyó también esta victoria al auxilio de tal advocación de la Virgen.

Es clara la predilección de la propia Virgen por esta devoción. En Lourdes, en Fátima, Ella apareció con un rosario en la mano. En Fátima fue demasiado explícita, hablando de los beneficios de esta oración, que muchos han llamado como devoción de predestinados.

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