Mons. João Clá afirma que el modelo perfecto de esclavitud marial es el del Niño Dios en el seno de su Madre.
Redacción (07/07/2021 17:35, Gaudium Press) En nota anterior, recordábamos el bello, enigmático y atrayente título dado a una de las obras de San Luis de Montfort, el Secreto de María, que es un resumen de su obra máxima, el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, donde él describe los trazos de la Esclavitud Mariana.
A la pregunta de si esa esclavitud por San Luis propugnada sería el famoso Secreto de la Virgen, respondíamos que en parte sí y en parte no, pues el gran fruto de ese secreto serían los anunciados apóstoles de los últimos tiempos, que parece aún están por escribir las páginas más bellas de la historia de la Iglesia.
Tras las huellas de Mons. João Clá, EP, y del pensamiento expresado en su obra ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres, afirmábamos que el Secreto de María estaría plenamente revelado cuando los fieles alcancen una comprensión más profunda de esa Esclavitud Marial.
Avancemos pues en estas luces, y continuemos de la mano de Mons. João en estos dulces parajes mariales, recordando textos de su obra ya citada. (1)
Afirma Mons. João que el que la Virgen llegue a ser nuestra vida propia, es la “esencia del Secreto de María”, y para penetrar en este verdadero misterio marial vital, se introduce en el análisis de la Encarnación del Salvador:
“Al reflexionar sobre el misterio de la Encarnación, en especial el período de la gestación del Niño Jesús en el claustro purísimo de su Madre, un hecho extraordinario nos toma la atención: el Hombre-Dios quiso que, durante nueve meses, su vida fuese una participación de la vida de María, por Ella sustentada y de ella dependiente. Algo de su existencia humana estaba sujeta a la existencia de Nuestra Señora”, lo que permitiría exclamar al propio Niño Dios: ‘Mi Madre, ¡vida de mi vida!’».
Pero, siendo el Niño Jesús no solo hombre sino también Dios, lo que él podría afirmar de su vida natural humana, también podría preguntarse, aunque no en términos absolutos, de su vida divina: “¿Algo de su vida divina y eterna no dependería de Ella también?”, más en la línea de la “relación del Verbo Encarnado con las criaturas”.
Un fenómeno similar al de la gestación del Salvador
En todo caso, “un fenómeno similar al que se pasó con Jesús durante su gestación deberá darse con aquellos a quien Nuestra Señora introduzca en su Secreto: Ella los sustentará con su existencia y los alimentará con sus virtudes. Por ese vínculo materno, María se tornará la vida de sus hijos en el plano salvífico y sobrenatural, los cuales no podrán más pensar, querer o actuar sin Ella. Participar así de la vida de la Santísima Virgen constituye el más alto grado de unión con Dios y el ansia más profunda de las almas que aspiran a la perfección: ‘Mi Madre, dadme la gracia de vivir en vuestro interior, como el Niño Jesús ahí vivió durante nueve meses. Sed la razón de mi existencia y la vida de mi vida. Amén’ ”, sería la oración perfecta de la Esclavitud Mariana, siguiendo el ejemplo de Jesús que se hizo Esclavo de Nuestra Señora en su claustro materno.
“El propio Dios quiso hacerse Hijo de María, frágil y pequeñito en sus brazos, para que Nuestra Señora ejerciese enteramente su maternidad sobre Él. En ese adorable acto de sumisión del Redentor a Nuestra Señora están insertados todos los hombres pues, al abandonarse a los cuidados de Ella, Jesús le entregó cada uno como hijo suyo. Y, siendo el Hombre-Dios causa ejemplar del actuar humano, el modo en que Él se relaciona con su Madre se tornó el paradigma para los hijos y esclavos de Ella”.
En ese sentido, es preciso suplicar por “la capacidad de aniquilarse y hacerse pequeño, a fin de participar más íntimamente” de ese Secreto de vivir en María. “Los fracasos, miserias y faltas no deben constituir un factor de abatimiento y desánimo espiritual. Por el contrario, la Providencia los utiliza como instrumentos para ‘vaciar’ el alma de sí misma y ‘llenarla’ de la Virgen Santísima, como explica San Luis Grignion de Montfort”, afirma Mons. João.
Una mutua esclavitud de amor, por donde se derrama la grandeza
Mons. João Clá insiste en que fue el propio Redentor quien nos dio ejemplo de esclavitud mariana: “Además de Hija, Madre, Esposa y Esclava de Dios, Ella es su Señora, pues, a partir del momento en que el Verbo la escogió como Madre, Él se hizo también su Esclavo. En este acto se manifiesta el núcleo de la vocación redentora: ser esclavo. Se podría incluso afirmar que, sin la esclavitud de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad al Padre y a María, la Redención no sería posible”.
“De otra parte, por el vínculo de esclavitud con su Divino Hijo, Nuestra Señora se tornó el canal por el cual la esencia de la vida trinitaria, mutua esclavitud de amor, es comunicada a los hombres. De este modo ¡queda patente que los auges de grandeza se revelan por auges de esclavitud”. Es decir, la propia vida trinitaria se desborda hacia los hombres a través de una relación de dependencia absoluta de estos con la Madre de Dios.
Magnífico.
En próxima entrega, se profundizará sobre las consecuencias en las almas de ese tipo de relación marial.
Por Carlos Castro
(1) Mons. João Scognamiglio Clá Días, EP. Maria Santíssima! O Paraíso de Deus revelado aos homens. Tomo III – Maria, eixo da História. Arautos do Evangelio. Sao Paulo. 2020. Todas las citas son tomadas de esta obra. Las traducciones son propias.
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